¿Por qué a los perros les desagradan unos desconocidos más que otros?

Los perros se muestran casi siempre suspicaces ante los desconocidos que entran en casa de sus amos, y los reciben con un gran alarde de ladridos y de olisqueos. Ciertos visitantes tienen la virtud de calmarlos con rapidez, mientras otros parecen incapaces de lograrlo e incluso pueden llegar a ser arañados y mordidos. ¿Qué diferencia existe entre ellos?

La respuesta radica ante todo en el estilo de los movimientos del cuerpo del visitante. Algunas personas tienen, por naturaleza, un modo de moverse y sus acciones son sosegadas y tranquilas. Otros, de por sí, son más bien tensos y accionan a sacudidas. Tienden a realizar movimientos rápidos y dubitativos, y es mucho más probable que este tipo de individuos susciten la agresión en los perros, porque son gestos y reacciones que se asemejan a los que se producen en los encuentros con cánidos hostiles o nerviosos.

Si esa persona nerviosa y brusca teme además a los perros, la situación empeora, porque empezarán a realizar bruscos movimientos de retirada y eso emite señales a los canes que, automáticamente, avanzan y pueden incluso llegar a atacar. Apartarse de un perro que ladra, o realizar cualquier clase de rápido movimiento de huida, tiene como consecuencia que el animal se sienta de repente superior y responda de acuerdo con ello.

En contraste, la persona que «conecta con los perros» tiende a responder saludando a los saludos, aproximándose en vez de retirándose, y les ofrece alguna clase de contacto con la mano. Esto puede convertir en segundos a un perro escandaloso y ladrador en un can que hace fiestas y mueve la cola y, una vez que la ceremonia de la salutación ha concluido, el chucho se relajará y cesará de interponerse en el camino del recién llegado. Sin embargo, esto sólo funciona con perros que ladran o saltan mientras mueven la cola. Si, en vez de ello, el perro que te saluda en la puerta principal de alguien se halla muy rígido, gruñe o refunfuña, y te mira de una manera fija, el único curso de acción es quedarse muy quieto y no hacer nada, ni avanzar ni retroceder, y confiar en que el dueño del perro acuda en tu rescate. Con un animal así, el instinto de agresión es tan elevado que resulta peligroso emitir ninguna señal en absoluto, y la completa inmovilidad es la mejor manera de reducir tu impacto visual. Si te encuentras solo y realmente preocupado acerca del estado de ánimo del perro, en ese caso emitir unos quejidos lastimeros o gemir puede desconectar la situación al suscitar los sentimientos protectores paternales en el defensor del hogar. Pero no existe garantía de que esto funcione, porque tú perteneces a una «manada extraña» y, por lo tanto, no eres digno de confianza. Afortunadamente, unas formas tan extremas de salutación hostil son raras, a menos que un perro haya sido especialmente entrenado para atacar a los intrusos. La mayoría se limitan a ladrar y a saltar alrededor de los visitantes y son bastante fáciles de convencer, excepto por los que se alteran y se mueven mucho.