43

… en La Voz tres de mis mejores poemas. Me emociona pensar en la cantidad de gente que los habrá leído. A Jo no le han gustado y a los demás por supuesto tampoco. Jo nunca me perdonará la aventura con el danés. Los hombres: unos posesivos, unos agarradores. Ávidas proyecciones de sus manos.

16 ju.

El periódico sacó una carta en contra nuestra. Nos llaman españolistas. A la gente le molesta que descuelles y enseguida trata de devolverte al suelo tirando de ti, de tu prestigio, como de las sogas de un globo. A mí la carta no me ha molestado ni pizca, pues demuestra que se nos empieza a conocer. ¿Qué otra cosa puede esperar un escritor sino que se le conozca? A Genaro la carta le ha sentado como un tiro. Ha anotado el nombre del firmante en un papelín por si lo encuentra un día en algún acto cultural. Dice que le partirá la cara. En este país parece que todos llevan la violencia en la sangre. La amá igual. Ha amenazado con dejar de hacerme la limpieza en el piso. Se le ha metido en su cabecita con rulos de ama de casa que salgo muy escotada a la calle. La cosa ha terminado en guerra mundial, con bombardeo de lágrimas y reproches. En realidad yo tampoco me libro de ser violenta. Le he enseñado a Genaro un truco para patear palomas. Nos lo hemos pasado pipa.

17 vi.

Hoy nadie me ha querido. Lo escribo como lo siento. Ha sido un día para tirar a la basura. Y eso que estamos en Semana Grande y debería andar de pingo por ahí. Desde la mañana las cosas han ido mal. Primero Marta, a la que hace una porrada de tiempo que no veía. Va y me aparece en el piso acompañada de un tío guaperas de Salamanca. Yo pensaba que venían a echar el polvete aquí, porque ella sigue comiendo la sopa boba en casa de sus viejos y no tiene dónde montárselo. Pues les dejo pasar, me presenta al chorbo y dice que se pira, o sea que la Celestina me traía el perro a la cama. ¡Con lo buenas amigas que hemos sido! Le he dicho lo que creo que tenía que decirle. La idiota me ha llamado de todo. Que desde que salgo en los periódicos se me han subido los humos a la cabeza. Que ya no desea mi amistad. Después de comer fui a la tienda a ayudarle a Genaro con el tueste. Abrigaba esperanzas de que su compañía me subiese los ánimos. Su vieja me trata con acritud de suegra, más impertinente imposible. Él tampoco las tenía todas consigo. Dice que no paro de hablar de Jo. Querían que me quedase a cenar con ellos unas lentejas del año de la tana. Me he excusado diciéndoles que me dolía la cabeza, lo que por desgracia es verdad. Lo dicho: un día para tirar a la basura.

18 sa.

19 do.

20 lu.

¿Cómo verán la vida los que no sufren? A veces me gustaría ser un ratón, vivir poco pero intensamente, vivir sin dolor. Pasé el fin de semana en la cama, con el dormitorio a oscuras, bebiendo y vomitando manzanillas. Sigue el periodo, que esta vez ha sido fortísimo. Nunca olvidaré que el médico me vaticinó una larga vida. ¡Vaya un consuelo! Por la tarde remitió la jaqueca y he podido asistir a la reunión en casa del Pulcro. Sensación de haberme perdido grandes acontecimientos. Me cuentan que ayer anduvieron pateando palomas y luego amparando en plan Quijotes a desvalidos y subnormales. Parecían felices. Ya les daría yo un poquito de mis dolores, para que sepan lo que es bueno. A Flakúas le jipé mirándome la entrepierna por debajo de la mesa. Es un tío de lo más raro. Si la decisión dependiera de Genaro ya estaría fuera de La Placa, pero parece que Jo hace muy buenas migas con él. ¿Serán maricones? La Merceditas como siempre limpia que te limpia con delantal y carita de pena. Veo en sus ojos que no me traga la pobrecilla. Una cosa tengo muy clara: la esclavitud en el hogar o en cualquier parte no me seduce ni hostias. Machos, a ver si os enteráis.

21 ma.

Me levanté de buen humor, sin jaqueca. El aitá soltó la mosca para trapos. Toda la mañana de boutiques. Me bañaría en una piscina llena de faldas, blusas, medias, camisas, pantalones, pañuelos, abrigos. Fuera penas. He pulido todo el dinero. Tengo que recuperar como sea la alegría que me ha faltado durante los últimos días. Vi una camisa preciosa para Genaro. Lástima que no se deje vestir. Si se la compro es capaz de limpiar con ella los cristales de las ventanas. Yo no podría nunca enamorarme de nadie sin tener la certeza de que me corresponde. Nuestra relación es muy especial, como todos los noviazgos con escritores. Seres complicados. Genaro me ha jodido la tarde. En la chocolatería, entre churro y churro, le insinué que deseo apuntarme a algún curso de euskara. ¡Por poco me suelta un bofetón! Lo vasco le repele. Sin duda cosas de su infancia que se resiste a contarme. Pero eso no es todo. Yendo por San Jerónimo encuentro a mi amiga Lurdes, que me habla con estusiasmo del ambientazo que se respira estos días en KU. Me muero de ganas de bailar. Bailar: mi mayor deseo en la vida. Nos quedamos a solas y Genaro empieza a echarme la bronca. Que debería dedicar más tiempo a mi formación literaria, a leer, a adquirir conocimientos. Luego se ha dado el piro. De pura rabia casi me voy a la discoteca, pero al final no me he atrevido.

22 mi.

Genaro, el gran escritor del futuro, me ha dejado. Sospecho que llevaba varios días intentándolo. Al fin el cobarde ha ahuyentado la mosca (yo) que se le había puesto sobre el hombro. Razones: que me duele muchas veces la cabeza (ni que fuera contagioso), que no tiene vocación de enfermero ni de masajista ni de hermanita de la caridad. Me pregunto cómo he podido besar a ese cerdo y acostarme con él. Aparte considerarme tonta, por lo visto significo un estorbo para sus aspiraciones intelectuales. Le quito tiempo y no sé qué más. Consecuencia: nueva jaqueca. He llamado a Jo como quien pide auxilio a los socorristas. Me parece que estaba un poco remolón por teléfono. Luego he sabido que su mal genio no era por mí, sino por los carotas de abajo, que no le pagan. Mitia, cariñín, siempre te alegras y retozas cuando me ves. El afecto de Jo me ha quitado el dolor de cabeza. A punto de desnudarnos aparece el pelma de Flakúas a recoger unos libros. Traía la ropa llena de polvo. No es mal chico: se ha pirado enseguida. Después he sabido que antes de mi llegada ya estaba él allí, escondido debajo de la cama. Sin duda habrá oído lo de mi ruptura con Genaro. Esperemos que no se vaya de la lengua. Se conoce que en el momento de irse de puntillas he salido yo del retrete y ha hecho como que llegaba. Jo y yo nos hemos cachondeado después de lo lindo a costa del infeliz, que desde que trabaja en cervezas El León tiene una pinta de desgraciadillo que no puede con ella. Jo estaba ansioso de hembra. Mucho intelecto y mucho libro, pero al final les domina el aparato. Un poco más y me rompe. Pero sabe que se lo puede permitir porque le quiero.

23 ju.

Llueve y llueve, justo ahora que nadie podría impedirme ir a la playa. Estoy tan leche que me da vergüenza mirarme en el espejo. Esta mañana me ha salido un poema muy bonito. Decididamente no valgo para eso de contar sílabas. No debe importarme. Son juegos de varones. Postulo (horrenda palabra, suena a culo) que las mujeres escribamos a nuestra manera. Aleluya: después de mucho tiempo volví a meterme en una discoteca. Estuve con Lurdes, Idoia, Marta (que me ha pedido perdón por lo del otro día), mis queridas putillas de KU. Entre todas llevábamos encima lo menos una tonelada de maquillaje. Chismes: se ha casado el Fortachón con una poquitacosa y Marta está enganchadísima al caballo. Acabará mal. ¿Qué más? Pues que he bailado como una epiléptica durante varias horas. Sensación de haber vuelto al planeta Tierra después de una larga estancia en el espacio. Estoy rendida y feliz. Y ya es hora de irse a loló. Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón. Ah, se me olvidaba lo más importante: todas habían leído con admiración mis poemas de la semana pasada en el periódico. Me estoy haciendo famosa en la ciudad. Yupi, yupi, tralará. Día de mañana, si vas a ser malo con la Izas no vengas, quédate donde estás, hazme el favor.

