Sean cuales sean sus orígenes, las razas pequeñas de perros continúan siendo hoy populares porque constituyen unos sustitutos ideales de los niños. Los perros grandes son compañeros perfectos para las caminatas largas y realizan de modo satisfactorio el papel de subordinados obedientes cuando se «levantan», se «sientan» y «buscan». Sin embargo, carecen de las importantes cualidades infantiles. En sus ganas de jugar y amistosidad pueden resultar juveniles, pero no se parecen en nada a un bebé. Para suscitar sentimientos maternales en sus dueños, los perros deben transmitir una serie especial de señales, los de razas pequeñas cumplen esa función de modo perfecto.
Para comprenderlo, es necesario considerar las propiedades infantiles del bebé humano que más llaman la atención a sus amorosos padres. Para empezar, sólo pesa una fracción del adulto: unos dos kilos y medio al nacer, siete a los cinco meses y unos diez a los doce. Esto, y su pequeño tamaño, hacen que sean fáciles de coger, llevar y acunar. Su cuerpo es más redondeado y menos anguloso que el de los adultos humanos y más suave al tacto. Tienen el rostro más plano, los ojos proporcionalmente mayores y la voz muy aguda.
Dejando a los bebés humanos y volviendo a los perrillos, resulta claro que todos cumplen con las normas del encanto infantil y que ciertas razas, como los pequineses, satisfacen con creces la demanda. En lo que respecta al peso corporal, la totalidad de los perros se encuentran dentro de tres grupos. Aunque se trata de cifras aproximadas, son los siguientes:
Tales canes tienen el peso inicial adecuado para que un «padre» humano los coja y los lleve en brazos. Muchas de esas razas son más redondeadas y suaves que las de perros grandes y se convierten en el objeto perfecto para acariciar y acunar. Casi todos ellos poseen caras más chatas que los perros mayores, y algunos han sido sometidos a crianzas selectivas para producir aplanamientos muy extremados que se aproximan al perfil del cuerpo humano. El griffon, el doguillo y el pequinés se incluyen en esta categoría. Y algunos de ellos tienen los ojos grandes y saltones tan típicos en el recién nacido humano. Debido a su reducido tamaño, tienen las voces mucho más atipladas que las razas de gran alzada.
Si juntamos todo esto, es evidente que las razas de perros más pequeños, de los que sólo hemos mencionado unos pocos ejemplos, no pueden dejar de transmitir poderosas señales infantiles a sus amos, cuyas innatas respuestas paternales son automáticas, haciéndolos más amorosos, protectores y emocionalmente apegados a sus animalitos domésticos. Esto no encierra ninguna crítica a tales relaciones. Algunas autoridades se han mostrado contrarias a esa prodigalidad de amor sobre miembros de otra especie. Les parece que el cuidado paterno humano debería dirigirse, exclusivamente hacia los niños humanos y no «desperdiciarlo» en otras partes. Curiosamente, las personas que mantienen semejantes puntos de vista no son, por lo general, buenos padres. Es probable que su culpabilidad les haga sentir de esa manera. La gente que entrega su afecto a los perritos son casi siempre los que han sido buenos padres con sus niños, y poseen un excedente positivo de amor paternal que desean continuar expresando, o quienes, por una u otra razón, no tienen niños propios. En tales casos, la relación entre el dueño humano y los perritos puede llegar a ser muy estrecha.
Algunas de las razas más pequeñas, parecen haber empezado como perros de compañía, pero otros se han ganado sus diminutas proporciones por diferentes razones. Los terriers, por ejemplo, como su nombre indica son «perros de tierra», criados originariamente como excavadores de sabandijas. Poseer un cuerpo pequeño resultaba esencial para este cometido y se ha dicho que el terrier ideal sería un perro que «pudiera entrar con mucha furia en una madriguera». Pero, luego, tras haber sido criado para este menester tan práctico y laborioso, los terriers han sido convertidos en perros de exposición y de compañía, y muy pronto encontraron en su disminuido tamaño una gran ventaja para ocupar puestos más cómodos.