Notas 5

[1] Hermann Erich Seifert, Der Jude an der Ostgrenze. Eher: Berlín, 1940. Citado por Max Weinreich, Hitler’s Professors: The Part of Scholarship in Germany’s Crimes against the Jewish People. Yiddish Scientific Institute: Nueva York, 1946, pág. 91. El adjudicar a las élites judías un papel fundamental en la puesta en práctica de sus planes a largo plazo para la solución de la «cuestión judía» contrastaba espantosamente con el trato dispensado a las élites de las naciones eslavas conquistadas, destinadas a ser esclavizadas y no aniquiladas. Por ejemplo, las clases cultas polacas estuvieron sometidas a persecución y al aniquilamiento desde el primer día de la ocupación alemana, mucho antes de que comenzara el exterminio de los judíos polacos. Este hecho llevó a conclusiones erróneas al Gobierno polaco en el exilio y la opinión pública polaca en general y creyeron que los judíos habían negociado una situación privilegiada con los alemanes en comparación con sus vecinos polacos. Véase David Engel, In the Shadow of Auschwitz. University of North Carolina Press, 1987. <<

[2] Citado por Leo Kuper, Genocide: Its Political Use in the Twentieth Century. Yale University Press: New Haven, 1981, pág. 127. <<

[3] Richard Grünberger, A Social History of the Third Reich. Weidenfeld & Johnson: Londres, 1971, pág. 466. <<

[4] Véase Hans Mommsen, «Anti-Jewish Politics and the Implications of the Holocaust», en The Challenge of the Third Reich: The Adam von Trotta Memorial Lectures, ed. Hedley Bull. Clarendon Press: Oxford, 1986, págs. 122-8. <<

[5] Ian Kershaw, Popular Opinión and Political Dissent in the Third Reich. Clarendon Press: Oxford, 1983, págs. 359, 364, 372. <<

[6] Franklin H. Littell, «The Credibility Crisis of the Modern University», en The Holocaust: Ideology, Bureaucracy and Genocide, ed. Henry Frielander & Lythel Milton. Kraus International Publications: Millwood (NY), 1980, págs. 274, 211, 272. <<

[7] Alan Beyerchen, «The Physical Sciences», en The Holocaust: Ideology, Bureaucracy and Genocide, págs. 158-9. <<

[8] Léon Poliakov, The History of Antisemitism. Oxford University Press: Oxford, 1985, vol. IV. <<

[9] Joachim C. Fest, The Face of the Third Reich, trad. Michael Bullock. Penguin Books: Harmondsworth, 1985, pág. 394. <<

[10] Richard Grünberger, A Social History of the Tbird Reich, pág. 313. <<

[11] Norman Cohen, Warrant for Genocide. Eyre & Spottiswoode: Londres, 1967, pág. 268. <<

[12] Raoul Hilberg, The Destruction of the European Jews. Holmes & Meier: Nueva York, 1985, vol. I, págs. 78-9, 76. <<

[13] Hannah Arendt, Eichmann in Jerusalem. Viking Press: Nueva York, 1964, pág. 132. <<

[14] Arendt, Eichmann in Jerusalem, pág. 118. Este juicio no era totalmente caprichoso. Reflejaba la larga tradición de costumbres y opiniones de las élites nativas que sólo Hitler y Himmler (no sin oposición de sus propios seguidores) se atrevieron a echar abajo. El 16 de diciembre de 1941, Wilhelm Kube, un dignatario nazi veterano y sin escrúpulos, suplicó a sus superiores por los judíos alemanes confiados a su Sonderbehandlung. «Me permito decir que las personas que provienen de nuestra esfera cultural son muy diferentes de las salvajes hordas nativas». Citado por Weinreich, Hitler’s Professors, pág. 155. Existe un extraño documento, publicado por el Geheime Sicherheitsamt en Berlín, el 1 de marzo de 1940, en el que nombran al dr. Arthur Spier, director de la Escuela del Talmud y de la Torah de Hamburgo, para «que cree en la Reserva Judía de Polonia [entonces se pensaba que estaría cerca de Nisko] un sistema de educación general judía semejante al del Reich». Esto último se consideraba muy superior a cualquier cosa que los judíos inferiores, intocados por la cultura alemana, pudieran crear. Solomon Colodner, Jewish Education in Germany under the Nazis. Oxford University Press: Oxford, 1964, págs. 33-4. <<