24 vi.

Amaneció nublado, feo, cochino, marrano que comes la sopa con la mano, pero a media mañana levantó. He pasado horas en la playa tomando el sol como un lagarto, o como una lagarta, que es lo que soy. Me he llevado un libro serio, de esos que gustan a los mamelucos de La Placa. Tres veces lo he empezado. A la cuarta lo he mandado a la mierda. Estoy roja como un tomate. Y molida por las agujetas. Lurdes acaba de llamar. Que tenemos que salir juntas esta noche. ¿Qué se propondrá? He decidido ser una mujer resuelta, fuerte, libre. Le he dicho que sí.

25 sa.

Llegamos al piso a las tantas, borrachas como sargentos. La Lurditas está hecha una tortillera de marca mayor. Tiene problemas con su amiga y necesitaba contarle las penas a alguien. Lo que no me imaginaba es que su confesión terminaría como terminó, sacando del bolso una chistorra de goma que por poco no se la tiro por la ventana. Pero hoy por hoy es mi mejor amiga. Conque le di permiso para que me tocase mientras me dormía y la verdad es que con sus masajes y caricias he dormido como Dios y me he levantado sin jaqueca. Durante la reunión en casa del Pulcro no he parado de pensar en ella. Genaro se mostró la mar de amable conmigo, pero de alguna manera me sentía como una sandalia dentro de un acuario. Anoche la Lurdes me dio a probar la suavidad. Gracias, Lurditas. Estás hecha una guarra.

26 do.

Me levanté temprano con muchas ganas de hacer cosas, de moverme y saborear la vida. Sesión de gimnasia delante del espejo. Soy chaparra y gordita. ¿Señal de inteligencia? Porque según Genaro el talento y la belleza física se repelen. La amá (si descontamos sus varices) tiene las patas igual que yo, está canosa, arrugada, envejecida, y sin embargo no parece que su cociente intelectual evolucione en dirección alguna. Ningún crítico que examine la obra de un escritor se para a determinar si éste es guapo o feo. Signo inconfundible de mariconería si lo hace. Pero conozco pocos que al abordar la obra de una mujer no empiecen por echar una ojeada a la cara de ella y preferiblemente a otras partes de su cuerpo, mencionando con frecuencia sus facultades creativas como si fueran un miembro anatómico más. (Luchar contra esto con todas mis fuerzas, a mordiscos si es preciso). El día empezó por así decir en una cumbre. La gimnasia supuso un paso de descenso hacia el valle. Hasta la hora de comer mantuve un nivel de actividad bastante alto: ordené la sala, escribí una postal dirigida a mí misma (que espero recibir mañana), me bañé, ayudé a la amá a destripar sardinas y de sobremesa les he ganado a ella y al aitá cien duros al parchís. Todo este torrente de actividad desembocó en una tarde aburrida. Hubo manifestaciones, no sé por qué. A cuatro o cinco personas he llamado y ninguna estaba disponible. Soledad, soledad, soledad. Es como un vestido muy estrecho o como un collar que aprieta hasta casi ahogarme (anotar esto para un futuro poema). Estuve periqueando con la esperanza de darme de bruces con algún conocido. Había pasma para dar y tomar. Vi al viejito al que Genaro abofetea cada vez que lo encuentra. Oscurecía, soplaba algo de brisa fresca y me he metido en una iglesia a hablar conmigo. Sospecho que creer en algo me reportaría grandes beneficios psicológicos, morales o así. Soledad, soledad, soledad.

27 lu.

Me ha nacido un cachorrito de diecisiete años. Se llama Pulcro. Vino a pedirme que sea su madre. Pobre. Nada más llegar se metió en mi cama y en ella ha permanecido hasta la hora de salir. Su padre le había zurrado la badana y se siente incomprendido y maltratado. Antes de irnos le he dejado cepillarme la melena.

28 ma.

El cartero trajo la postal. Sin leerla la he tirado a la papelera. Lo que tenga que decirme lo escribo en el diario y punto. Necesidad de sol. Cogí los bártulos y hala, a la famosa playa de la Concha. Pues llego y no está. Se la había tragado la marea. Aunque no llevaba nada para jalar he cogido el bus de Igueldo y me he ido solita a las peñas de Tximistarri a solearme en canicas, como en los buenos tiempos. Mujer resuelta, qué narices. Había más carne que en una charcutería. Sensación de placidez, de libertad, de estar íntimamente unida a la naturaleza. Se me ha ocurrido un verso: Mi cuerpo pertenece al sol, al agua y al viento. Cuando el Lorenzo trasponía el horizonte (qué bien escribo), a patita hasta KU. En la discoteca me sentía tan cochina, tan sudada y tan pegajosa que no he querido bailar el agarrado con nadie. Al llegar a casa he encontrado una nota de Genaro metida en la rendija de la puerta. Que le llame.

29 mi.

Sonó el timbre, Genaro, un montón de libros de regalo, que le perdone, que me ama, reconciliación. Se ha cortado el pelo y arreglado la barba, y estaba muy limpio, todo para complacerme. Ha prometido ser cariñoso y dulce y quererme mucho y respetarme. Ojalá sea cierto. Hemos pasado el día entero en la cama oyendo música, conversando sobre literatura y sobre nuestros amigos, bebiendo, fumando, riendo: ha sido muy, muy, muy bonito. Para la cena hemos abierto unas latas de melocotón en almíbar que quedaban en la fresquera. Él ha expresado su deseo de quedarse a dormir, pero quería avisarle a su madre para que no se preocupe. Total, que como la vieja le necesita no se ha podido quedar. Llevo una hora llorando y aún no sé por qué.

30 ju.

He dejado un fortunón en la perfumería: pintalabios, una polvera con espejín (parecida a una de la amá, años cincuenta), esmalte de uñas (negro), compresas, crema de pepinos, que dice Idoia es muy buena para el cutis. Después a la pelu. Manicura, cortar las puntas y cotillear con Irene, lo que no ha podido ser porque la tonta del bote se ha quedado preñada y ya no trabaja. Objetivos: comenzar una nueva era de mi vida, cambiar de aspecto, sorprender favorablemente a Genaro, que vino a comer más peinado que si hiciera la primera comunión. Estuvo muy simpático y hablador. La amá lo adora. Cree que por fin me he echado un novio formal. ¿Y si fuera verdad? A Genaro le quiero, de eso no hay duda, pero, ¿le quiero mucho? Me he pasado la tarde observando de cerca sus reacciones. Creo que le quiero de verdad. Fuimos a jugar a las maquinitas. Él se lo toma muy en serio eso de acribillar marcianos, sudaba como un hipopótamo en la sauna. Después retorno como pareja a las reuniones en casa del Pulcro. De antemano hemos convenido en formar una unidad de criterio. Genaro insiste en sacar la revista y nos ha pedido a Jo y a mí un gesto económico en favor de la causa. Jo se ha opuesto con toda su alma. ¿Le joderá nuestra reconciliación? Tampoco ha aceptado la ocurrencia del Pulcro de salir por las noches a atracar paisanos hasta que hayamos reunido una suma suficiente. Jo ha defendido la necesidad de ajustarnos a principios morales. No tiene remedio. Genaro piensa que es el jesuita de La Placa. Genaro se va a quedar a dormir, y como es incapaz de hacerlo sin su pijama, lo ha llevado todo el santo día debajo de la ropa. Ahora me explico por qué sudaba tanto en la bolera.

31 vi.

