A lo mejor hay suerte y eso acaba conmigo. Ahora quieren ensayar el sistema nervioso descentralizado, un complejo sistema de microcircuitos conectados por medio de fibras ópticas que van a sustituir la unidad central de proceso en la computadora, y les permitirá ejercer una más estrecha vigilancia sobre las perturbaciones nerviosas y emocionales que tan a menudo hacen sonar las alarmas en el centro de control. Diríamos que se trata de un elemento adicional que contrarrestaría con extraordinaria rapidez los efectos antes descritos. A lo mejor, por una vez, la técnica se equivoca irreparablemente y me ahorro el trabajo…
Por otra parte, si eso funcionara, sería mucho más difícil conseguir mis propósitos… Mucho más difícil. Debo apresurarme: en dos meses estará listo…
Estos días he ensayado una nueva estrategia que ha dado resultados desastrosos. Se me ha ocurrido proporcionarles datos falsos acerca de mi estado y dolencias. He intentado desfigurar mis propias reacciones aconsejándoles que hagan esto o lo otro, pero están bien entrenados, y la computadora es infalible; está mucho mejor entrenada que ellos; lleva doscientos años manteniendo la forma… ¡Dios! ¡Basta! No me han comprendido, han creído que estaba delirando. ¿Quién va a querer morirse?
Han habilitado otra sala para guardar las cintas en las que se graba mi conversación con Quorz. ¿De qué les va a servir? No comprenden nada.
He de volver a intentar…
¡Inútil! ¡Inútil! Otra vez el círculo, el cansancio reconfortante… No puedo seguir. Todo vuelve al mismo punto; gira sobre la misma conclusión, perfectamente válida: mi yo existe y vive, y se desplaza, desea, se agita. La contradicción sólo es un pretexto, o, en otras palabras, no representa motivo de inquietud… ¡Y entonces ya no es contradicción! No es más que un conocido sofisma en el que caigo una y otra vez.
No lo soporto. Va a ser imposible morir. Tendré que seguir viviendo con una contradicción muerta, sofisma pueril sin ánimo de confundir a nadie… Todo está demasiado claro… Demasiado oscuro. Cada vez soy menos capaz de dudar, y, naturalmente, no existe retorno. Sólo una posibilidad: afianzar la certeza, la certeza de mi inmovilidad física, de la imposibilidad de contradecirme.
Y esto es ausencia de duda…