[15] Citado por Lucjan Dobroszycki, «Jewish Elites under Germán Rule», en The Holocaust: Ideology, Bureaucracy and Genocide, pág. 223. <<

[16] Jacques Adler, The Jews of París and the Final Solution. Oxford University Press: Oxford, 1987, págs. 223-4. <<

[17] Hilberg, The Destruction of the European Jews, vol. III, pág. 1042. <<

[18] Helen Fein, Accounting for Genocide, New York Free Press, 1979, pág. 319. <<

[19] Isaiah Trunk, Judenrat: The Jewish Councils in Eastern Europe under Germán Occupation. Macmillan: Londres, 1972, pág. 401. <<

[20] Citado por Trunk, Judenrat, pág. 407. <<

[21] Trunk, Judenrat, pág. 418, 419. <<

[22] Así, Maimónides: «Si los paganos les dicen danos a uno de los tuyos y le mataremos porque si no os mataremos a todos’ todos deben ser muertos y no se debe entregar ni siquiera una sola alma judía». The Fundamentals of the Torah, 5/5. También Pirkei Abboth: «Un hombre llegó una vez ante Reba y le dijo: ‘El gobernador de mi ciudad me ha ordenado que mate a cierta persona y que si me niego, me matará a mí’. Reba le respondió: ‘Muere pero no mates. ¿Crees que tu sangre es más roja que la suya? Acaso la suya sea más roja que la tuya’» (Pes. 25b). El Talmud de Jerusalén enseña lo siguiente: «Una compañía de judíos se encontraba viajando por un camino cuando se encontraron con unos gentiles que les dijeron: ‘Dadnos a uno de los vuestros para que le matemos porque si no os mataremos a todos’. Incluso aunque todos resultaran muertos, no deben entregar ni una sola alma de Israel». En cuanto al caso de que los propios enemigos den el nombre de la persona en concreto a la que quieren castigar, la opinión de las autoridades está dividida. Sin embargo, incluso en este caso el Talmud aconseja que se considere a la luz de la siguiente historia: «Ulla bar Koshev estaba reclamado por el gobierno. Escapó para pedir asilo al rabino Joshua ben Levi de Lod. Las fuerzas del gobierno llegaron y rodearon la ciudad. Dijeron: “Si no nos lo entregáis, destruiremos la ciudad”. El rabino Joshua se acercó a Ulla bar Koshev y le convenció para que se entregara. El profeta Elias solía aparecerse al rabino Joshua, pero desde ese momento dejó de hacerlo. El rabino Joshua ayunó muchos días y finalmente Elias se le reveló. “¿Se supone que tengo que aparecerme a los delatores?”, preguntó. El rabino Joshua dijo: “Yo obedecí la ley”. Elias replicó: “Pero, ¿está hecha la ley para los santos?”» (Trumot, 8:10). <<

[23] Citado por Trunk .Judenrat, pág. 423. <<

[24] Citado por Trunk, Judenrat, pág. XXXII. <<

[25] Citado por Trunk, Jewish Responsos to Nazi Persecution: Collective and Individual Behaviour in Extremis. Stein & Day: Nueva York, 1979, págs. 75-6. <<

[26] Marek Edelman, gueto walczy. C. K. Bundu: Varsovia, 1945, págs. 12-14. <<

[27] Hilberg, The Destruction of the European Jews, vol. III, pág. 1036. <<

[28] Wladyslaw Szlengel, Co czytalem umarlym. PIW: Varsovia, 1979, págs. 46, 49, 44. <<

[29] Citado por Trunk, Judenrat, págs. 447-9. <<