Genaro se despertó temprano y se fue. Le prometió a su madre que volvería pronto para preparar palomitas y empaquetarlas. Tengo que reconocer que me he sentido decepcionada, pero por otra parte esa fidelidad suya a la vieja no deja de impresionarme. Hice cuanto estaba en mi mano para no sucumbir al desánimo. Por una vez creo que lo he conseguido. Primero fui a desayunar a una pastelería frente al Buenpas (cruasanes con café) y allí he leído el periódico como una gran señora (la ETA se cepilló ayer a dos polis). Hasta la una de compras. Comprar me relaja y me ayuda a olvidar sinsabores. He adquirido una mesilla para el dormitorio. Así no tendré siempre a la vista los medicamentos, que es una cosa que me deprime cantidad. En la Avenida compré unos zapatos de tacón preciosos, por 14.000 pelas (casi lo que costaría sacar la revista en imprenta). El aitá descorchó una botella de cava durante la comida. El muy cabrito lleva dos pisos vendidos en lo que va de semana, conque no me ha costado sonsacarle el dinero de la mesilla ni el de los zapatos. Quedé tarde con Genaro porque quería entrevistarse con no sé qué tipo de la caja de ahorros a fin de socaliñarle una subvención. Esperándole en la cafetería Barandiarán me he puesto a escribir versos. Creo que cada día se me dan mejor y que pronto daré que hablar. Genaro vino de mala leche porque no ha logrado lo que se proponía. En el cine se ha quedado roque. Todo cristo le chistaba para que dejase de roncar.

Septiembre

1 sa.

En Tximistarri con Lurdes y su nueva amiga, Ainhoa. No es fácil la amistad entre mujeres. Los tíos se lo montan mil veces mejor y es una de las cosas que más admiro en ellos: su capacidad de constituirse en equipo, de convivir, de imponerse metas comunes. Las tres nos hemos pasado la santa mañana discutiendo de nimiedades. Al final me he venido a casa antes de lo previsto y me he preparado para salir con el Pulcro, que me pidió ayer lo acompañase a la puerta de alguna iglesia para sacarle fotos mientras mendiga. Genaro ha aprovechado para quedarse en casa a escribir. Me temo que no ocupo el primer lugar en su corazón. Me preceden su madre, la literatura y el empaquetado de cacahuetes. A la chita callando quizá me dé esta noche un garbeo por la discoteca.

2 do.

Me faltan fuerzas y ánimo para escribir. Resumiendo: ayer regresé a las tantas. Me ha dolido la cabeza durante todo el día, pero he disimulado para que Genaro no lo advirtiera. El calladito de Flakúas ha resuelto el problema de la financiación de la revista. Su padre la fotocopiará gratis. Ya está hecho el reparto de páginas. En cuanto apague la luz voy a rezar para que mañana me levante sin jaqueca.

3 lu.

Huelga general. Todo paralizado menos nosotros. El que duerme no camina. Jo mostró su desacuerdo con algunos puntos de nuestro manifiesto. Me da la impresión de que busca a toda costa la polémica con Genaro. Le pisé a éste un pie para que no se dejase envolver en una pelea de ciervos. Jo preferiría que no politizásemos el grupo. Dice que la política hiela los corazones, entumece a los poetas y los deja como almidonados. El Pulcro hacía muecas de burla a escondidas. Helar los corazones: ¡si supiera él que Genaro y yo hemos escrito el manifiesto en la cama, después de hacer el amor! Pero el Cojo no es malo, y como se sabe más solo que la una con sus teorías superinteligentes que no sirven para nada, tras meternos el gran rollo filosófico se ha ofrecido a prestarnos un atlas con objeto de que calquemos el perfil de Nicaragua. Él mismo ha tenido la idea de emplearlo como marco de nuestro escrito. Adoro las debilidades de los hombres fuertes. El número está prácticamente confeccionado. Falta rellenar las páginas reservadas a los foráneos. Yo voy a meter todos los poemas recientes que pueda, aunque haya de colocarlos apretujados. Sin ambición no se llega ni a la vuelta de la esquina. Necesito que alguien me ceda un hueco para una pegatina de Sandino. ¿Cuánto me juego a que lo consigo? Helar los corazones. Él sí que tiene el corazón helado, que me mandó a paseo porque una noche cálida me prendé de un rubio divino.

4 ma.

Jo nos ha llevado a Genaro y a mí a conocer a Aramburucópulos, de la revista Kantil. La cita ha sido en un bar de Ondarreta, pues continúan los enfrentamientos con la policía y el centro de la ciudad es un campo de batalla. Genaro casi se enfada porque le he pedido que por favor no fuéramos agarrados de la mano. ¿Es tan difícil entender que no quiero presentarme en ninguna parte como novia ni sombra de nadie, sino como escritora que sabe bandearse sólita? Menos mal que estaba Jo presente; si no, habríamos peleado. Nada más ver a Aramburucópulos lo he reconocido. Anda mucho por KU y por el Young Play, pero nunca hemos bailado juntos. Jo nos lo había descrito en tales términos que he pensado íbamos a ver al abominable hombre de las nieves. A mí me ha parecido un chico de lo más normal: comunicativo, irónico y hasta gracioso. Es el primer escritor que conozco de cerca (y que me perdonen los mameluquines de La Placa). Conque la próxima vez que lo encuentre en la discoteca me acercaré a charlar con él. Algún día la gente querrá conocerme a mí, estrechar mi mano, ver mi casa, porque triunfaré, de eso no me cabe la menor duda. Hoy, sin ir más lejos, me he gustado. En la reunión de esta tarde se ha visto claramente que las palabras de la Izas no caen en saco roto, que sé encabritarme y defender mis ideas como el que más. El Pulcro pretende publicar con su nombre una cosa de Góngora. ¿Qué daño hace con ello? Pues se lo han prohibido tajantemente. No me ha dado la gana de permitir que traten mal a mi niño y me he puesto erre que erre que había que dejarle decidir a él lo que va a meter en la revista. Al final he triunfado. El Pulcro, en agradecimiento, pasará a mano nuestro escrito sobre Nicaragua. Y será Flakúas que cada día me mira con menos recato por debajo de la mesa, quien me deje un espacio para la pegatina. Jo me ha llamado mujer de acero. ¿Tendré madera de jefa?

5 mi.

Un hombre, un castillo sin puertas, una ostra cerrada, o mejor, un caracol del que sabemos que aunque se estire y parezca que de un momento a otro va a desprenderse de la concha siempre guarda una parte importante de sí fuera del alcance de nuestra vista. Habría que diseccionarlo para averiguar sus recónditos secretos. Y eso es lo que me apetecía hacer hoy con Genaro. Rara vez le he visto reírse tanto, mostrarse tan chistoso, tan besucón, tan galante. Me quiere, me mima, me idolatra, y lo ha demostrado de una forma encantadora: haciéndome masajes en la espalda. Tanta alegría de un día para otro mosquea, por más que nuestra relación discurra últimamente por senderos armoniosos. Me picaba la curiosidad por atisbar dentro de la concha de mi querido. Muchas veces he notado que experimenta satisfacciones que se resiste a compartir. Incluso cuando hace el amor no manifiesta de ningún modo lo que siente. Practica el sexo como si se tratara de un trabajo. Es todo lo contrario de Jo, que por un lado nunca se niega a darme cachos del pan de la alegría y por otro siempre anda disimulando sus facetas problemáticas y es capaz de fingir jovialidad al poco rato de enterarse de que su madre ha sufrido una nueva recaída. El uno oculta lo bueno, el otro lo malo. A veces pienso que así está bien y que la naturaleza es sabia dotando al caracol de concha y a los hombres de un cuarto mental trasero. ¿Acaso podría agradarme una persona de la que al primer vistazo lo sé todo; una persona cuyos entresijos puedo examinar como a través de la luna de un escaparate; alguien que aunque abrigue grandes virtudes no está en condiciones de provocar en mí la más mínima sorpresa? ¿Será que no inspiro confianza? Al final de la tarde, después de largo insistir, Genaro me ha revelado la causa de su buen humor. A su madre la reconocen como disminuida física. Lo cual, unido a que es viuda y a que él tiene que atender al negocio familiar, ha motivado que le perdonen definitivamente la mili.

6 ju.

