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Reticencia

Gemma se había resistido al ataque de Lexi lo mejor que pudo. Ya era difícil cuando Lexi no se había convertido en un monstruo, pero encima ahora se había transformado en una criatura mucho más grande y fuerte, en un arranque de violencia asesina. Lexi le había dado unas buenas patadas en el estómago a Gemma y, de no haber sido por sus poderes curativos de sirena, habría sufrido una hemorragia interna. Por eso Gemma se había escondido bajo la escalera: estaba claro que no podía luchar con ella de igual a igual.

—Justo el que faltaba —le dijo Lexi a Daniel con su horrible voz de monstruo.

Con Lexi dándole la espalda, Gemma se puso de pie y le clavó el atizador en el hombro. No sabía muy bien qué otro lugar de su anatomía sería idóneo para apuñalarla, ya que gracias a Álex sabía que era inútil apuñalarla en el corazón.

Lexi rugió de furia y sujetó el atizador con sus dedos largos y flacos. Gemma se escabulló por un lado. Corría agachada cerca del suelo para evitar las alas de Lexi, que se agitaban con furia.

—¡Corre, Daniel! —gritó Gemma yendo hacia él.

Después se acordó de Marcy, se dio la vuelta y regresó con ella. Para entonces, Lexi ya se había sacado el atizador y lo tiró de una punta a otra de la habitación. Daniel agachó la cabeza y el atizador le pasó rozando antes de golpear estrepitosamente contra la pared.

Lexi estaba parada entre Gemma y Marcy, así que Gemma tragó saliva y retrocedió un paso hacia Daniel. Lexi bajó la cabeza, se le entornaron los ojos y, cuando dio un paso adelante, su cabeza hizo un movimiento de arriba abajo que a Gemma le recordó a un pajarillo buscando gusanos. Pero distaba mucho de ser una imagen tan alegre, ya que Gemma y Daniel eran los gusanos.

—¿Qué plan tenemos? —preguntó Daniel cuando Gemma se acercó a él.

—En realidad, ninguno —admitió Gemma.

—Pues yo sí lo tengo —dijo Lexi, con los labios estirándose en una sonrisa distorsionada—. Planeo mataros y comeros, y después largarme de este pueblo. Vosotros dos sois la razón por la que llevo tanto tiempo aquí varada. Cuando haya acabado con vosotros seré libre para irme de este agujero dejado de la mano de Dios.

—A Penn no le va a gustar eso —dijo Daniel.

—No podrá hacer gran cosa al respecto cuando estéis muertos —le replicó Lexi, y arremetió contra ellos.

Tenía las piernas largas y tan veloces que daba miedo. Aunque su aspecto era torpe y enorme, era ágil y rápida.

Gemma tomó a Daniel de la mano y salió corriendo justo a tiempo para evitar el manotazo de Lexi. Habían estado parados al lado de la ventana rota, y los pies de Lexi patinaron en el agua de la lluvia, de modo que resbaló por el suelo y se dio un golpe seco contra la pared.

Sólo tardaría unos segundos en incorporarse de nuevo, tiempo insuficiente para que Gemma agarrase a Marcy y saliera de allí.

Tenían que pensar en algún plan de acción. Gemma corrió hasta el único lugar que se le ocurrió donde ella y Daniel podrían aprovechar unos pocos segundos para poner en orden sus ideas.

Condujo a Daniel a la despensa, y la cerró de un portazo. No era un espacio muy grande y estaba totalmente oscuro, pero los dos cabían sin problemas. La puerta no era excesivamente fuerte, pero al menos los mantenía separados de Lexi.

—¿Este es tu plan? —Daniel tenía la respiración entrecortada cuando se apoyaron contra la puerta.

—Este es más bien mi plan previo a un plan —dijo Gemma.

