[1] Podemos remitir, para más detalle, al reciente libro de C. GARCÍA GUAL, Primeras novelas europeas, Madrid, ed. Istmo, 1974 ( y a su bibliografía) para ampliación del contexto histórico y literario, y para la discusión de nuestras afirmaciones más apresuradas aquí.
[ volver ]
[2] K. WAIS en su introducción al vol. colectivo Der arthurische Roman, Darmstadt, 1970. Las frase «Arthurischer Roman heisst: ein Kollektives Phänomen», está en p. 16.
[ volver ]
[3] Una cuidada bibliografía acerca de esto puede verse en la introducción de J. AMEZCUA a Libros de Caballería hispánicos, «Estudio, antología y argumentos», Madrid, 1973.
[ volver ]
[4] M. CHEVALIER en su estudio «Sur le public du roman de chevalerie», Burdeos, 1969, ha demostrado la situación social y la nostalgia de esos lectores hispánicos. Acerca de la condena cervantina, vale la pena atender a las pertinentes apreciaciones de J. AMEZCUA en Libros de caballerías hispánicos, Madrid, 1973, p. 9 y ss.
[ volver ]
[5] La mejor edición es la de E. VINAVER, Oxford, 3 vols. 1967. (2ª ed.) Las versiones más accesibles son las de las colecciones «Everyman’s» (1960) y «Penguin Classics» (1969). De estas dos la segunda presenta una buena y breve introducción de J. LAWLOR.
[ volver ]
[6] Cf. C. GARCÍA GUAL, Los orígenes de la novela, Madrid, Ed. Istmo, 1972, cap. 2: «El público de la novela»; id. Primeras novelas europeas, Madrid, 1974, pp. 44 y ss. Como apunta ETIEMBLE en su sugestivo Essais de littérature (vraiment) genérale, París, 1974, «Genèse du roman ou genèses des romans?» pp. 208 ss., es mejor hablar en plural de «los nacimientos» de este género. Cabe también una interpretación psicoanalítica de la creación de la novela, como la de M. ROBERT: Novela de los orígenes y orígenes de la novela. Tr. esp. Madrid, 1973. Desde un punto más preciso el enfoque sociológico puede verse, referido a la novela inglesa del XVIII, en el conocido libro de J. WATT, The rise of the novel, (1957).
[ volver ]
[7] Sobre esto puede verse el estudio de M. CHEVALIER ya citado.
Cf. también D. EISENBERG «Don Quijote y los libros de caballerías: necesidad de un reexamen» en Sin Nombre VI, 2, San Juan de Puerto Rico, 1975, pp. 54-65.
[ volver ]
[8] J. H. PLUMB, La muerte del pasado, tr. esp. Barcelona, 1974, p. 43-4.
[ volver ]
[9] Cf. R. PAYNE, Lawrence de Arabia, tr. esp. Barcelona, 1971, p. 11 y p. 184.
[ volver ]
[10] Utilizamos esta calificación con todo su valor. Sobre este carácter, casi mitológico, de Lawrence, véase el Libro de R. STÉPHANE, prologado por J. P. SARTRE, Portrait de l’aventurier, París, 1965.
[ volver ]
[11] J. D. BRUCE, The Evolution of Arturian Romance, Göttingen, 1923, I, p. 195.
[ volver ]
[12] G. PARÍS. «Eludes sur les romans de la Table Ronde: II. Le conté de la Charrete», Romania, 1883, pp. 459-534.
T. CROSS-W. A. NITZE, Lancelot and Guenevere. A study on the origins of courtly love, Chicago, 1930.
[ volver ]
[13] A. PAUPHILET, Le legs du Moyen Age, Melun, 1950, p. 152. En cuanto a la versión medieval del mito de Orfeo, cf. C. GARCÍA GUAL: «Sir Orfeo» en Probemio, VI, I, 1975, pp. 69-81.
[ volver ]
[14] ¿Quién va ahora por el camino de tinieblas a aquel lugar de donde afirman que nadie regresa?