Recibí una carta sin firma, con una peseta pegada al papel. Pone que si no la envío a alguien me sucederán grandes desgracias. Por si las moscas se la he endilgado a Lurdes. A propósito de desgracias, la amá está disgustadísima porque se le ha perdido el carné de identidad y tiene mucho miedo de salir a la calle. En consecuencia se le han quemado las lentejas. ¡Qué triste es la vejez femenina! Sin llegar a desgracia, a Genaro y a mí nos ha pasado esta tarde una cosa indignante. Nos encontrábamos en el Boule, de vuelta de la churrería y de jugar a las maquinitas. Vemos el autobús de Amara a punto de ponerse en marcha. Corremos para alcanzarlo, subimos por la puerta de atrás porque el vehículo ya salía, vamos adelante a pagar el billete como ciudadanos honrados y el conductor nos sale con que debemos apearnos y entrar por donde corresponde. Vale, bajamos por la puerta trasera y cuando nos dirigimos a la entrada el tío arranca y nos deja plantados en la acera. Genaro dice que lo conoce y que le va a ajustar las cuentas. Noticias sobre La Placa: 1) de los escritos que nos han llegado se han salvado muy pocos, 2) yo encontraba decente uno y he conseguido que se aceptara, 3) Flakúas se ha llevado los originales para fotocopiarlos. Mañana montaremos la revista.

7 vi.

La amá se ha pasado la noche en vela pensando en su carné. Estuve en el ginecólogo (otra vez los putos hongos). Después recogí las fotografías de mi cachorrito disfrazado de pordiosero. A los demás no les quedó más remedio que convencerse. A estas alturas no creo que a ninguno le pase inadvertido que soy un miembro destacado del grupo. Estoy en todas, olé. Siguen llegando colaboraciones literarias, pero ya es tarde. Recibimiento apoteósico a Flakúas, que apareció con un paquetón de fotocopias (la idea de aplaudir fue mía). Para que luego murmure Genaro que el chaval no pinta nada en La Placa. Hemos grapado las hojas y mañana a primera hora llevaremos la revista a los quioscos y librerías. A Genaro no le gusta cómo ha quedado su portada. Demasiado oscura, dice. Jo tiene pensado visitar mañana a su padre en Bilbao. Se ha ofrecido a distribuir algunos ejemplares por la zona. Me daba la impresión de que Jo tenía hoy la nariz muy larga, como si le hubiera crecido.

8 sa.

La amá está destrozada. Se le ha metido en la cabeza que si sale a la calle sin carné la van a detener. Ha hecho las compras para el fin de semana por teléfono. Genaro se ha tomado a mal la insinuación de que quizá él me haya pasado los hongos. Me temo que lo que en el fondo le enfada es que a última hora de la tarde aún no se había vendido ni un ejemplar de la revista. ¡Qué poca paciencia tiene! En castigo me ha regalado una novela de las que a él le gustan y se ha ido a su casa a escribir. Desde aquí huelo los chipirones en su tinta que está preparando la amá. Se me hace la boca agua. ¡Dios mío, que no se le quemen! Después Donostia la nuit. Tengo unas ganas locas de baile, de juerga y de arrimarme a un tío bueno.

9 do.

Le di lo que quería. Le di mi cuerpo. ¿Qué me ofreció él a cambio? Ni se paran a pensarlo. Eyacular dentro de una les basta. Ese es el objetivo al que se encaminó todo lo demás: su glamour de treintañero, su encendedor de oro, la historia de los conflictos con su mujer (que contará cada sábado a la pánfila de turno), la idea calculadamente espontánea de ir a tomar un güisqui al apartamento del amigo. Izaskun, eres tonta, tonta, tonta, tonta. Esta tarde Genaro me parecía un niño pequeñito con su proyecto de sacar una revista a escondidas, con sus caricias que me herían como él no puede imaginarse y con su entusiasmo por el Festival de Cine que hoy ha comenzado. Una sarta de bofetadas me hubiera dolido menos que el afecto que me ha estado prodigando. Por librarme del remordimiento casi le declaro lo de anoche. Al final me ha preguntado si me importaba que se fuera a ver más películas por ahí. ¿Habrá pensado que lloraba porque se iba? Estoy fatigada y deprimida, deprimida, deprimida. La vida es una pu-ta-ca-ca.

10 lu.

Por la mañana, después de media horita de gimnasia con música y de un desayuno opíparo, salí a fotografiar gente pintoresca por lo Viejo. Pescadores, cesteras, quinceañeros amartelados, mamás con carritos, camareros, guardias del tráfico. Esta ciudad es un encanto. Conseguí que un señor me sacase una foto con Txantxillo. Si sale bien la haré ampliar. Fui luego al Paseo Nuevo a charlar un rato con el mar (la verdad es que no teníamos mucho que decirnos), a San Telmo a junar cuadros de un pintor del siglo XIX y a Portaletas, donde me he puesto las botas de calamares y tortilla. En la plaza de la Constitución había un negro vendiendo unas pulseras de artesanía monísimas. Carero el morenito, pero la tentación era muy gorda y le he comprado tres, una con dijes de arcilla cocida que es una gozada. En San Jerónimo me encapriché con una tortuga de porcelana expuesta en el escaparate. Tengo que darle un toque al aitá porque el bichito me ha costado un riñón. Comprar es un recurso infalible cuando quiero reconciliarme con la vida. Con Genaro por la tarde. Le debo amor y se lo voy a dar. Me encanta trabajar a su lado, sentir su respiración anhelosa cuando se afana en una tarea. A la vuelta del cine hemos estado varias horas confeccionando la revista. Hemos sudado la gota gorda porque queremos tenerlo todo listo para mañana. Estoy de acuerdo con él: los demás de La Placa son unos comodones. No basta con dejar la revista en manos de los libreros y esperar sentados a que vengan los compradores. Hay que metérsela a la gente por los ojos y eso es lo que nosotros pensamos hacer. Vamos a movernos. Mañana temprano acabaré la bandera sandinista. La amá ha prometido ayuda. Se conoce que haber encontrado el carné de marras le ha devuelto las ganas de vivir.

11 ma.

Elogios a la revista en La Voz de España. Aparece mi nombre en la reseña, pero no se hace ninguna alusión a mis poemas. Me parece de una estrechez intolerable que alguien que va de crítico literario pase por alto semejante cantidad de poesía. Hubiera preferido un comentario desfavorable. El artículo lo firma por supuesto una tipa. ¿Quién si no? Me la figuro en su casa, guisando patatitas con puerros para los nietos, chapada a la antigua, miope y canosa, poniendo carita de monja atormentada por la frustración al leer mis poemas, que primeramente le habrán gustado y luego ya no al comprobar que eran de una chica. Aparte ignorarme nos llama jóvenes, lo que ha desatado la justa indignación de los mamelucos. Le hemos escrito una carta bestial. Genaro ha venido a dormir. Le ha gustado mucho la bandera. Ahora le oigo trabajar en la sala. Está pintando la pancarta. Es incansable. También le ha parecido una marranada que la periodista no dedique una sola línea a mis poemas.

12 mi.

Esta mañana hemos vendido una porrada de revistas en el EUTG. Ambiente jatorra, bastante viento y ningún moro por la costa. Hasta el decano (un señor la mar de cordial) nos ha comprado un ejemplar. Notas favorables pero insultantemente cortas en Egin y Unidad. Nadie parece haberse dado cuenta de la existencia de mis poemas. Lo mejor: a mi cachorrito le han publicado una entrevista acompañada de foto guay. Se trata de un cuadro muy conocido de Velázquez. Sobre las cabezas de los personajes (un grupo de paisanos fusilados por un pelotón de franceses) ha puesto nuestras caras. Soy el de la camisa blanca que levanta los brazos. Como premio por ponerme en el centro le he regalado a mi cachorrito media china y un paquete de Winston. A pesar de la acogida favorable que la prensa está dispensando al número 1 de La Placa, la revista no se vende ni a tiros, por lo que hemos acordado bajarle otra vez el precio. Genaro tiene razón: hay que moverse, actuar, combatir.

13 ju.

Películas, películas, películas. Jo, te encocora ver que Genaro me besa y hace cucamonas. Sé qué mosca te pica cuando en el cine criticas en voz alta las películas, sueltas groserías, finges ronquidos en medio de las escenas eróticas, no paras de provocar al resto de los espectadores e induces al Pulcro a que te imite. A la salida del Victoria Eugenia me has susurrado al oído que tengo el culo grande. Querías joderme el día, ¿verdad? Pues enhorabuena, lo has conseguido.

14 vi.

Por teléfono a Jo: si piensas comportarte como ayer no vamos al cine contigo. La llamada surtió efecto. Jo estuvo calladito durante las películas, dale que te pego con Flakúas (qué par de borrachos) a una botella de vodka.

15 sa.

