Ya saben ustedes que no soy Mar Flores (ella tiene mucho mejor tipo, incluso después de dar a luz) y no uso este blog para hablar de mi vida. Pero es que hoy les vengo a hablar de algo que sí tiene que ver con mi vida. Y es que acabo de divorciarme…
Fíjense en que lo mismo soy subnormal profundo y estoy cayendo en el error de Carrie Bradshaw (el personaje más estúpido que conozco), y el caso es que hace unos meses escribía un artículo para una publicación donde hablaba de que los divorcios son una cosa mucho más de celebrar que la bodas. Uno en las bodas se ata, pero en los divorcios se desata. Y visto así, me parecía mucho más oportuno lo del «selebreision». Pero es que luego encima están las redes sociales, donde retransmitimos puntualmente fragmentos de nuestras vidas. Total, que anoche me decidí a poner la foto que ven ustedes arriba y a anunciar a mis casi 3000 amigos (y amigas) que estaba soltero. Me rasqué una barbaridad la cabeza pensando si tenía que apretar el botón o no. Me lo pensé muchas veces, pero al final decidí apretar el botón. Desde entonces apenas he visto el Facebook. Pero esta mañana, créanlo o no, tenía 94 mensajes de pretendientes y pretendientas en el buzón de entrada.
Hay quien pensó que la foto que encabeza el post era una exhibición de físico, pero no. Como pueden ustedes ver, tengo los puños contra una pared. No sé muy bien si estoy intentando mantenerla en pie o derribarla: ni idea, la verdad. ¿Y ahora qué hago? Porque resulta que no me apetece celebrar nada. No estoy nada triste, pero sí estoy aturdido. Y claro, la vida empieza hoy ¿Quedo con el vecino sexy que me quiere llevar al cine y a cenar en cuanto se ha enterado de mi soltería? ¿Llamo a Vanessa Bautista y le obligo a comportarse como una mariliendre oficial? ¿Me quedo en mi casa mirando el techo mientras pienso que Lady Gaga, al final, es un travesti con un Casio?
Ni idea. Soy un animal (mi madre me llama «animal» desde los dos años) pero tampoco soy un asilvestrado de la vida. Es decir, el corazón me funciona a ratos. Ahora muy poco. Y es de un incómodo que no se imaginan. O sí se lo imaginan. Entonces, ¿qué hago? ¿Tiene alguno de ustedes un remedio para pasar página y ponerme de un «Flash-dance» que te mueres en 48 horas? ¿Es necesario esto del duelo, o es una excusa para justificar un llanto por el muerto? ¿Es bueno llorar, o es mejor cogerse una cogorza enorme y caerse del taburete de un bar? Y no se crean que me hago el longuis. Hasta he pasado por la fase esa en la que el otro quiere ser mi amigo. No me ha dejado ni 24 horas de respiración. ¿Amigos? No te jode… ¿Amigos? ¿Tustastonto? ¿En 24 horas? Empiezo a pensar que lo mejor es lo del pedo de coñac en un bar de extrarradio mientras me ponen canciones de Julio Iglesias y le cuento a la camarera que, como Madonna no saque un disco en condiciones, lo mismo me subo a una puta azotea con una escopeta y la lío parda.
Mi madre me dice que, a pesar de que soy una bestia, siempre hay un roto para un descosido. Y las palabras «roto» y «descosido» ahora mismo me dan una alergia enorme. No me siento roto. Me siento un poco incompleto, pero no roto. ¿Y un descosido? Pues para su madre, que yo quiero alguien con los pespuntes en su sitio y el dobladillo del pantalón (o la falda, si se tercia) bien cosidos. Y les cuento esto porque me encuentro en una situación absurda de narices (sí, estoy mirando al techo y no dejo de pensar que, cuanto más loca está Britney Spears, mejores canciones hace) mientras el gato prefiere taparse los ojos con la pata y hacer como que la cosa no va con él.
Si ustedes tienen alguna idea para salir de este estado ameboide en el que me encuentro, no me sean cabrones y mándenme la receta. De momento, las ofertas de matrimonio serio para toda la vida pueden esperar…
Ya saben, les agradezco cualquier idea (¿algún experto en coaching en la sala?), y sobre todo piensen en mi hijo Sam, que según pasan los minutos me mira con cara de ir a estamparme la discografía completa de Robyn (mi nueva cantante favorita) en los belfos. Porque a Robyn no le ha hecho falta estar loca para hacer temazos. Pero claro, es que Robyn me recuerda a él, y entonces vuelvo a sentirme aturdido.
Les quiero. No tanto como para casarme, pero les quiero.
POSDATA: Estoy pensando seriamente en hacer una sección de esto, y así les voy contando cómo me van las cosas. ¿Les molaría? ¿Estoy muy mal de la cabeza? ¿Es Karmele Marchante la madre de Lady Gaga? Necesito sus respuestas…