[ volver ]
[15] Cf. F. SCHLOSSER, Andreas Capellanus. Seine Minnelebre und das christlicbe Weltbild um 1200, Disertación de Bonn, 1950; y J. F. BENTON, «The Court of Champagne as a literary center» en Speculum, 1961, pp. 551-91.
[ volver ]
[16] J. RYCHNER, en Vox Romanica, XXVI, 1967, pp. 1-23, y Mélanges R. Lejeune, 1969, t. II, p. 1121-1135. Nuestras citas proceden de este segundo artículo: «Le prologue du Chevalier de la Charrette et l’interprétation du roman» (p. 1121). (La interpretación tradicional, sobre la influencia de la condesa María y la afinidad con la obra del capellán Andreas, vuelve a ser mantenida por Z. P. ZADDY en su reciente artículo: «Le Chevalier de la Charrete and the De Amore of A. C.» en Studies in memory of F. Whitehead, Manchester, 1973, pp. 363-399).
Acerca de la conexión entre la aventura redentora y el amor cortés insiste también L. MARANINI en «Queste e amore córtese nel Chevalier de la Charrete», 1950, recogido en su libro Personaggi e immagini nell’opera di Chrétien de Troyes, Milán 1966 y F. D. KELLY, Sens and conjointure in the «Cbevalier de la Charrette», La Haya-París, 1966,
[ volver ]
[17] Sobre el papel de la abadía de Glastonbury en la época, han escrito R. Bezzola, E. Koehler y J. Marx. En un plan más divulgador es muy curioso el libro de G. ASHE, King Arthur’s Avalon. The Story of Glastonbury, Londres, 1973 (2ª ed.), que recoge todos los datos históricos y legendarios vinculados a ella.
[ volver ]
[18] En la creación de la figura, esencialmente mítica, del rey Arturo se han superpuesto tres imágenes literarias:
1) Su representación como caudillo heroico, símbolo de la resistencia de los britanos frente a los invasores sajones a finales del s. V y comienzos del VI. Pero los doctos historiadores anglosajones de tal época lo desconocen. Ni Gildas, a mediados del s. VI, ni Beda en el s. VII lo mencionan. Aparece aludido por primera vez en un pasaje de la Historia Britonum de Nennio (s. IX) y en otro de los Annales Cambriae (s. X). Se le nombra como dux bellorum, un jefe militar que obtiene algunos triunfos.
Probablemente aquí se refleja la formación paulatina de una imagen mítica de Arturo como paladín de los celtas británicos, subyugados repetidamente en la realidad histórica. Tal mitificación sobre una incierta y borrosa base histórica se enraíza en la tradición popular y se transmite oralmente. Entre los rasgos que tienen su origen en esa nostalgia de un pueblo sometido por un caudillo invicto y redentor destaca la famosa retirada de Arturo a la Isla de Avalon, donde hadas familiares le cuidan, hasta que un día retorne para cumplir «la esperanza britana».
2) Como un soberano magnífico, conquistador de vastas regiones rodeado de una pomposa corte de aureola imperial y de trágico destino, aparece en la Historia Regum Britanniae de Geoffrey de Monmouth. Este fabuloso «historiador» de origen galés glorificó en su obra, compuesta hacia 1135, el pasado céltico de Gran Bretaña, dando rienda suelta a su fantasía a la vez que recogía trazos de la saga mítica en su exitosa superchería. El normando Enrique II, el esposo de Leonor de Aquitania, fomentó la difusión de la leyenda artúrica para prestigio político de su monarquía, a la vez que rechazaba algún trazo de la misma que no le convenía como el futuro regreso de Arturo. Por indicación personal del rey, los monjes de Glastonbury descubrieron oportunamente, en el recinto propio de su famoso monasterio, las tumbas del rey Arturo y de Ginebra en 1190.
3) La literatura cortés novelesca acentúa otra faceta en el personaje, ejemplo de monarca cortesano, espléndido y justiciero. Como los novelistas componen para los señores feudales, y no para el rey, el carácter belicoso del monarca pasa a un segundo plano y se subraya, en cambio, el modo como sabe tratar a sus caballeros, sus pares en torno a la Tabla Redonda. Las hazañas, aventuras y prodigios están ahora protagonizados por los ilustres caballeros, mientras que Arturo preside ese fantástico universo, como el solemne y lento rey del tablero de ajedrez.