Son las tantas. Me duele la espalda y tengo los ojos irritados de ver películas. Hemos conocido a un chaval increíble. Mañana, si estoy descansada, me lo contaré.

16 do.

Tendrá la edad de Jo y se llama José Ángel. Un muñeco encantador, feote como él solo, con pelines en la nariz (que trajo pintada de rojo), una enorme cabeza y gafas como ruedas de camión. La caraba. No puedo pensar en él sin sonreír. ¡Qué criatura! Se sabía de memoria mis once poemas de la revista. Lo hemos pasado chachi a su costa. Llama a los mamelucos con los nombres trastrocados. Además tiene coche. Jo le nombró al instante chófer de La Placa. El chavalillo me hizo el efecto de ser un buenazo. ¿Lo echaremos a perder?

17 lu.

Una de las películas de hoy me ha impresionado. Genaro dormía con la cabeza reclinada sobre mi hombro. Los demás, como se aburrían, se han ido a escape, armando una bulla de la hostia para llegar a tiempo a otra película (probablemente una donde se vean tetas). Desde luego no se trataba de una historia apropiada para hombres. Ellos prefieren las pistolas, los puñetazos, las carreras y la chica desnuda. La psicología se les atraganta. Nada más aparecer la mujer en pantalla me he identificado con ella y con su elección de una meta vedada a su sexo en una sociedad dirigida por varones. Una mujer con dudas y debilidades, a ratos insegura, a ratos histérica, pero siempre dispuesta a levantarse después de cada caída y a sortear costase lo que costase todos los obstáculos interpuestos en su camino. Al final la mirada atrás, plena de desprecio hacia los amantes arracimados al pie de la escalinata. Izaskun, no te arredres, duro con ellos.

18 ma.

Vino mi cachorrito a media mañana con una pretensión perversa y pueril. Sí, perversa y pueril, no me contradigo. Que por favor le enseñase la vagina ya que nunca ha visto ninguna, ni siquiera la de su hermana esa que llora tanto y duerme en el mismo cuarto que él. No sabe a quién acudir con un ruego semejante. De broma, pero más seria que doña Casta, le he dado a entender que tengo novio. El pobre no podía ocultar su abatimiento. De pronto me he acordado de la película de ayer. Conque hijito, le he dicho, las cosas ricas de la vida hay que merecerlas, y en consecuencia ha fregado la vajilla y el suelo de la cocina, ha puesto mis libros en orden, me ha subido el periódico y unos bollos de la panadería y me ha hecho masajes en la espalda y nuca durante largo rato. Al final de todo aún preguntaba qué más tenía que hacer, dócil como cualquier hombre al servicio del agujerito. En premio a su buen comportamiento mamaíta Izaskun se ha tendido sobre la cama y le ha dejado echar una mirada entre las piernas. El pobre estaba más asustado que un cervatillo. Que si le quiero a él también un poquitín. Pues claro, ¡cómo no voy a querer a un hijo! Mañana bromazo a José Ángel. ¡Qué persona! Se lo cree todo.

19 mi.

Una vergüenza la broma que hemos gastado a José Ángel. El chaval es un pedazo de pan. ¿Con qué derecho le damos un trato tan ruin? Yo he decidido cambiar mi actitud hacia él. Se acabó mirarle por encima del hombro por la simple circunstancia de que sea una buena persona. Con esto no pretendo lavarme la manos ni echar la culpa a nadie, porque también yo he participado en los preparativos y ejecución de la villanía. Pero juro que no volveré a dejarme arrastrar a actos infames como el de esta tarde. Además el cementerio me produce canguelo. Presiento que esta noche tendré pesadillas. Me noto muy, pero que muy en baja forma. ¿El periodo, que se me está retrasando? Hoy, último día del Festival, he pasado de cine. Necesito permanecer tranquila, relajada, escuchar música, pensar en Genaro, en los aspectos agradables de la vida. He leído en una revista de la pelu que la intranquilidad y las preocupaciones originan jaquecas. Vaya, se me tenía que escapar la odiosa palabrita.

20 ju.

Hoy no he vivido.

21 vi.

El caldo de la amá me ha sentado bien. Parece que mi cuerpo lo acepta y que me da fuerzas para escribir unas cuantas líneas. La amá es una mujer buena, aunque triste. Quizá la tristeza le impide abrigar maldad. La tristeza es un estado del alma poco elegante. ¿Cómo se puede querer a alguien a quien no se admira? Dijo lo de siempre, que ella ha sufrido cefalalgia desde niña hasta que entró en la menopausia. Prefiere la vejez al dolor de cabeza. Eso lo comprendo. Pero, ¿por qué pone esa carita de pena cuando viene a consolarme? Me resisto a creer en la gratuidad de mis dolores. Más confortable sería la confirmación de que Dios me está castigando. ¿Y si viajara a Lourdes a echar un trago de agua santa? Genaro no da señales de vida. Cualquier día sorprenderé a todos tirándome por la ventana.

22 sa.

Los ojos me escuecen de llorar. Genaro, Jo, La Placa, la poesía, la fama, la amá, el aitá, todo me da absolutamente igual. Lo único que deseo es que se me pase este horrible dolor de cabeza. Por favor.

23 do.

Salir de un largo túnel donde resuenan redobles de tambor, engranajes rechinantes, estrépito de émbolos. Del techo caen sobre el mismo punto de mi cabeza pequeñas gotas de hierro fundido, plon, que perforan lentamente mi cráneo, penetran en mi cerebro y lo abrasan. No se ve nada, la negrura es total y de vez en cuando, a intervalos irregulares, mi frente se golpea contra una Viga o un dintel. Y así un día y dos y tres, sin pausa, por la mañana, por la tarde, por la noche. Un sano no podría entenderme. No sé dónde leí que la mirada del que no sufre es incapaz de llegar a la entraña de las cosas. Genaro comprende por fin lo que tantas veces le he explicado. Dos días ha permanecido en su casa con dolor de muelas. Ahora sabe lo duro que resulta atravesar el túnel, íbamos los dos esta tarde por la calle cogidos de la mano como niños maravillados de que existan farolas, papeleras, esquinas, taxis, lavanderías.

24 lu.

Una nubecilla basta para estropear un día soleado. De nada vale que el cielo esté azul y radiante en toda su extensión si en un punto remoto flota una sombra. Aquel pequeño jirón de vapor lo echa todo a perder, como si a un rostro agraciado le creciera una verruga. Así ha sido hoy con Genaro. El reproche de que sólo sé hablar de mí misma, aunque dicho en tono de chiste, como cosa que se insinúa sin otra intención que picar un poquillo, ha estado toda la tarde ensombreciendo nuestros besos, risas, promesas de amor, la charla íntima, los proyectos para el futuro, el paseo hasta el Peine de los Vientos. De aquella nube, estas lágrimas.

25 ma.

La Placa ha cambiado desde que José Ángel está con nosotros. Yo creo que el grupo se ha humanizado. Una delicia oír esta tarde a Jo hablar emocionadamente de César Vallejo. Hasta Genaro, que siempre se toma la lírica a chacota, parecía impresionado. Tengo la sensación de que conformamos un racimo de uva, cada cual encerrado en sí mismo, guardando las pipas (las ambiciones) en su interior, sin más contacto entre unos y otros que el roce fortuito de los pellejos. José Ángel, con su modestia y su bondad, es el escobajo que nos vincula a todos. Buen chico. Desde hace años padece asma. Los dos hemos hablado largamente de nuestros respectivos sufrimientos. Ha sido como sostener una conversación conmigo misma delante del espejo. Total compenetración. José Ángel es un amigo de verdad. Cada vez que pienso en la guarrada que le hicimos el otro día en el cementerio me entra un coraje que no me tengo. He vuelto a pedirle perdón. Él se lo toma a risa, ¡es tan bueno! En el cuchitril de Jo casi no podía respirar. Decían que si el humo de nuestros cigarros, que si el polvo de las tizas, que si la paja del canguro. Mitia, bonito, no hagas caso de esos bocazas que te echan la culpa porque no te quieren, y no te quieren, ¿sabes por qué?, pues porque no muerdes, no eres venenoso y no pueden esperar, como les gustaría, mal ninguno de ti.

26 mi.

