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A las tres menos diez, cuando se marchaba su paciente de las dos, Susan Chandler recibió una llamada de Jane Clausen. Percibió la tensión que asomaba bajo la voz serena y educada que le pedía una cita.

—Me refiero a una visita profesional —dijo la señora Clausen—. Necesito hablar de algunos problemas que tengo y me parece que me sentiré muy cómoda con usted.

Antes de que Susan respondiera, Jane Clausen continuó:

—Creo que es importante que la vea lo antes posible. Hoy mismo, si le va bien.

Susan no tuvo que consultar la agenda para responder. Tenía pacientes a las tres y las cuatro. Después pensaba ir al hospital Lenox Hill. Era evidente que esto último tendría que esperar.

—Estoy libre a las cinco, señora Clausen.

En cuanto colgó, Susan llamó al hospital Lenox Hill. Le explicó a la operadora que buscaba al marido de una mujer que estaba en cuidados intensivos.

—Le pasaré con la sala de espera de la UCI —le dijo la telefonista.

Atendió una mujer y Susan preguntó por Justin Wells.

—¿Quién lo llama?

Susan comprendió la vacilación de la mujer. Los periodistas debían de estar persiguiéndolo.

—La doctora Susan Chandler. El señor Wells pidió una cinta de un programa de radio que emití ayer y, si va a estar en el hospital a las seis y media, me gustaría llevársela personalmente.

Por el ruido amortiguado que oyó, Susan se dio cuenta de que la mujer había tapado el micrófono con la mano. Aun así, escuchó la pregunta: «¿Justin, has pedido una cinta con la grabación del programa de ayer de la doctora Susan Chandler?», y la respuesta: «Qué ridículo, Pamela, ha de ser una broma de mal gusto».

—Doctora Chandler, me temo que ha habido un error.

Susan, antes de que le colgaran, se apresuró a añadir:

—Lo siento. El jefe de producción del programa me pasó el recado. Lamento molestar al señor Wells en un momento como éste. ¿Cómo está la señora Wells?

Hubo una pausa breve.

—Rece por ella, doctora.

Cortaron y al cabo de un instante oyó una voz digital que decía: «Si desea hacer una llamada, cuelgue e inténtelo de nuevo». Susan se quedó sentada durante buen rato mirando el teléfono. ¿Era realmente una broma el pedido de la cinta? ¿Con qué objeto? ¿O acaso Justin Wells había hecho la llamada pero ahora lo negaba a la persona que había llamado Pamela? ¿Por qué?

Eran preguntas que tendrían que esperar porque Janet ya le anunciaba la llegada de su paciente de las tres.