Nash está en el bar de la Tercera, comiendo salsa de cebolla con los dedos. Se mete dos dedos relucientes en la boca y chupa con tanta fuerza que se le hunden las mejillas. Saca los dedos y coge más salsa de cebolla de un envase de plástico.
Le pregunto si eso es el desayuno.
—Si tienes alguna pregunta —dice—, tienes que enseñarme el dinero antes. —Y se mete los dedos en la boca.
Al otro lado de Nash, en el otro extremo de la barra, hay un joven con patillas y vestido con un traje elegante de raya diplomática. A su lado hay una chica, de pie sobre el riel de la barra para poder besarlo. El joven se mete la guinda del cóctel en la boca. Se besan. Luego ella mastica. La radio que hay detrás de la barra sigue anunciando los menús de la escuela.
Nash no para de girarse para mirarlos.
Eso es lo que te venden como amor.
Pongo un billete de diez dólares sobre la barra.
Nash se lo queda mirando sin sacarse los dedos de la boca. Luego levanta las cejas.
Le pregunto si alguien murió anoche en mi edificio.
Son los apartamentos que hay en la Diecisiete con Loomis Place. Los Loomis Place Apartments, ocho pisos, con los ladrillos de un color como de riñones. ¿Alguien en el quinto piso, quizá? ¿En la parte de atrás? Un joven. Esta mañana había una mancha rara en mi techo.
El teléfono móvil del joven de las patillas empieza a sonar.
Nash se saca los dedos de la boca, rodeándolos con los labios fruncidos. Nash se mira las uñas, muy de cerca, bizqueando.
El muerto tomaba drogas, le digo. En ese edificio hay mucha gente que toma drogas. Le pregunto si había muerto alguien más. ¿Por casualidad murió un montón de gente en los Loomis Place Apartments anoche?
Y el tipo de las patillas agarra un mechón de pelo de la chica y le aparta la cara de su boca. Con la otra mano, se saca un teléfono móvil de la chaqueta, lo abre y dice:
—¿Hola?
Le digo que los deben de haber encontrado muertos sin causa aparente.
Nash remueve la salsa de cebolla con el dedo y dice:
—¿Ese es su edificio?
Sí, ya se lo he dicho.
Sin soltar el pelo de la chica, hablando por teléfono, el tipo de las patillas dice:
—No, cariño. —Y dice—: Ahora mismo estoy en la consulta del médico y no tiene muy buena pinta.
La chica cierra los ojos. Arquea el cuello hacia atrás y se frota el pelo contra la mano del tipo.
Y el tipo de las patillas dice:
—No, parece que ha metastatizado. —Y dice—: No, estoy bien.
La chica abre los ojos.
Él le guiña un ojo.
Ella sonríe.
Y el tipo de las patillas dice:
—Eso significa mucho para mí en estos momentos. Yo también te quiero.
Cuelga y se acerca la cara de la chica a la de él.
Y Nash coge el billete de diez de la barra y se lo mete en el bolsillo. Dice:
—No. No he oído nada.
Los pies de la chica resbalan sobre el riel de la barra y se ríe. Se vuelve a subir y dice:
—¿Era ella?
Y el tipo de las patillas dice:
—No.
Y sin que yo me lo proponga, sucede. Mientras miro al tipo de las patillas, la canción me pasa por la cabeza. La canción, mi voz en la ducha, la voz del destino, retumba en mi interior. Tan deprisa como un reflejo. Sucede tan deprisa como un estornudo.
Con el aliento apestando a cebolla, Nash dice:
—Me parece curioso que me preguntes eso. —Se mete el dedo que acaba de untar en la boca.
Y la chica de la barra dice:
—¿Marty?
Y el tipo de las patillas que estaba apoyado en la barra se desliza hasta el suelo.
Nash se gira para mirar.
La chica está arrodillada junto al tipo en el suelo, con las manos abiertas justo encima de sus solapas de raya diplomática pero sin llegar a tocarlas, y dice:
—¿Marty?
Tiene las uñas pintadas de color púrpura chispeante. La boca del tipo está toda manchada del pintalabios de color púrpura de ella.
Y tal vez sea verdad que el tipo está enfermo. Tal vez se ha asfixiado con una guinda. Tal vez yo no acabo de matar a otra persona.
La chica nos mira a Nash y a mí, con la cara brillante por culpa de las lágrimas, y dice:
—¿Alguno de ustedes sabe hacer la reanimación cardiopulmonar?
Nash hunde los dedos otra vez en la salsa de cebolla, yo paso por encima del cuerpo, al lado de la chica, me pongo mi chaqueta y me dirijo a la puerta.