—Tiempo y naturaleza, y hombres capaces de superar a ambos.

—¿Qué diferencia existe entre superar o consolarse, entre cerrar los ojos o desencajarlos como un loco? ¿Qué utilidad puede tener obstinarse en mirar hacia adentro?

—No sé… No lo sé.

—Eso es; ahora le creo. Ésa es su mejor sabiduría.

—Sabiduría… Tal vez tampoco sea el camino.

—Pero es el mejor que tenemos, a fin de cuentas. —El doctor Watt se ha vuelto hacia la ventana y contempla el jardín con los ojos extraviados; luego dice como en sueños—: Podría ser que al final de este camino tampoco tuviéramos nombre.

—Pero… eso sería demasiado doloroso —dice el lobo, pensativo.

—Sí, es cierto. Y por eso nuestra civilización se ha edificado de forma tan ruidosa y estridente: para sobrellevar el dolor adormeciéndose.

—Sin embargo, al final…

—Al final… —El doctor Watt se vuelve y pronuncia aquellas terribles palabras que figuran en el libro de Jaccob—: Al final sólo nos quedan las piedras… Estúpidamente irreligiosas.

(De los Diálogos del doctor Watt con el lobo).