—Dejadme entrar o soplaré y soplaré, y la puerta derribaré —trató de convencerlos Lexi con la voz más aterciopelada que pudo poner. El tono no estaba del todo a la altura de lo que en ella era habitual. El haberse convertido en un monstruo con forma de pájaro hacía imposible que sonara dulce.

Las garras recorrían la puerta de arriba abajo, con un rechinar que le producía escalofríos a Gemma, pero en realidad no estaba tratando de entrar. Al menos, no de momento. Los arañazos escalofriantes en la puerta eran un golpe de efecto.

Durante unos momentos sobrevino un silencio absoluto, cosa que no le gustó nada a Gemma. No sabía qué estaba haciendo Lexi ahí afuera, pero seguro que no era nada bueno.

—Se supone que tenías que avisarme antes de meterte en marrones como este —le recordó Daniel a Gemma.

—Lo siento. —Ella hizo una mueca mientras empujaba la puerta con todo su peso—. Creí que podría arreglármelas yo sola.

—¿Por qué no te conviertes en monstruo? —preguntó Daniel, en un susurro por si los estuviera escuchando Lexi.

Gemma meneó la cabeza, a pesar de que él no podía verla en la oscuridad.

—No puedo.

—Claro que puedes.

—No, quizá pueda, pero no puedo controlarlo una vez que lo hago. Podría hacerle daño a alguien —insistió ella.

—Bueno, pero en parte, de eso se trata, ¿no? —preguntó Daniel.

En realidad, Gemma estaba luchando por aplacar al monstruo desde que Lexi había empezado el ataque. Su instinto le ordenaba que se transformara para tratar de defenderse, pero ella tenía miedo de que, si lo dejaba salir, el monstruo volviera a apoderarse de ella por completo.

Incluso Lydia le había dado las instrucciones de cómo matar a las sirenas, pero Gemma no estaba segura de poder hacerlo. La única certeza que tenía era que no tendría fuerzas suficientes para hacerlo bajo su forma humana, y no estaba convencida de que tuviera el suficiente control de sus actos si se convertía en monstruo.

—Ya me he transformado una vez, pero no me acuerdo de nada —le dijo Gemma—. No tenía ni el más mínimo control sobre mis actos. Era un monstruo absoluto, y maté a alguien.

De pronto, Lexi golpeó la puerta. Gemma y Daniel, que apenas estaban apoyados, empujaron con todas sus fuerzas, tratando de mantenerla cerrada.

—Insisto, eso no suena tan mal, dada la situación —dijo Daniel entre dientes mientras Lexi arremetía contra la puerta otra vez.

—Sí, si le hago daño a Lexi, pero ¿qué pasa si os lo hago a Marcy o a ti? —replicó Gemma—. No. No puedo arriesgarme.

—Bueno, pues algo habrá que hacer, o de lo contrario Lexi no tardará en matarnos —dijo Daniel mientras empezaba a abrirse una ranura en la puerta—. Al menos, ¿podrías transformarte de manera parcial? He visto cómo lo hacían las otras sirenas.

—No sé cómo. —Gemma empujó contra la puerta, pero sabía que no tardaría en ceder—. Lo he intentado, pero hasta ahora ha sido todo o nada.

La mano de Lexi atravesó la puerta. Era un agujero pequeño, con el espacio justo para que entrara su puño delgado, y la madera dio contra Gemma con sus bordes afilados y astillas. Lexi estiró los dedos largos llenos de garras, palpando a su alrededor en busca de Gemma o Daniel.

—¡Abre la puerta! —ordenó Daniel. Como Gemma no lo hiciera de inmediato, gritó de nuevo—: ¡Abre la puerta, Gemma!

Ella estaba del lado del picaporte, mientras que él sostenía el lado de las bisagras. La mano de Lexi estaba justo en el medio, tratando de atraparlos.

Si bien Gemma no entendió en qué consistía el plan de Daniel, abrió igualmente la puerta de golpe. La muñeca de Lexi estaba sujeta en la madera, de modo que cuando Gemma abrió, se llevó a Lexi con ella.