Lurdes me ha contado que Marta hace el amor por dinero para costearse el caballo. Anda con tíos de muy mala pinta. ¡Quién lo dijera! Marta, la hija de un alto cargo de la caja de ahorros. Mal rollo la droga. Lurdes pretende introducirse con mi ayuda en La Placa. Ha visto mi nombre en el periódico y le han entrado ganas de hacerse artista. Se conoce que en los ratos libres pinta acuarelas. Dice que si yo estoy dentro por qué ella no. Por la tarde le he pedido a Genaro que la telefonease desde una cabina para comunicarle que a pesar de mis esfuerzos no es posible su ingreso en el grupo. Así lo teníamos convenido, pero luego Genaro, al aparato, se ha puesto la mar de brusco y grosero. ¡Qué bestia! Me he enfadado con él y él se ha enfadado conmigo por enredarle en cuestiones de mujeres. En consecuencia cada cual ha tirado por su parte. Ni siquiera nos hemos despedido. Una vez en casa he llamado a Lurdes para disculparme. Dice que no hace falta, que ya ha borrado mi nombre de su lista de amigas.

27 ju.

Estuvimos en casa de José Ángel, que quería presentarnos a su familia. Son gente de Castilla, cordial hasta decir basta. Nos han sacado un queso buenísimo, y eso que a mí el queso no me mola. El padre comercia con bebidas y tiene su propio almacén de vinos y licores. Se llama Resti, o sea Restituto. Es un tipo fenomenal. Se ha sentado con nosotros a la mesa, en mangas de camisa, venga hacernos reír, parecía uno más de La Placa. Es un forofo del ajedrez, como mi cachorrito. La madre me ha hecho señas para que fuera con ella a la cocina. Primero he pensado: ¿no se creerá que porque soy una tía le voy a pelar las patatas? Pues ella lo que quería era enseñarme fotos (el pueblo de Soria, su boda, José Ángel de pequeñín) y hablar conmigo. Pero hablar conmigo de tú a tú, cogidas de la mano, como buenas amigas. A las dos nos gusta el punto y ella está enamorada de mi melena, que le recuerda a la suya cuando era joven. Salvando la edad, tenemos muchas cosas en común. Jaquecas no ha padecido apenas, pero sabe por su hijo lo que es sufrir con frecuencia, y cuando le he contado lo mal que lo paso todos los meses y lo sola que me siento, de buenas a primeras me ha dado un beso que casi me pongo a llorar. La verdad es que hoy me lo he pasado superguay. Genaro estaba un poco descentrado. De segundón en todo. Al despedirnos me ha pedido muy seriamente disculpas Se conoce que también tiene sus momentos bajos.

28 vi.

Me presenté por sorpresa en la tienda, cargada de los mejores deseos La vieja dormía a pierna suelta con el gato sobre las faldas. Cualquiera habría podido robar tranquilamente lo que le diera la gana. Reina tal suciedad por todas partes que no me explico que venga nadie a comprar. Genaro estaba leyendo en la trastienda. Al verme ha sonreído sin alegría y se ha dejado besar como quien se resigna a que le dé el viento en el moflete. Después de no pocas preguntas me ha confesado la causa de su desánimo, o para ser más exactos las causas, pues hay dos. Una, que se da cuenta de que no soy feliz a su lado, a lo cual he replicado cariñosamente que entiende poco de mujeres, porque con él me encuentro de maravilla. La otra causa es que últimamente Jo no para de acosarle con críticas y reproches, echándole la culpa de que el grupo haya perdido el espíritu combativo de hace unos meses. Me ha enseñado un ejemplar del número 1 de La Placa con anotaciones de Jo a su trozo del cuento sobre el negro librero, a nuestro manifiesto en pro del sandinismo y a los versos de cachondeo atribuidos a Rafael Alberti. Jo lo tira todo por tierra, también la portada pintada por Genaro, y pone en duda la formación intelectual de éste, a quien varias veces en los últimos días ha calificado de escritor voluntarioso y hábil, pero huero. Sin pérdida de tiempo he telefoneado a Jo para decirle que queríamos verlo por la tarde. Ha sido una buena idea, porque gracias a mi iniciativa los dos se han reconciliado. Genaro estaba luego tan contento que ha convocado para mañana a todos en la chocolatería. En su euforia se le ha ocurrido por lo visto una idea genial para un cuento que está escribiendo y se ha ido a casa. Me echaba besos por la ventanilla del autobús. La verdad es que si él no hubiera mencionado esta mañana el asunto, ahora no estaría yo dudando de si soy feliz a su lado ni pensaría que probablemente tiene razón al suponer que no.

29 sa.

Nos hemos enterado de que Cacharrito posee una barca llamada Soledad. En realidad ya no le pertenece, pues la ha vendido, pero como hasta el lunes no la entregará al nuevo propietario se nos ha ocurrido que podríamos emprender mañana, haga el tiempo que haga, una excursión marítima. Jo tenía hoy uno de esos días atípicos en que parece haber despertado de una larga somnolencia para asumir durante varias horas la jefatura de La Placa. Ha pedido más acción, más movimiento, y menos libros. Todos han dado su conformidad y ya están ultimados los preparativos para el viaje de mañana. Yo llevaré café y bizcochos. Y pienso remar como el que más, aunque me destroce las manos, porque no tengo ganas de hacer de paquete lindo ni de damisela frágil. Jo estaba exultante trazando el plan de conquista, pues por lo visto seremos guerreros a la caza del indígena. Nos ha contado que había asistido en representación del grupo a los funerales por el concejal que ayer mataron los fachas. Decía que por un pelo no le ha sacudido una hostia al alcalde. Hoy era el día de Jo. Justo él, que postula la coherencia moral, ha propuesto que asaltemos el faro de la isla. Jo olía a perfume del que se echa para encender a las hembras. ¿Me la estará pegando?

30 do.

Octubre

1 lu.

El domingo, un día que jamás olvidaré. No faltó nada, ni por supuesto la jaqueca de rigor que todavía me dura, aunque afortunadamente es de las que pueden soportarse. Por un momento me vi muerta y recé, y quizá ese rezo en voz baja, cuando estábamos a punto de ahogarnos, fue la clave de nuestra salvación. En la Biblia se narra un episodio semejante. Dicen que haber sentido la proximidad de la muerte puede cambiar de raíz a una persona. Tengo el convencimiento de que es así. Me noto completamente transformada, como si se me hubiese caído del rostro un velo que me impedía ver. Ahora me doy cuenta de cosas que antes ignoraba. Cosas buenas y cosas malas, de mí y de los demás. Sé, por ejemplo, que puedo cometer injusticias. A poco que me quede una pizca de honradez debería abandonar La Placa, si es que el grupo sobrevive a lo de ayer. El telefoneo demencial de esta mañana y la violenta, desagradable y triste reunión de esta tarde han sido un claro indicio de que todo ha terminado, Genaro se equivoca de medio a medio al echar la culpa del accidente a Flakúas, un chaval tímido pero con mucha sangre fría y una personalidad enorme. Reconozco el mal que he causado. Si yo no hubiera insistido en desviarnos del rumbo inicial, Cacharrito no habría perdido la barca, ni el Cojo la radio de marras, ni Genaro habría tenido necesidad de exhibir su infinita cobardía, ni nos habríamos él y yo separado de-fi-ni-ti-va-men-te. Pero también es cierto que si Jo no me hubiera soltado aquella impertinencia en el puerto, la excursión se habría desarrollado de modo muy distinto. Ahora ya no hay remedio. Roto el hilo del collar, las perlas se han diseminado.

2 ma.

Pasé por la óptica a recoger las gafas, las más horteras que tenían. He decidido no gustar a nadie (vestiré jerséis gruesos para que no se me noten los pechos). Al poco de llevar puestas las gafas nuevas se me ha quitado el dolor de cabeza. ¿Serían las gafas anteriores las causantes de mis jaquecas? Me gustaría creerlo. Genaro se ha largado a Madrid en tren. Me ha llamado para decírmelo y para que sepa que él nunca ha pretendido hacerme daño. Muy bien, adiós. Luego me he arrepentido de mi frialdad. A mi cachorrito no le dejan salir de casa. La Merceditas me habló muy seca. ¡Cómo me odia la pobre fregona! De Jo no quiero saber nada. Estará con alguna tonta del bote (que le aproveche). Mañana sin falta hablaré con Flakúas. Seguro que él sabe algo. ¿Cómo podría sonsacárselo? Ahora que La Placa se ha acabado, he decidido dedicarme en cuerpo y alma a los estudios. He hecho esta promesa mientras rellenaba los papeles de la matriculación. Si es preciso me pasaré el año encerrada entre librotes. Es hora de ir pensando en el futuro.

