—Yo no le maté, Sean. Yo no fui.
—Pero le comprabas fármacos.
Estaban en el salón, King y Michelle sentados en unos sillones de orejas, Dorothea en el pequeño sofá que había frente a ellos, aferrada al reposabrazos como si fuera a caerse si se soltaba.
—Últimamente he estado sometida a mucha presión —empezó lentamente—. He tenido algunos… reveses financieros.
—Gastar mil dólares por noche no es precisamente el mejor método para dejar de tener problemas económicos.
Ella lo miró anonadada y exclamó:
—¡Hablaste con ese mequetrefe!
—Cuidado, no se debe hablar mal de los muertos. Cuéntame qué ocurrió esa noche.
—¿Cuánto sabes?
—Lo suficiente como para advertir si mientes, y no me gustará nada.
—No sé qué me pasó —susurró ella—, la verdad es que no lo sé. Me di cuenta de que Kyle quería acostarse conmigo. Bueno, es que era obvio. Los hombres son transparentes.
—Pero tú no querías acostarte con él.
—Por supuesto que no, pero había bebido mucho. Y ya estaba decidida a que aquella fuera la última vez. Como has dicho, esos fármacos no iban a solucionar ninguno de mis problemas. Y no eran sólo económicos. Era la familia… Casarse con un miembro del clan Battle conlleva mucha presión y tensiones.
—Imagino que tener una suegra como Remmy no es precisamente fácil —comentó Michelle con sequedad.
—Fue una pesadilla. Todo lo que hacía, vestía, comía, bebía o decía era objeto de escrutinio. Y no es que criticaran con tacto. Bobby era peor que Remmy. Menudo tirano. Y sus cambios de humor eran increíbles. Podía estar sonriendo y contento, y de repente se ponía a gritar e intimidar. Cualquiera podía ser el blanco de su ira, incluso Remmy. He empezado a acudir a un terapeuta para intentar enfrentarme a mis problemas de forma más constructiva.
—Me parece bien —dijo King—, pero nos estabas hablando de Kyle.
—Sí, bueno, cuando Kyle llegó con los fármacos, estaba un poco bebida y decidí burlarme de él. Por eso yo, pues… yo… —Se calló y se sonrojó—. Fue una idiotez, lo sé.
—Ya sabemos lo del striptease. No hace falta que nos des más detalles, pero le apuntaste con una pistola.
—¡Iba a atacarme! Tenía que protegerme.
—Y le exigiste que te devolviera el dinero.
—Ya le había pagado suficiente. Él robaba los fármacos. Tenía un margen de beneficios del cien por cien. Lo único que intentaba era que la transacción fuera un poco más justa desde mi punto de vista.
—¿Recuperaste el dinero?
—Sí. Fingí que iba a dispararle y salió corriendo. Juro que fue la última vez que le vi.
—¿Cómo se te ocurrió abordarle para ese trapicheo?
—Aunque nunca habíamos tenido contacto directo, sabía que trabajaba en la consulta de Sylvia. Yo había estado allí por una lesión de espalda. Los analgésicos que me recetó se convirtieron en una especie de necesidad, pero cuando se acabó el tratamiento Sylvia no quiso extenderme más recetas. Yo ya estaba enganchada. Sabía que Sylvia guardaba los fármacos en la consulta y pensé que Kyle lo haría por dinero. Además, los fármacos de prescripción médica son más seguros que cualquier cosa que se compre por la calle, aparte de que no quería relacionarme con un camello profesional. Elegí el Aphrodisiac como punto de encuentro porque había celebrado almuerzos y reuniones allí y sabía que tenían habitaciones y que no harían preguntas.
—¿Y crees que él no sabía quién eras? Está claro que te había visto en la consulta de Sylvia.
—Siempre llevaba gafas y pañuelo, ponía las luces muy tenues y casi no hablaba. Si me hubiera reconocido estoy segura de que habría intentado chantajearme.
King estaba mirándola fijamente y ella palideció.
—Sé que esto te parece muy mal, Sean.
—Es que está muy mal, Dorothea. ¿Eddie sabe algo de todo esto?
—¡No! Por favor, no podéis decírselo. No tenemos el mejor matrimonio del mundo pero le sigo queriendo. Esto acabaría con él.
—No puedo prometerte nada, Dorothea. Ahora quiero saber dónde estuviste anoche.
—Estuve aquí.
—¿Eddie puede corroborarlo? —preguntó Michelle—. Volvió temprano de la recreación.
—¿Y tú cómo lo sabes? —repuso Dorothea.
Michelle se sintió un tanto violenta.
—Fui con Chip Bailey hasta Middleton a ver la batalla. Chip tuvo que marcharse antes y Eddie me trajo de vuelta. Dijo que no podía quedarse para el segundo día de recreación.
Dorothea la miró con suspicacia.
