Mi querido Arnold:
Cómo me gustaría poder dirigirme a ti con una fórmula más familiar, dado que hemos compartido dieciséis años de nuestras vidas. Pero ¿cómo vas a merecer ser algo más que un formal «querido Arnold» después de todo lo que has hecho?
Nunca quise que nos separáramos así y nunca lo pedí. Nunca lo instigué. Estoy, sigo, destrozada por todo lo que ha venido sucediendo.
Tú, querido Arnold, eras el amor de mi vida. Eras la luz que iluminaba todos los rincones oscuros. Me entretenías y me divertías. Tu pasión por la vida, tu entusiasmo, tu amor. Nunca había conocido a nadie como tú y dudo que vuelva a hacerlo jamás. Tú, querido Arnold, lo eras todo para mí. Y pensaba, aún lo creo, que yo también lo era para ti.
Discutimos. Sí, tuvimos fuertes peleas. Pero eso siempre ha sido así. Como tú dijiste, a menudo hubo nubes de tormenta. Nos comparabas con dos frentes borrascosos colisionando en el cielo. Pero la luz del sol siempre llegaba después de la tormenta y las nubes se despejaban rápidamente. Oh, Arnold, contigo siempre fue un largo momento de felicidad salpicado por alguna que otra tempestad.
Me he dado cuenta de que tengo muchos defectos. Y estoy haciendo todo lo que puedo para ponerles remedio, eso te lo puedo asegurar. Pero también tú tienes un defecto, Arnold. Durante toda tu vida te has negado sistemáticamente a enfrentarte a él, y alguien tiene que decírtelo, o llegarás al final del camino y no encontrarás más que un muro. Arnold: tú no puedes y no vas a plantarle cara al mundo real. Y es muy frustrante para todo aquel que está cerca de ti.
»¡Tienes tanta creatividad y tanto potencial, es tan divertido estar contigo! Eres un estallido de color, y la razón por la que quería alejarte de Baddington’s era que quería que pudieras hacer algo que mereciera la pena. Pero ¿qué has hecho? Te has marchado a perseguir una fantasía que ahora te está arruinando la vida.
Es hora de escaparte, Arnold. No a Tuva ni a cualquier otro paraíso que se te ocurra. No, es hora de escapar de la fantasía de Lola. De escapar de la mediocridad de Baddington’s. De escapar de la sombra de Peter y Philippa. Despierta, Arnold, despierta.
Todo esto es para decirte que ahora, para contribuir a mi absoluta desesperación, y tristeza, y desgracia, al parecer hemos llegado al final del camino. Hubo una tormenta, una tormenta tremenda, pero en esta ocasión el cielo no se despejó al final.
Siento haberme marchado, pues he aprendido a aceptar mi parte de culpa. Créeme, me he arrepentido de ello cada día desde que ocurrió. Lo siento, querido Arnold, lo siento.
Pero ¿por qué, por qué, por qué no viniste a por mí? ¿Por qué no aceptaste que estuviera asustada?
Así que esto es el fin. Ahora estoy demasiado cansada para recoger los pedazos. Mi intención es volver a empezar desde cero. Y eso significa sentido práctico (y cómo odias tú el sentido práctico).
Voy a poner en venta la casa (en la inmobiliaria me han dicho que hay varias personas interesadas) y, sinceramente, espero que estés de acuerdo cuando llegue la hora de hacer el papeleo y de dividir el dinero, y todas esas cosas infaustas por las que tiene que pasar uno cuando se divorcia.
Divorcio, Arnold. Divorcio. Eso es lo que tiene que pasar ahora. ¿Qué estás haciendo? ¿A qué juegas? Te casas, por el amor de Dios. Dos veces. Te casas sin haberte divorciado siquiera. Ese es el mayor insulto de todos. Ojalá pudiera verte, por lo menos podría chillarte. Podría arrojar contra la pared hasta el último jodido plato, cuenco y taza que poseemos. No, te los arrojaría a ti. Tendríamos la tormenta de nuestra vida. Y luego, sin duda, el sol volvería a brillar una vez más, como siempre brilló.
Estoy preocupada por ti. Sí, por encima de todo lo demás, y a pesar de todo lo que ha sucedido, estoy preocupada por ti. ¿Estás bien? ¿Qué tonterías le estás contando a Peter? Dime una cosa: ¿estás haciendo lo que realmente quieres hacer? ¿De verdad eres feliz en una isla diminuta en la otra punta del mundo? ¿De verdad eres feliz con esa mujer?
Espero que esta carta te halle en buen estado. Espero que hayas encontrado la felicidad. Sin embargo, qué difícil es decir esas cosas. Espero que estés haciendo felices a otros igual que una vez me hiciste feliz a mí.
Mi única noticia: me quedé embarazada. Pero perdí el bebé.
Un abrazo,
Flora.