¿Cómo se comporta un «perro superior»?

La parte principal de la conducta que los dueños ven en sus perros es amistosa o sumisa, porque son los miembros humanos de la «manada» los verdaderamente dominantes. Pero donde varios perros viven juntos es posible observar la forma en que el «perro superior» trata a sus subordinados.

Si el dominio del perro superior es cuestionado, realizará una exhibición de amenaza en un intento de someter al que despunta, sin tener que recurrir a la fuerza. En esencia, la exhibición consigue dos cosas: que el animal dominante parezca más grande y más fuerte, y demuestra la prontitud con que está dispuesto a lanzarse al ataque, en el caso de que fuese necesario. Esto es suficiente para espantar a cualquier rival.

La exhibición de amenaza está compuesta de diez elementos característicos, cada uno de los cuales contribuye con su señal especial de atemorizar al enemigo:

Los dientes se desnudan al fruncir el labio superior y bajar el inferior. Esto expone los caninos y los incisivos, e indica que el animal amenazador está dispuesto a clavárselos a su enemigo.

La boca está abierta, mostrando que el perro se halla preparado para apresar con sus mandíbulas.

Las comisuras de la boca aparecen distendidas hacia delante, todo lo contrario que en las expresiones faciales amistosas, juguetonas y sumisas, en las cuales se echan hacia atrás, en dirección de las orejas. Este elemento de la exhibición de amenaza deja claro que el perro no se encuentra en un estado amistoso, ni juguetón, ni sumiso.

Las orejas se ven erectas y apuntan al frente. Incluso en las razas de perros de orejas caídas, existe un denodado intento por asumir esta posición, la cual le sirve para decirle a su enemigo que se halla en estado de alerta y que escucha con atención para captar cualquier presunto sonido de miedo o de ataque. Demuestra asimismo que el agresor se siente tan seguro que no experimenta la menor necesidad de proteger las orejas aplastándolas.

Existen además las expresiones faciales como elementos de amenaza. El resto del cuerpo se halla también transmitiendo señales:

La cola es mantenida alta, en contraste con la postura de sumisión de la cola entre las patas. Esta postura de cola en alto expone la región anal con sus olores especiales, por medio de los cuales se identifica. Al contrario que la cola baja, que trata de ocultar su identidad. Esto hace saber al animal más débil a quién tiene enfrente.

El cuerpo del individuo amenazador se conforma para parecer lo más grande posible.

Existen zonas especiales eréctiles de pelo alrededor de los hombros, en el lomo y en las ancas. Todas estas señales de penachos y crestas permanecen hasta el final cuando se realiza la forma más intensa de exhibición de amenaza.

Al mismo tiempo, las piernas están por completo estiradas y, de repente, todo el cuerpo parece terriblemente más macizo y poderoso.

El efecto es resaltado por una mirada intensa y sin parpadeos. Emite un ronco gruñido.

El cuerpo está tan tenso que la cola tiembla en su posición más erguida.

Esta espantosa visión es suficiente para conseguir que la mayoría de los rivales se acobarden y se alejen prudentemente. Se emplea en confrontaciones serias, cuando el animal dominante cree que existe un auténtico desafío a su elevado status. En otras ocasiones, si el estado de ánimo es más relajado, un perro dominante puede ofrecer ocasionales recuerdos de su poder, empleando otros tipos de demostración. Uno de ellos es el amplio ritual en que, de forma deliberada, empuja a un perro más débil que puede encontrarse en pie o echado. El superior se coloca al otro lado del subordinado, como si tratara de bloquearle el camino, y se queda allí rígido durante el tiempo suficiente como para brindar este mensaje: «Controlo tus movimientos». De forma alternativa, puede realizar el ritual de montar que consiste en alzarse y colocar las patas delanteras sobre el lomo o los hombros del animal inferior. Éste es el primer movimiento de montarse para la cópula, pero aquí se emplea en una función que no tiene relación alguna con lo sexual. Es el equivalente canino de decir: «Quedas avisado».

Los otros medios con que el animal dominante hace saber a sus subordinados quién es el jefe son la «amenaza de salto» y la «amenaza de emboscada». Mediante lo primero, el perro hace un movimiento fingido de saltar sobre el enemigo, pero sin preocuparse de llevarlo a cabo. Con lo segundo, se agazapa como si estuviese emboscado, pero deja que su posición sea elocuente para el rival. En ambos casos, el animal subordinado capta el mensaje con gran rapidez y reacciona de acuerdo con ello.

Todas esas diferentes amenazas recuerdan a los perros inferiores el elevado status del individuo superior. Pero no tiene que realizarlas muy a menudo, si los perros viven juntos en el grupo. En realidad, durante la mayor parte del tiempo las relaciones internas son muy organizadas y amistosas. En una especie en que la caza en cooperación era la clave de una evolución con éxito, resultaba esencial que los perros superiores (o los lobos superiores) no fuesen demasiado autoritarios.