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Dee Chandler Harriman había calculado la hora con la esperanza de encontrar a Alex Wright en casa. Lo había llamado desde la agencia de modelos de Beverly Hills a las cuatro menos cuarto, lo que significaban las siete menos cuarto en Nueva York, una hora en la que podía estar en casa. Como no respondió, Dee pensó que quizá había salido a cenar, así que si le dejaba un mensaje a lo mejor la llamaba más tarde, cuando volviera.

Después del trabajo, Dee fue directamente a su casa, en una urbanización en Palos Verdes, con la esperanza de que la llamara. A las siete se preparó con desgana una tortilla, una tostada y un café. Durante los últimos dos años apenas he estado en casa por la noche, pensó. Sin Jack no podía. Tenía que estar con gente. Pero, esa noche se dio cuenta de que, más que sola, estaba aburrida e inquieta.

Estoy cansada del trabajo, reconoció. Tengo ganas de volver a Nueva York, pero no para buscar otro trabajo.

—Ni siquiera sé hacerme una tortilla decente —se quejó en voz alta al ver que el fuego estaba demasiado fuerte y los huevos empezaban a quemarse.

Recordó que a Jack le encantaba la cocina. Susan era otra cosa, cocinaba mucho mejor que ella. En realidad se podía decir que era una buena cocinera.

Pero no siempre era un talento necesario. La mujer que se casara con Alex Wright no tendría que preocuparse por recetas ni listas de la compra, se dijo.

Decidió comer en la sala. En el momento en que llevaba una bandeja sonó el teléfono. Era Alex.

Al cabo de diez minutos, Dee colgó sonriendo. La había llamado porque estaba preocupado. Le dijo que la había notado tan deprimida que pensó que tal vez quería charlar un rato. Le explicó que se lo había pasado muy bien con Susan y que iba a invitarla a una cena el sábado por la noche, para celebrar la donación que la Fundación Wright le había concedido a la Biblioteca Pública de Nueva York.

Dee se felicitó por su rapidez de reflejos. Le dijo que camino de Costa Rica, para embarcar en el crucero, pasaría por Nueva York y se quedaría el fin de semana. Alex comprendió la insinuación y también la invitó a la cena.

Después de todo, se dijo Dee mientras levantaba la bandeja con la comida ya fría, Susan no está aún realmente comprometida con él.