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—Es imposible que Roger Canney sea nuestro hombre —declaró King acaloradamente.

Estaban en la jefatura de policía, sentados a la mesa de reuniones. Williams y Bailey lo miraron con recelo mientras Michelle garabateaba en un bloc de notas al tiempo que observaba a su socio.

—Intentó mataros a los dos —insistió Bailey.

—Porque descubrimos que chantajeó a Bobby Battle. Acusamos a Canney sin rodeos. Y si mató a su mujer, probablemente temía que lo descubriéramos. Creímos que había huido pero permaneció en la zona e intentó matarnos. Eso no significa que cometiera los asesinatos.

Bailey meneó la cabeza.

—Está claro que sabía, o por lo menos creía, que compartiríais vuestras sospechas con nosotros. Y su método para intentar mataros fue una estupidez. Podía haber pasado alguien y verlo todo. Y encima utilizó su propio coche.

—No he dicho que fuera inteligente —repuso King—. Creo que se desquició. Había vivido tranquilamente unos años pensando que estaba seguro. Y entonces matan a su hijo y descubrimos lo del chantaje. Tal vez se trastornó. Si se hacen pruebas de paternidad a los dos Canney y a Bobby, me parece que descubriremos quién era el verdadero padre de Steve.

—De acuerdo, entonces a lo mejor Canney mató a su hijo, a su novia y a Bobby Battle, y también a la prostituta y a Diane Hinson para enmarañar las cosas.

—¿Y Júnior Deaver? —preguntó King—. ¿Cómo encaja él en todo esto?

—Tal vez Canney lo contrató para robar en casa de los Battle —sugirió Bailey.

—¿Por qué motivo?

—Bueno, si Battle y la señora Canney eran amantes, quizás él tenía algo de ella que Roger Canney quería recuperar. O tal vez Canney temía que Battle tuviera algo que le incriminara. Pero lo cierto es que Júnior también robó cosas de Remmy, por lo que Canney se enfadó, o temió que Júnior lo delatase. Así que lo mató. El hecho de que fuera a por vosotros revela que no le importaba matar a quienquiera que se interpusiera en su camino.

—¿Y la muerte de Sally? —preguntó Michelle—. ¿Cómo se explica?

—Por lo que nos habéis dicho, y sin ofender a los muertos, era una chica que se acostaba con el primero que se le ponía a tiro. Quizá Júnior le contó lo de Canney y este se enteró y tuvo que matarla —dijo Bailey esbozando una amplia sonrisa, muy pagado de sí mismo.

King se reclinó en el asiento y negó con la cabeza.

—Parece que tiene sentido, Sean —reconoció Williams.

—Te equivocas, Todd —declaró King con firmeza—. No es así.

—Pues dame una alternativa que encaje con los hechos —le retó Bailey.

—Ahora mismo no puedo, pero os digo que si dejáis de buscar al verdadero asesino, o mejor dicho asesinos, pueden morir otras personas.

—No vamos a parar, Sean —declaró Williams—, pero si nadie más muere asesinado será una prueba concluyente de que era Canney.

—No te creas eso, Todd, por mucho que quieras. —King se puso en pie—. Vamos, Michelle, necesito un poco de aire fresco.

Fuera de la jefatura, King se apoyó contra el todo terreno de Michelle, hundió las manos en los bolsillos y esparció un poco de grava de un puntapié.

—O Chip Bailey es el mayor idiota que he conocido o…

—O a lo mejor tiene razón y eres incapaz de reconocerlo —acabó la frase Michelle.

—Oh, ¿eso piensas? Maldita sea, mi socia conspira contra mí —dijo con una sonrisa de resignación—. Tal vez me equivoque.

Michelle se encogió de hombros.

—Creo que atribuirle todo a Canney es un tanto forzado, pero, como ha dicho Bailey, no tenemos alternativa.

—Hay cosas que sabemos y cosas que tenemos delante de las narices pero que no vemos —dijo King—. Si pudiera discernirlas y analizarlas, sé que nos llevarían a buen puerto. Pero el hecho de no verlas me está volviendo loco.

—Creo que tengo una solución.

Él la miró con recelo.

—No pienso correr el maratón ni hacer puenting para aclararme las ideas.

—Lo que estoy pensando no requiere ningún esfuerzo físico.

—Algo excepcional, viniendo de ti.

Michelle observó el cielo azul.

—Pienso que es hora de salir a navegar. No hay nada como un paseo por el agua para que los fluidos mentales funcionen bien, sobre todo en un día como hoy.

—No tenemos tiempo… —King se interrumpió y suavizó la expresión—. De acuerdo, después de que casi nos maten dos veces, tal vez no sea malo tomarse un respiro.

—Sabía que lo entenderías. ¿Moto de agua o lancha?

—Lancha. Estoy harto de que quieras hacer carreras con las motos de agua.

—Debe de ser porque siempre te gano.