TREINTA Y CINCO

Hoy es viernes 13 y no sé si es coincidencia, pero me da todo mucho terror. No tengo ninguna gana de escribir hoy.

Anoche me quedé en casa para ver la semifinal del Festival de Eurovisión, y yo no sé si es porque estaba de muy mal humor, pero no quise ni terminar de verla. Luego enchufé Tele 5 para ver si viendo desgracias ajenas se me levantaba la moral, pero ni así. Increíble pero cierto.

Supongo que tengo una especie de lucha interna. Es verdad que echo de menos al vecino una barbaridad, claro que sí. Y claro que estoy molesto porque no sé absolutamente nada de él. Desde luego, si lo que está intentando es apartarse para ver si le echo de menos, le está saliendo bien. Aunque este tipo de tácticas no me gustan un pelo.

Siempre he sido sincero y he creído decir que me hace falta un poco de tiempo. Y además yo no he pedido nada a cambio. Si se me quiere esperar, que se me espere. Si no, pues poco tengo que hacer. Pero alejarse así me deja un poco frío. A pesar de lo burro que soy, la única manera de llegar a mí es con buenas maneras y mucho cariño. Mi ex dice que a veces me comporto demasiado como un perrillo apaleado y que no puedo pasarme la vida mirándolo todo de reojo y con la sensación de que en cualquier momento me pueden dar con un palo.

Otra vez he vuelto a dormir fatal y este viernes va a ser agotador. Tengo un montón de cosas que hacer y a las once de la noche terminaré mi día en el teatro, en el estreno de la tercera temporada de Goodbye Dolly!, una obra que protagoniza mi amigo JuanFra y que estoy seguro de que, al menos, me hará reír y olvidarme un poco de todo. Le he pedido a mi amigo José que me acompañe, que él es mucho más cerebral que yo y seguro que me da dos berridos, me coloca en mi sitio y se me pasa la tontería de golpe.

Antes de eso tengo una reunión con una editorial, con una productora de televisión, con un estudio de grabación y tengo que seguir escribiendo, que voy tardísimo.

Estoy de un humor fatal.

Todas las noches más de 5000 personas están leyendo estas crónicas en Internet. Y eso, claro, te da un sentido de la responsabilidad enorme. Y esa responsabilidad me pesa hoy mucho. Pero es que estoy empezando a agobiarme un poco y necesito relajarme, que llevaba una temporada muy buena y con las cosas en su sitio y esta situación con el vecino me está desestabilizando un poco. Por eso no me apetece escribir más hoy. Espero que los lectores me disculpen y prometo volver la semana que viene y contar cómo ha sido este fin de semana.

No tengo ni idea de qué voy a hacer estos días.

Necesito alejarme 48 horas del ordenador.

Y no, no he recibido ningún mensaje del vecino.

Vuelvo el lunes.