3 mi.

Hoy me levanté ansiosa de verme envuelta por azar en algún episodio incomprensible, encontrarme en calles estrechas con tipos siniestros, hablar en voz baja con gente cruel o desventurada. En una palabra, hacer de Karl Rossmann por Donostia, a la manera de mi cachorrito, que de vez en cuando se va solo por esas calles de Dios a ver si provoca literatura. Al principio la idea me gustó. Uno de los transeúntes a los que he preguntado si podían indicarme por dónde cae el hotel Occidental (que no existe) quería ligar conmigo. El colmo ha sido una vieja que me ha mandado sin dudar hacia la zona del Orly. Y eso ha sido todo. Bueno, eso y que no valgo para divertirme sola.

4 ju.

Llegó una carta de Cacharrito rebosante de ternura. Tiene un corazón que no le cabe en el cuerpo. Nos convoca el domingo en su casa para que nos reconciliemos. Jo, roñica, deberías tomar ejemplo del chaval y no insistir en que te paguemos la puñetera radio. He telefoneado a Cacharrito sin pérdida de tiempo. Por su madre he sabido que salió ayer hacia La Póveda. Como se encontraba malucho para conducir, su padre decidió llevarlo y quedarse dos días con él. La Emiliana (ya nos tuteamos) me ha preguntado si me apetecía hacerle compañía ahora que está sola en casa. ¡Qué hembra la Emiliana! Tiene sus rarezas, como todas, pero congeniamos igual que dos amigas. Gran cocinera. Me ha enseñado a freír torrijas.

5 vi.

Hacía una porrada de tiempo que no leía un libro hasta el final. La causa (que Genaro se negaba a creer) es que me fatigo mucho leyendo. No puedo permanecer largo rato sentada. Enseguida empiezan a dolerme el cuello y la espalda. Estoy hecha un mueble viejo. Sólo tumbada en la cama o en el sofá me siento capaz de enfrascarme de veras en una obra. La novela de Kafka me ha parecido espléndida. Pero, ¿de qué sirve leer un libro si no tengo a quien contarle el argumento?

6 sa.

Estoy deseando que llegue mañana. ¡Cuánto me gustaría que todos acudieran a la convocatoria de Cacharrito! Le diré a Jo que le pago una radio nueva y, si hace falta, el catalejo. Pediré perdón por mi insensatez que provocó el accidente, a ver si de este modo las aguas vuelven por donde solían, porque no aguanto un día más sin mi Placa. He visto a Aramburucópulos junto a la barra del Young Play besuqueándose la mar de calentito con una gacela. Le ha costado un buen rato acordarse de mí. Al final lo único que he sacado en claro de nuestra breve conversación es que me he suscrito a la revista Kantil.

7 do.

Tengo la impresión de que hoy hasta las aceras y las cornisas estaban de buen humor. Calificativo para este día que ahora llega a su fin: a escoger entre bello, maravilloso, emocionante. Ha habido un momento en casa de Cacharrito en que me sentía inmensamente feliz a causa del clima de cordialidad y armonía que reinaba entre nosotros. La consecuencia, claro, es que no he podido aguantarme las ganas de ir a la cocina y romper a llorar en brazos de la Emiliana. Después de la reunión de esta tarde La Placa ha salido consolidada. El mérito corresponde a Cacharrito, y así se lo hacemos saber en la carta que le hemos escrito entre todos. El día de hoy ha sido una sonrisa continuada. Encuentro cordial con Genaro, que cuando quiere sabe ser suave como pocos. Llegó al piso mientras me preparaba para salir. Me ha traído un collar de Madrid (no muy bonito, pero a fin de cuentas un obsequio). Ahora que lo nuestro ha terminado le gustaría que nos uniese la amistad. He tenido que encerrarme a toda prisa en el cuarto de baño para que no me viera llorar. Hemos llegado tarde a la reunión; pero sólo estaba mi cachorrito, que al parecer llevaba dos horas jugando al ajedrez con Resti. Jo ha sido el último en aparecer, ¡con corbata! (parecía un vendedor de Biblias a domicilio). Se le notaba en la sonrisa y en el brillo de los ojos que estaba de buen humor. Señales del león por las cuales sabemos las cebras que la fiera, ahíta, no nos atacará. Sin quitarse la chaqueta (nueva, se nota que anda otra vez bien de pelas) ha declarado que pelillos y radiomagnetófonos a la mar, de manera que al poco de sentarnos a la mesa ya éramos todos amigos. Hay que reconocer que con Resti por medio, que es capaz de mover a risa al marco de una puerta, no habría sido posible la disputa. Finalmente hemos dictaminado que la culpa de todo lo que pasó la tiene Soneto Martínez, a quien de consuno hemos condenado a la pena capital. La Placa sin espíritu juguetón no seria La Placa. Yo he prometido unos pantalones del aitá para el muñeco, Jo la corbata y los demás ya verán. Al salir, Jo les ha dicho al Resti y a la Emiliana que tienen un hijo que vale un potosí. El Resti se mondaba de risa al enterarse de que llamamos Cacharrito al muchacho. Después Jo nos ha invitado a cenar en un restaurante. Durante la cena hemos hablado de Flakúas, cuya incomparecencia no ha gustado ni pijo. ¿Se habrá salido del grupo como parece que pretendía el lunes pasado? Sería una lástima porque el chaval, aunque es un rato cerrado, vale lo suyo. Quizá se encuentre enfermo o no haya recibido la carta de Cacharrito.

8 lu.

He asistido a las primeras clases y me he aburrido como una ostra. Silla incómoda, rollo monumental y las mismas jetas con gafas de siempre. Yo no sé qué pretenden los profesores endosándonos tanta bibliografía. ¿Se pensarán que el día de un estudiante dura cincuenta horas? Marcos sigue lleno de granos, el pobre. ¡Qué manera de hacerse el sueco! Con lo feo que es, ¿creerá que me castiga negándome el saludo? Por la tarde hemos confeccionado aquí a Soneto con cartones que ha traído Genaro de la tienda. Flakúas ha contribuido con una camisa y ha pedido disculpas por su ausencia de ayer. El grupo, pues, está completo. El ambiente es óptimo.

9 ma.

El ahorcamiento de Soneto Martínez ha resultado un acto redondo. Al poco de colgarlo ha irrumpido la poli con bulla de sirenas y ha acordonado la zona. Estábamos cerca. De miedo se me ha escapado la orina. Creían que el pelele escondía una bomba. Por la mañaña le han publicado a mi cachorrito una nota en La Voz. En ella hace constar las siete acusaciones probadas que han conducido a la condena de Soneto. Sensación de no estar sola, de tener amigos, de ir por el buen camino, de que el mundo, como decía Luis Cernuda, está bien hecho.

10 mi.

Se acabó la armonía. ¿Algún maleficio nos induce a periódicas discordias? Todo iba bien en los días pasados y al Pulcro se le tenía que ocurrir la estupidez de taponar el banco con mierda. Para partirle la cara. A mí que Genaro andaba detrás de la jugarreta. Y, desde luego, Jo, ¡qué pocas aguantaderas tienes! Estoy tan rabiosa que me puesto a discutir con la amá nada más llegar a casa. Que no me va a limpiar el piso. Ahora que nadie me oye, creo que me sienta bien enfadarme un poquito de vez en cuando, hacer de gata escaldada por la vida.

11 ju.

La pasada noche tuve un mal sueño. Una mano de gigante aferraba mi cabeza y la oprimía contra un plato en cuyo fondo había una abertura. Entre los dedos descomunales mi cabeza no abultaba más que una pelota de tenis. No tengo posibilidad ninguna de desasirme. Con gusto gritaría, pero me falta oxígeno y al mismo tiempo sé que necesito de todas mis fuerzas para succionar aire a través de la abertura que hay en el fondo del plato. Mi vida depende de ese empeño. Después de un tiempo la mano levanta mi cabeza. Yo finjo que me hallo al borde de la asfixia para dar pena a la persona desconocida que me maltrata. De pronto descubro un nuevo plato ante mí, de otro color pero con idéntica abertura en su fondo. Mi cara vuelve a descender y es apretada contra la loza, y así de un plato a otro, sin que alcance nunca a descubrir la identidad del gigante. En todos los casos mi boca o mi nariz coinciden con el agujero del plato. Gracias a eso puedo tomar aire. He estado el día entero buscándole sentido a mi sueño. En balde. ¿Se tratará de una premonición? A lo mejor alguien está tramando a estas horas algún daño contra mí.