Para más detalles véase C. GARCÍA GUAL, Primeras novelas europeas, Madrid 1974, cap. VI («El rey Arturo») y J. MARKALE, Le roi Artu et la société celtique, París 1976, especialmente pp. 193-347, (último amplio estudio sobre el tema). Ver además R. BARBEE, King Arthur in Legend and History, Londres, 1973 y G. ASHE, The Quest for Arthur’s Britain, Londres, 1971.
[ volver ]
[19] Véase su artículo «Transformation du personnage de Guenièvre», recogido en Nouvelles recherches sur la littérature arthurienne, París, 1966, pp. 260-69. Parece que en galés Gwenhwyfar significa precisamente «fantasma blanco». Cf. J. MARX, id. p. 261.
[ volver ]
[20] E. SOUTHWARD. «The Unity of Chrétien’s Lancelot», en Mélanges offerts à Mario Roques 2, 1953, pp. 281-90.
[ volver ]
[21] Sobre la doctrina del fin’ amors sigue siendo interesante la obra de C. S. LEWIS, The Allegory of Love, Londres 1936, (Trad. castellana Buenos Aires, 1969, pp. 1-36).
[ volver ]
[22] Sobre esta hipótesis, defendida originalmente por R. S. LOOMIS, ha vuelto a insistir J. MARKALE, p. e. en Les Celtes et la civilisation celtique, París, 1969, pp. 396-8, a nuestro parecer sin argumentos persuasivos.
[ volver ]
[23] Bibliografía sobre el Lanzelet en el libro de K. O. BROGSITTER, Artusepik, Stuttgart, 1965, p. 75. Sobre libros artúricos en alemán, pueden verse también el volumen colectivo sobre Wolfram von Eschenbach, ed. H. Rupp., Darmstadt, 1966, y M. HUBY, L’adaptation des romans courtois en Allemagne au XIIº et au XIIIº, París, 1968.
[ volver ]
[ volver ]
[25] Sobre este fracaso y mundanidad de Galván, puede verse, entre otras muchas referencias posibles, el art. de J. MARX: «La quéte manquee de Gauvain», 1959, recogido en su o. c. pp. 205-277; y los comentarios de J. GALLÁIS en Perceval et l’initiation, París, 1972, (pp. 30 y ss., 42 y ss., etc.), libro propenso al desvarío, pero que subraya ese aspecto de compromiso interior y total del héroe de la queste.
[ volver ]
[26] F. LACASSIN, Mythologies du roman policier, París, 1974.
[ volver ]
[27] J. FRAPPIER, Chrétien de Troyes, París, 1968, (2ª ed.) E. KOEHLER, Ideal und Wirklichkeit in der hofischen Epik, Tübingen, 1970, (2ª ed.) (Hay trad. franc. con el título L’aventure chevaleresque, París, 1974, con prólogo de J. LE GOFF).
[ volver ]
[28] J. STEVENS, Medieval Romance, Londres, 1973, p. 34.
[ volver ]
[29] A. DURÁN, Estructura y técnicas de la novela sentimental y caballeresca, Madrid, 1973.
[ volver ]
[30] D. DE ROUGEMONT, L’Amour et L’Occident, París, 1939. Puede verse también su posterior Les Mythes de l’Amour, París, 1961.
[ volver ]
[31] R. NELLI, L’érotique des troubadours, París, 1974 (1ª ed. 1963), tomo 1, p. 353. Sobre la concepción del amor en la lírica provenzal, véase el libro de M. DE RIQUER Los trovadores, 3 tomos, Barcelona, 1975, que señala la gran variedad de tonos y aspectos que el erotismo cobra en los distintos autores, y el reciente estudio de L. T. TOPSFIELD Troubadours and Love, Cambridge, 1975.
[ volver ]
[32] Cf. B. WIND, «Ce jeu subtil. L’Amour courtois», en Mélanges R. Lejeune, 1969, t. 11, pp. 1257-1261.