Lexi tropezó dentro de la despensa, y arrastró latas de comida y especias en su caída. Apenas había espacio suficiente para ella, y una de sus alas estaba prácticamente trabada afuera. Mientras Lexi chillaba y luchaba por liberarse de la puerta, Gemma se tiró al suelo y pasó gateando por entre las piernas de Lexi, evitando a duras penas que la pisara.

Daniel siguió a Gemma, pero tuvo menos suerte. Lexi dio un latigazo con las piernas y le pateó las costillas. Él dio un grito, pero no se detuvo.

Gemma corría en dirección a Marcy, con la esperanza de alcanzarla antes de que Lexi se soltara, pero Daniel se movía más despacio debido a la patada de Lexi. Gemma no lo vio, pero oyó el grito, y luego el sonido de cristales al romperse.

Cuando se dio la vuelta de nuevo, vio que una de las grandes ventanas traseras se había roto, y Daniel no estaba. Lexi estaba parada en medio de la habitación. Le sonreía a Gemma con amabilidad. Había levantado a Daniel y lo había arrojado por la ventana hacia el borde del acantilado.

—¡Eres una zorra, Lexi! —rugió Gemma, y arremetió contra ella.

Pero Lexi era rápida como el rayo. Estiró el brazo y le dio un golpe muy doloroso en el pecho. Gemma cayó de espaldas y, mientras Lexi se subía con toda su altura encima de ella y reía con un graznido de pájaro, estiró el brazo y la sujetó de una pierna.

Tirando con todas sus fuerzas, Gemma consiguió que Lexi perdiera el equilibrio. Tropezó hacia atrás, agitando los brazos y las alas como loca haciendo volar papeles por la habitación, hasta que al final cayó de espaldas.

Gemma se arrastró hasta ponerse de rodillas y gateó hasta ella. Recordando la foto que Lydia le había dado, Gemma se subió encima de Lexi y se sentó a horcajadas sobre su torso desnudo.

Apenas lo hizo, Lexi estiró el brazo y sujetó a Gemma. Le apretó la garganta con sus dedos largos, de modo que le quitó el aire. Gemma cerró la mano, hizo acopio de fuerzas y le dio un puñetazo a Lexi en el estómago, con la esperanza de que su puño pudiera atravesar la carne blanda.

Lexi graznó y se quitó a Gemma de encima de un empujón, de modo que Gemma se estrelló dolorosamente contra la chimenea.

Gemma tosió y boqueó tratando de respirar, y entonces supo que tenía que pensar en algún plan más efectivo. No había forma de detener a Lexi con sus propias manos. Tenía que encontrar una arma, a menos que se convirtiera en monstruo.

Por desgracia, a Gemma no le dio tiempo de hacer ninguna de las dos cosas: Lexi ya estaba encima de ella. Trató de atraparla, y Gemma apenas pudo escabullirse debajo de su garra. Había desplegado las alas doradas. Gemma le sujetó una, y tiró con todas sus fuerzas.

Pero Lexi era más fuerte. Agitó las alas y mandó a Gemma volando otra vez al suelo. Lexi corrió otra vez hasta ella, tan rápido como se lo permitían sus largas patas de pájaro, y cuando llegó adonde estaba Gemma le pegó una patada.

Su pata con garras se enganchó en el estómago de Gemma y le desgarró la carne, pero eso no fue lo peor. Lexi la pateó con tal fuerza que cuando Gemma voló de espaldas y chocó contra la pared, lo vio todo negro durante un momento.

No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado así, pero cuando abrió los ojos, con la cabeza que le latía dolorosamente y la visión borrosa, vio a Lexi subida sobre ella, riéndose de su dolor. Gemma trató de moverse, pero le costaba mucho levantarse.

—Me voy afuera a liquidar a Daniel —dijo Lexi mientras retrocedía—. Pero no te preocupes. Volveré a por ti dentro de un momento, después de haberme comido su corazón.