12 vi.

Drama en casa de mi cachorrito. Ayer ingresaron a la abuela en un hospital de ancianos. Por lo visto tiene un cáncer como una catedral. La familia está hecha polvo. Le dan no sé si una semana o dos de vida. El cachorrito vino a contármelo. Se le veía exultante. Yo no me explico qué encuentra de atractivo en la muerte. A mí la muerte me parece sencillamente horrorosa. La muerte es como un bicho asqueroso con muchas patitas y pelos negros que nos sube por las piernas y nos araña sin cesar y aunque una se ponga a gritar como una loca no se despega. Vida, vidita, vida, sé buena, no te separes nunca de mí.

13 sa.

Jo nos convocó para enseñamos el coche de segunda mano que se ha comprado. Ningún pelo sospechoso en el respaldo del copiloto Reconciliación general, intercambio de disculpas, votos de amistad eterna. Aparecí con pendientes nuevos, pero los mamelucos no repararon en el detalle (cerdos). Dentro de unas horas, a las cuatro de la madrugada, saldremos Jo, Genaro y esta señora para La Póveda. Visita de médico a Cacharrito, ya que volveremos en el día. Mi cachorrito y Flakúas no vienen. El uno prefiere quedarse a cuidar a la abuelita, el otro tiene no sé qué compromiso familiar. Excusas. Debí haber llamado a la Emiliana. Seguro que me hubiera dado algún encargo para el hijo. De paso me podría haber aconsejado sobre la ropa que me conviene. No me gustaría escandalizar a los aldeanos. Ahora ya es tarde. Espero que no se enfade. Quedan tres horas y pico para la partida. Estoy muerta de sueño, pero dudo que con esta excitación consiga dormir. Aprovechando que Genaro y Jo se liarán a rajar de literatura trataré de dar una cabezada en el coche.

14 do.

La Póveda de Soria: un pueblo solitario, frío, pero apacible, idóneo para la meditación y los soliloquios. ¡Si pudiera convencer al aitá para que compre allí una casita de piedra! En los malos momentos tendría adonde ir a reponerme o a estudiar antes de los exámenes sin que nada ni nadie me distrajese. Pasearía por el campo provista de bolígrafo y libreta como hace Cacharrito y anotaría versos y pensamientos que se me ocurrieran durante las caminatas. Jo y Genaro, que hoy parecían empeñados en estar de acuerdo en todo, prefieren la vida urbana, con luces de neón, humo, gentío, cines, estrépito y accidentes de tráfico. A ellos la paz rural no les dice nada. Las ovejas por las calles, las viejitas de luto, la campana de la iglesia, el rústico de cara coloradota montado en burro o los perros dormidos al sol configuran una estampa pintoresca que miran por encima del hombro y les proporciona un pretexto para cachondearse y sentirse superiores. Odio la arrogancia. Afortunadamente la visita ha tenido otras facetas. Sin ir más lejos me ha permitido entender un poco más a Cacharrito. Esa sencillez y humildad suyas que lo hacen tan adorable yo las he visto impresas en las callejuelas, en las paredes pardas, en los rostros limpios de rigidez de los lugareños. Había puertas y ventanas abiertas por todos lados. La Póveda es como un alma de piedra por la que se puede transitar. Es el alma generosa de nuestro amigo Cacharrito, cuya acogida ha sido un portento de suavidad. Nos ha abrazado sin decir una palabra, tímido y sonriente, pasando la mirada de uno a otro como si no terminara de creer que era cierta nuestra llegada. Quiero a Cacharrito como a un hermano. En el pueblo todo el mundo le saluda, le habla y le aprecia. Y es que parece imposible que alguien pudiera estar a malas con él. Cacharrito es demasiado bueno para este mundo. Por la tarde, después de tomar café en casa de sus tíos, hemos paseado por los vericuetos donde él acostumbra retirarse para leer y pensar. Por el trayecto no cesaba de decir que en ese instante estaba cumpliéndose uno de los grandes sueños de su vida: recorrer en compañía de miembros de La Placa aquellos caminos empinados que tanto representan para él (menos mal que no me puse los zapatos de tacón). De vuelta al pueblo, Jo me ha contado que pensaba desplazarse a Suiza a finales de este mes. Ha preferido suspender el viaje en vista del estado en que se encuentra su madre. El psiquiatra desaconseja por el momento la visita. Una cosa que me ha impresionado mucho es que de un tiempo a esta parte, cada vez que hablan por teléfono, ella le confunde con el hijo que murió. Al parecer le ha vuelto la obsesión por suicidarse. Jo me inspira temor. En el coche, mientras volvíamos, se reía y soltaba paridas como si fuera el hombre más feliz de la Tierra. Pretendía que pasásemos la noche de juerga en Logroño. De broma le he preguntado: ¿qué va a decir tu novia si no llegas a casita para la hora de la cena? No ha contestado nada, ni siquiera ha hecho un chiste. ¿Será cierto que tiene novia? Me huelo lo peor. Pobre Cacharrito. Hacía un efecto de lo más apagado cuando nos hemos despedido.

15 lu.

La Emiliana me ha reñido (cariñosamente) por habernos largado a La Póveda sin avisarle. Le he contado que vi a su hijo mucho mejor, aunque un poco decaído. También que comí chuletillas de cordero en una taberna. Por Dios, que cómo se me ocurre despilfarrar el dinero habiendo casas y parientes donde atiborrarme. Pues cuando ha sabido que compré manzanilla en el tenducho de una prima carnal de Resti casi me atiza con el cucharón. La Emiliana (que en realidad nació en Tera) no podía esconder su emoción al escuchar noticias del terruño. Me ha hecho describirle a la gente que encontramos por las calles. Continuamente me cortaba para decir: ése sería alguno de los chicos de Venancio, ése Paulino Antoranz. Una de las veces me he inventado las señas de una persona y ella no ha dudado en atribuirlas al marido de una tal Simona. Admirable mujer. Tiene un garbo que envidio.

16 ma.

La amá destrozada. Se encuentra esta mañana con la Paquita en la escalera. Bla, bla, bla. A las pocas horas rumores por el edificio. La Paquita en el otro barrio. Bruja, ¿cómo olvidar que siendo yo niña salías a reprenderme porque metía ruido bajando los escalones? Vuelvo de la facultad y me encuentro a la amá llorando a cántaros. Tengo el piso hecho una pocilga. ¿Quién me lo limpiará?

17 mi.

Visita de mi cachorrito, que venía de pasar unas horas en casa de Flakúas. Le he prohibido que me cuente chismes sobre el hospital. Llevo una racha de días buenos y no quiero que me los estropee. Dedicación intensa (dentro de lo que cabe) a los estudios. Ganas de ilustrarme. Me he comprado el María Moliner. Ampliaré mi vocabulario. Un ejemplo: in illo témpore se podía ir a Inglaterra a pie. Sorprenderé a los mamelucos.

18 ju.

La he visto. La puerca existe. Me lo venía remusgando desde hace tiempo. Una tía de lo más vulgar. Más vulgar imposible: jersey negro y zapatillas de deporte, como para ir a arreglar motocicletas a un taller. Una modistilla o la novia paleta del soldado, con melenita negra y andares de chacha de hotel. Los dos comiendo cacahuetes por lo Viejo. Qué bajo has caído, don filósofo. ¿Y tú eres el que decía que sólo se ilusionaba con las mujeres totales? ¿Te parece que la poquitacosa te hará experimentar el ser en sí? ¡Menudo pago das al cariño que te he dado! Cojo, eres un grandísimo cabrón tullido y la Izaskun se va a tirar en brazos del primero que pase. Sólo por joderte sería capaz de volver con Genaro. De alguna manera he de cobrarme las lágrimas que me has hecho derramar en tu miserable vida de cojo.