«Atrasados e ignorantes, incapaces de comprender los
tiempos nuevos, el progreso, la civilización, esos
hombres ya no pueden gobernar…»
(De un articulo del Doctor en el Diario de Ilhéus)
LAMENTO DE GLORIA
Tengo en el pecho un calor
¡ay!, un calor en mi pecho
(¿quién en él se quemará?).
Un «Coronel» me dio riqueza,
riqueza de no acabar:
muebles de Luis XV
para poder descansar.
Camisa de seda pura,
blusa blanca de cambray.
No hay corpiño en el que quepa,
ni de satén ni de seda,
ni del más fino cambray,
el fuego que está quemando
mi pecho en su soledad.
Tengo sombrilla de sol,
dinero para tirar.
Compro en la tienda más cara,
mando en la cuenta anotar.
Tengo cuanto yo deseo
y un fuego dentro del pecho.
Si no tengo mi deseo,
¿de qué me vale tener?
Me tuercen la cara las mujeres,
los hombres miran de lejos:
soy Gloria, la del «coronel»,
manceba del estanciero.
Blanca sábana de hilo
y un fuego dentro del pecho.
En la soledad del lecho
mis pechos están quemando,
muslos en llamas y boca
¡ay!, muriendo de sed.
Soy Gloria, la del estanciero
que tiene un fuego en el pecho
y en la sábana del lecho
se acuesta con la soledad.
Mis ojos son de quebranto,
mis senos son de alhucema
con un calor dentro de ellos.
No cuento como es mi vientre,
pero ese fuego que me quema
nace de brasa encendida
en la soledad de esa luna
del dulce vientre de Gloria.
El secreto de él no cuento,
ni de su brasa encendida.
¡Ay!, un estudiante quisiera
de bozo apenas crecido.
Quisiera un brioso soldado
de túnica militar.
Quisiera un amor, quisiera
para apagar este fuego
y acabar la soledad.
Empujé mi puerta,
la tranca ya retiré,
no hay llave con que cerrar.
¡Ven a apagar esta brasa,
en este fuego vente a quemar,
trae un poco de amor
que mucho tengo por dar!
¡Ven este lecho a ocupar!
Tengo en el pecho un calor
¡ay!, un calor en mi pecho
(¿quién en él se quemará?).