A Michelle; es difícil de creer, la décima novela y seguimos adelante. No querría haber compartido la experiencia con ninguna otra persona.
A Rick Horgan, por ayudarme a distinguir entre el bosque y los árboles cuando realmente lo necesito.
A Maureen, Jamie y Larry, por todo vuestro apoyo y por ser unos amigos tan maravillosos.
A Tina Andreadis, por ser una muy buena amiga y una de las principales razones por las que el público me conoce.
Al resto del equipo de Warner Books, por vuestro esforzado trabajo y apoyo. Sé que los libros no se venden solos.
A Aaron Priest, por estar siempre accesible cuando lo necesito.
A Lucy Childs y Lisa Erbach Vanee, por todo lo que hacéis.
A María Rejt, por sus agudos comentarios editoriales.
A la doctora Monica Smiddy, por sus fantásticos conocimientos sobre medicina forense. Serías una gran profesora.
A la doctora Marcella Fierro, por responder pacientemente a todas mis preguntas y permitirme echar un vistazo por dentro a la oficina del forense de Richmond.
A la doctora Catherine Broome, por hacer que este escritor parezca mucho más experto en temas médicos de lo que en realidad es.
A Bob Schule, mi irreemplazable experto en vinos, corrector de pruebas estelar y gran amigo.
A la doctora Alli Guleria y su marido el doctor Anshu Guleria, por ayudarme en los temas médicos, por prestarme vuestros fabulosos coches para la novela y por ser unos amigos tan entrañables. Los asesores son fantásticos, ¿no?
A Jennifer Steinberg, por su excelente documentación. Todavía no te he dejado perpleja pero seguiré intentándolo.
A Lynette y Deborah, por todo lo que hacéis todos los días para mantenerme cuerdo. Sé que no es tarea fácil.