Así ha sido mi fin de semana:
VIERNES
Por la mañana Gus (yo soy la moda) decide que vida nueva, estilismo nuevo. Por lo tanto, me lleva de compras. No tengo mucho interés en lo que me compro, pero confío en su criterio. Si él dice que me queda bien, pues me lo llevo. Me río un poco. Gus me hace reír mucho, y eso solo puede ser bueno. Incluso cuando pillo una camiseta y me dice con intención de reventarme la cara: «¿Eso es para regalárselo al exmarido peluquero de Karina?».
Soluciono cosas de curro para la semana que viene. Cero interés. Luego me voy al súper de El Corte Inglés y me compro todo lo que engorda. Todo.
Por la noche mi amigo José me saca (sí, como al perro) a un bar a tomar una copa. Mientras me visto me da un chungo y me entran muchas ganas de mandar un mensaje. Pero no lo mando. Ni lo voy a mandar. Esta tarde en el gimnasio entrenando con Chris (mi compañero de entreno) me he dado cuenta de que tengo una fuerza de voluntad animal. Por mis huevos que no voy a mandar un mensaje. Sobre todo… porque no me hace falta. Y para dejar de pensar enciendo Tele 5, esa cadena donde todo el mundo tiene una vida peor que la mía, y respiro aliviado porque Belén Esteban, en conexión telefónica, cuenta a España que está dolida pero serena y firme. Y en ese momento pienso que fíjate, la Esteban y yo en la misma tesitura. Ante el pánico que esto me provoca, me pongo la ropa nueva y me doy cuenta de que me estoy poniendo como un armario de tres puertas. Será excesivo, pero entre parecer un armario o Natalie Portman en Cisne negro (muy tendencia en disfraces gays ahora mismo), pues casi que me quedo con lo primero.
Y en medio de mi idiotez, Raquel Bollo (la Rihanna española) dice en la tele que «le pesa la mochila». Y me doy cuenta de que estoy hasta los cojones de la gente que habla de su mochila. Todos tenemos mochila; si no, seríamos lechugas en lugar de personas. No me jodas, Raquel…
Me piro a la calle, que José ya está aparcando…
SÁBADO
Anoche, sinceramente, fue un coñazo a nivel social. Menos mal que me río mucho con José. Estuve en GIFT (el bar del Hotel Óscar) y me escapé a casa lo más rápido que pude. Nada más llegar, me hice un descafeinado y me comí tres donuts de chocolate mientras trato de averiguar quién es Paqui la Fandanguilla, un personaje que tiene al Facebook enamorado. Como no lo descubro, opto por ver dos capítulos de Hawai 5.0 y me quedo frito en el sofá a pesar de que a las tres de la mañana Sam se pone como las Grecas porque resulta que tiene sed. Si lo llego a saber, ni me arreglo…
Me despierto tardísimo y me acuerdo de que he quedado con dos amigas para celebrar la Feria de Abril a los pies del Bernabéu. La cosa es surrealista y una llamada de teléfono me aleja de los faralaes. Eso sí, he comido un jamón para morirse. Más tarde, una amiga psicóloga que sabe todo lo que pasa me dice que me ve muy maduro y muy asentado, y que eso es buenísimo, que mucho peor lo tienen otros. Y me doy cuenta de que «los otros» me la soplan cada día un poco más. Y eso sí que es bueno.
Por la tarde me quedo escribiendo en casa y vuelvo a encontrarme a Raquel Bollo haciendo zapping a lágrima viva. A lágrima viva ella, no yo. Por lo tanto, y ante el riesgo de que Tele 5 me vuelva a demostrar que mi vida es una puta maravilla, me piro a la calle y me compro una camiseta de Nike de esas retro (mi amigo Gus la aprobará) y una gorra más para la colección. No sé qué me pasa, pero siempre llevo gorra. Cada vez me gusta menos que la gente me mire a la cara.
Voy por la calle y un señor que debe de pesar 150 kilos de masa muscular y tiene pinta de haber jugado al rugby toda su vida me pide fuego, luego me pregunta por una tienda y al final me dice que a ver si tomamos un café. Le doy fuego, le digo que no conozco la tienda y que no tomo café, porque como me ponga nervioso incluso a él podría partirle las piernas. A él le hace mucha gracia lo de que le parta las piernas y quedamos en que al día siguiente me llama para invitarme al cine. Eso sí, cuando le digo que quiero ver otra vez Piraña 3D se le queda la cara un poco raruna…
A la noche estoy invitado a dos cenas, porque es divorciarte y a la gente le da pavor que te quedes solo. Yo creo que piensan que puedo agobiarme o incluso peor, que podría ponerme un disco de Miley Cyrus y darlo TO-DO en mi salita de estar. Ni una cosa ni otra. No voy a las cenas, pero accedo a tomar una copa más tarde. Además, en La Noria le van a hacer un extreme makeover a Paqui la Fandanguilla, y eso va a ser el momento de calidad de mi fin de semana.
Tomo la copa y me aburro como un hongo. A las dos ya estoy en mi casa y el gato me recibe con la actitud de alguien al que pillas fumando un porro a escondidas de sus padres. Mientras me duermo, pienso en el cambio de imagen de Paqui y también pienso que, si la vida te mejora mucho poniéndote extensiones, pues igual me lo pienso.
DOMINGO
He decidido seriamente que no. No me voy a poner extensiones, que como me queden como a Britney Spears casi mejor me rapo la cabeza, que por lo menos doy miedo. Mientras me hago el café con leche, me llega un mensaje del señor del rugby que dice que si lo del cine sigue en pie. Yo le digo que sí y le insisto en lo de Piraña 3D. Él tarda en responderme, pero me dice que le apetece mucho. Y eso que tiene pinta de trabajar ocultando cadáveres…
Me bajo a la calle, me compro todos los periódicos, el Fotogramas, el Cinemanía y una revista para mujeres que regalan unas gafas perfectas para Vanessa. El camarero me pone cara rara cuando me ve muy interesado leyendo un artículo sobre «la eliminación definitiva de la celulitis».
Llego a casa con unas ganas de siesta de morirme. Y en un momento en que estoy soñando con que subo por una colina que no hace más que crecer y crecer, me llega un sms del armario empotrado que me comunica lo de quedar con él para lo del cine. Supongo que la cita va a ser un desastre del tamaño del culo de Beyoncé, pero creo que es parte del proceso… ¿no?
Mañana les cuento si he sobrevivido a un nuevo visionado de lo de las pirañas, y que no se me olvide contarles que, desde que me divorcié, no he vuelto a dormir en mi cama…
Les sigo queriendo mucho, pero con la distancia que da el cariño, porque resulta que Dios aprieta, ahoga y probablemente es fan de Kylie Minogue.