[ volver ]
[ volver ]
[34] Cf. O. R. PATCH, El otro mundo en la literatura medieval, tr. esp. México, 1957, especialmente el cap. 7, dedicado a «las novelas». (Existen también motivos sin esa resonancia, p. e. el bosque y la vida salvaje, opuesta a la corte, importante en otras novelas, cf. J. LE GOFF y P. VIDAL-NAQUET, «Levi-Strauss en Broceliande», en Critique, juin 1974, pp. 541-71.)
[ volver ]
[35] Cf. J. MARKALE, L’épopée celtique en Bretagne, París, 1971, p. 28. Sobre la antigüedad de las aventuras heroicas (echtrai) y los viajes fabulosos (imrama) en la literatura céltica, puede verse también M. DILLON y N. CHADWICK, The Celtic Realms, Londres, 1973 (2ª ed.) pp. 185 ss. y 242 ss.
[ volver ]
[36] G. R. LEVY, The sword from the rock. An investigation into the origins of epic literature and the development of the hero, Londres, 1953. Como tema de la novela, frente a la épica, cf. J. STEVENS, o. c. p. 80.
[ volver ]
[37] Nuestra opinión coincide plenamente con la de J. FRAPPIER en el Avant-propos de su edición modernizada (París, 1971), pp. 9-10. Sin embargo, el sentir tradicional era muy otro: cf. P. TARBÉ, Recherches sur la Vie et les Ouvrages de Chrétien de Troyes et Godefroy de Laigny, en su edición (según el Ms. fr. 12560 de la Biblioteca Nacional de París), del Chevalier de la Charrete, «Collection des poetes de Champagne antérieurs au XVIº siécle», vol. VII, Reims, 1849, tirada de 225 ejemplares, p. XXV: «Chrétien avait bien su choisir son continuateur. Sans les derniers vers du poème, on aurait peine à savoir où finit le travail de l’un, où commence celui de l’autre. Du debut au dénouement, le style est le méme, la pensée conserve sa finesse, la phrase son élégance, le drame sa marche aisée et directe».
[ volver ]
[38] El puente-espada es una imagen mitológica universal. Cf. J. CAMPBELL, El héroe de las mil caras, tr. esp., México, 1972, p. 28: «El agudo filo de una navaja, difícil de atravesar, / un difícil camino es éste… ¡lo dicen los poetas! (Katha Upanishad, 3-14)». Es igualmente una imagen onírica de inexcusable interpretación psicoanalítica: «Voy a pasar un puente muy angosto —sueña una joven de dieciséis años…»— (ibidem, pp. 99-100). Como símbolo escatológico, en el paso al Más Allá, insiste en él H. R. PATCH en su libro ya citado.
[ volver ]
[39] El topos es evidentísimo. Se entrecruzan en él dos lugares comunes de la épica universal: uno es la descripción de los guerreros, su nombre y procedencia (cf. Ilíada, canto III, vv. 161-242: Príamo pregunta a Hélena desde la muralla por la identidad de los héroes argivos que se ofrecen a su vista); otro es la descripción de sus armas (cf., a guisa de ejemplo, El escudo de Heracles de Hesíodo).
[ volver ]
[40] La imagen es de G. COHEN, La grande clarte du Moyen Age, Idees / Gallimard, París, 1967, p. 93.
[ volver ]
[41] Especie de roedor mal identificado. Cf. alemán Zieselmaus. Para Mario Roques se trata de la «marmota».
[ volver ]
[42] En el texto: Or est venuz qui l’aunera!, esto es, «ha venido quien les medirá con la aune», siendo aune o «ana» una medida de longitud equivalente a 1'194 metros. Para la interpretación de la frase, cf. la edición modernizada de J. Frappier, p. 189.
[ volver ]
[43] Para auner «varear» cf. supra y ed. de Frappier, p. 189.
[ volver ]
[44] Recuerdo del gigante Dinabuc, azote de la región costera de Mont Saint-Michel. Cf. ed. de M. Roques, pág. 225, y ed. de J. Frappier, pág. 190.
[ volver ]
[45] Bath, en el condado de Somerset. Cf. ed. de Frappier, pág. 190.
[ volver ]