Epílogo
Anduvieron a lo largo del túnel y emergieron a la negrura de la cueva. Katsa y Po se auparon a las piedras y escurrieron toda el agua que pudieron de la ropa que llevaban puesta.
—Dame la mano —pidió Po.
La ayudó a ponerse de pie en una superficie inclinada e irregular de la que sobresalían rocas. Katsa no veía nada en la oscuridad, ni la más mínima forma; tropezó y masculló una maldición.
—¿Adónde vamos exactamente?
—A la playa —contestó él, que se detuvo y la alzó en volandas por encima de alguna formación rocosa que la joven no veía.
Entonces la soltó, y Katsa posó los pies en una superficie granulosa y suave: arena.
Transcurrían las postrimerías de la primavera, y fuera los árboles verdeaban y el sol deshelaba el mundo, pero dentro de la cueva siempre hacía frío. Se sentaron en la arena y se acurrucaron el uno contra el otro para darse calor; tiritar los llevó a empujarse, juguetones; de los empujones pasaron a los zarándeos y, en un visto y no visto, se encontraron luchando en el suelo y riendo, con el cabello húmedo rebozado de arena. Finalmente, inmovilizado en el suelo bajo el cuerpo de la joven, Po se rindió con un susurro al tiempo que deslizaba la mano por la parte posterior de la pierna de ella de un modo que no tenía nada de combativo. Los forcejeos de la lucha se convirtieron en algo lento, acompasado, anuente. Entraron en calor y pasaron un tiempo entregados el uno al otro.
En la cueva el sonido era extraño, húmedo y musical. Yacían juntos, calientes allí donde los cuerpos se tocaban.
—He tragado un poco de arena —dijo Po, que se puso a toser—. Y tú también, claro, pero no parece que a ti te moleste.
—No —contestó Katsa, ausente, abiertos los ojos a la oscuridad. Deslizó los dedos por las cicatrices que tenía en el hombro y a continuación por las del pecho—. ¿Po?
—¿Mmmm?
—¿Confías en los hombres que serán los consejeros de Gramilla?
—En su mayor parte.
—Espero que le vaya bien. Nunca habla de la muerte de su madre, pero sé que todavía tiene pesadillas a causa de ello.
—Lo raro sería que no las tuviera —comentó él—. Es tan pequeña y hay tantas cosas a las que intenta encontrarles sentido, como una madre asesinada, un padre que era un demente…
—¿Crees que estaba loco?
—No estoy seguro. Que era cruel y perverso está fuera de dudas. Sin embargo, es difícil delimitar hasta dónde era él mismo y dónde empezaba su gracia, ¿entiendes a qué me refiero? Y supongo que nunca sabremos de dónde vino o lo que quería en realidad. —Inhaló y exhaló muy despacio—. Al menos se está produciendo un cambio en los sentimientos de la gente con respecto a él, ¿te has dado cuenta? No se le recordará con agrado.
—Eso ayudará a Gramilla.
—¿Sabes una cosa? Ella se pregunta si soy mentalista. Se lo pregunta, Katsa, y aun así confía en mí y no me presiona para que confiese mi secreto. Es algo extraordinario.
Katsa se quedó escuchando el silencio que se hizo en la cueva cuando el lenita dejó de hablar.
—Sí, Gramilla no es como otras personas.
—En la coronación, Celaje me acusó de no querer desposarte —continuó Po, y Katsa supo que sonreía por el tonillo de voz—. Estaba realmente indignado.
—Oll vino a hablarme de lo mismo —suspiró la joven—. Considera peligroso para ambos que nos demos tanta libertad y hagamos planes tan imprecisos para el futuro, como viajar juntos y ocuparnos de asuntos del Consejo, sin intercambiar promesas. Le contesté que no voy a casarme contigo ni pegarme a ti como un percebe con tal de mantenerte a mi lado e impedir que ames a otra persona.
—Sabes que da igual lo que piensen. Los demás no tienen por qué entenderlo.
—Me preocupa.
—Pues no te preocupe. Ya nos las arreglaremos. Además, hay otros que sí lo entienden; por ejemplo, Raffin y Bann.
—Sí, supongo que ellos lo comprenden.
Po tuvo un escalofrío y Katsa alargó las manos hacia él para frotarle y darle calor.
Un sentimiento la asaltó de repente.
—¿Estás decidido a ir a Lenidia inmediatamente? —musitó.
—Mi madre llorará cuando le cuente que he perdido la vista —contestó él al cabo de unos segundos, sin conseguir del todo mantener el mismo tono ligero de antes—. Para ser sincero, me angustia eso tanto o más que cualquier otra cosa.
—Te acompañaré.
—No, Katsa. Lo superaré; quiero afrontarlo y olvidarlo después. Y no permitiré que cambies tus planes.
Katsa iba a instalarse en Burgo de Gramilla para impartir clases de lucha a las chicas. Había decidido hacerlo en los siete reinos y, después de la coronación, Gramilla le pidió que empezara en Monmar. Po la animó con bastante insistencia, porque eso le proporcionaba una excusa a Katsa para no perder de vista a la niña y cuidar de su bienestar un poco más de tiempo.
—Estaré en Monmar unos cuantos meses, al menos —afirmó Katsa—. Pero prometo que las siguientes clases las impartiré en Lenidia.
—Así pues, espero verte a finales de otoño. Me engañaré a mí mismo diciéndome que no es mucho tiempo.
—Tomaré la ruta hacia el oeste por tierra —explicó Katsa, aunque vaciló antes de confesar una cosa—: Pasaré por Terramedia, Po. Hay otro rey al que tengo que enfrentarme.
—Pero si ya lo hiciste —comentó el hombre dando un ligero respingo, sorprendido.
—Sí, claro. Pero entonces tenía miedo de mí misma y de él. Ahora ya no lo tengo. Po… Necesito que Randa sepa que iré de aquí para allá como me plazca, que no estoy dispuesta a esconderme como si fuera una delincuente y que no temeré visitar a mis amigos. Ya echo de menos a Raffin otra vez. Y tengo que ver a Helda… Quiero convencerla de que se traslade a Monmar. Gramilla la necesita.
Po la abrazó y la atrajo hacia sí. Le sacudió la arena que tenía pegada en el pelo.
—De acuerdo, pero ten cuidado —dijo con suavidad—. Te buscaré después de que le hayas plantado cara a tu rey.
Se quedaron tendidos en la oscuridad, callados. Katsa apoyó la cabeza en el pecho de Po y se quedó escuchando el chapoteo del agua y su eco mientras sentía el pulso de la sangre del hombre contra la mejilla.
—¿Sabes? Ojalá pudieras ver esta cueva —comentó Po.
—¿Cómo es?
—Es… —Hizo una pausa—. Realmente maravillosa.
—Descríbemela.
Y Po le fue detallando lo que la oscuridad de la cueva ocultaba. Fuera, el mundo esperaba.