—Bueno, anoche no estaba en la casa. Probablemente se quedó en el estudio. A veces duerme allí.
Michelle fue a decir algo pero se abstuvo.
—O sea que no tienes coartada —dijo King—. Por cierto, llamé al hotel Jefferson de Richmond. No dormiste allí la noche en que mataron a Bobby, como dijiste. El FBI también lo habrá descubierto. ¿Estabas en el Aphrodisiac aquella noche?
—Sí; Kyle me llevó los fármacos a eso de las diez.
—Qué irónico.
—¿El qué?
—Él era tu coartada para el asesinato de tu suegro, pero ahora está muerto. Así que, a no ser que te viera alguien en el club, te quedas sin coartada.
Dorothea se tapó el rostro con las manos y rompió a sollozar. Al final, Michelle se levantó, fue a la cocina y volvió con un trapo para ella.
—Tranquilízate, Dorothea —la instó King—. Todavía no se ha determinado que la muerte de Kyle fuera un crimen. Pudo tratarse de una sobredosis. O incluso un suicidio.
—No me imagino que ese hombre se quitara la vida. Por lo poco que le vi diría que estaba ansioso por favorecer sus propios intereses. —Se secó la cara con el trapo y luego miró a King—: ¿Qué hacemos ahora?
—No podemos mantener nuestros actos en secreto.
—Supongo que eso sería mucho pedir —balbuceó Dorothea con labios temblorosos.
—De todos modos, el alcance de lo que es preciso revelar todavía está por determinar.
—¡No maté a Kyle Montgomery ni a mi suegro!
—Hablando de este último, ¿por qué fuiste al hospital aquel día?
—¿Importa eso ahora?
—Podría importar.
Ella soltó un largo suspiro.
—Bobby me prometió dinero, buena parte de su patrimonio —dijo—. Para eso tenía que cambiar el testamento. Prometió hacerlo, pero nunca me lo demostró.
—¿O sea que fuiste a verlo para ver si te confirmaba que lo había cambiado?
—Me dijeron que estaba despierto y hablaba. Yo no sabía si tendría otra oportunidad. Mis problemas financieros quedarían resueltos si Bobby cambiaba el testamento como había prometido.
—No; quieres decir que quedarían resueltos cuando muriera y recibieras el dinero —corrigió Michelle.
—Sí, eso —respondió Dorothea con voz queda y bajando la mirada.
—¿Eddie estaba al corriente de la posibilidad de este cambio en el testamento? —preguntó King.
—No, Eddie piensa que no tenemos problemas económicos. Él vive en otro mundo, no se preocupa por nada.
—Creo que en eso te equivocas —intervino Michelle.
—¿Por qué iba a cambiar Bobby el testamento para favoreceros a ti y a Eddie a expensas de Remmy? Tengo entendido que ya os había dejado la vida bien resuelta.
Dorothea esbozó una sonrisa forzada.
—¿Acaso se tiene alguna vez suficiente dinero? Yo, por lo menos, no. Y Bobby era jodidamente rico.
King la miró con suspicacia.
—Bobby era un negociador nato. ¿Qué tuviste que darle a cambio, Dorothea?
—Preferiría no decirlo —repuso ella—. No es algo de lo que me sienta especialmente orgullosa.
—De hecho, me parece que puedo adivinarlo. El simulacro de striptease que le hiciste a Kyle probablemente fuera una menudencia en comparación. Por cierto, ¿por qué utilizabas uno de los coches antiguos de Bobby para ir al Aphrodisiac?
Ella lo miró con una amarga sonrisa.
—Pensé que por lo menos me debía eso. Además, ya no los conducía.
—¿Sabes por qué?
—Supongo que se cansó de ellos. El gran Bobby Battle era famoso por eso. Se cansaba de las cosas y luego las olvidaba. —Contuvo un sollozo.
King se levantó y la miró con poca compasión.
—Si se determina que Kyle murió asesinado, la policía querrá interrogarte.
—Supongo que ahora da igual. La situación no puede empeorar.
—Te equivocas, Dorothea, puede empeorar mucho.
Cuando salieron de la casa, Michelle dijo:
—¿Cómo supiste que era ella? Yo creía que nuestra stripper drogata era Savannah.
—No, imposible.
—¿Por qué? Recuerdo muy bien cómo se exhibió en la piscina aquel día.
—Exacto. Ahí está la respuesta. Sylvia dijo que cuando estuvo en el Aphrodisiac oyó a Kyle decir que la mujer le enseñaba el culo.
—Sí, ¿y qué?
—Pues Savannah lleva el nombre tatuado en el culo. Sin tener en cuenta otros factores, dudo que se lo enseñara a Kyle si quería permanecer en el anonimato. Sólo hay una Savannah en Wrightsburg con un trasero tan inconfundible.