Mariana regresó a su camarote deseando contarle a Julia el resultado de su aventurada incursión.

—¿Sabes que ha desaparecido una carpeta de documentos del camarote de Carmen? —dijo Mariana a su amiga desde el cuarto de baño mientras se desprendía del bañador—. Me voy a duchar para quitarme la crema de encima y me visto de un voleo. Pero dime qué opinas.

Entró en el baño, dejando la puerta abierta para seguir hablando y soltó el agua de la ducha. Julia, que estaba sentada en la butaca junto a la ventana, dejó a un lado el periódico que estaba leyendo, se levantó y rodeó las camas para aproximarse a la puerta del baño y hacerse oír.

—¿Sabes que a lo peor no podemos salir de aquí? —comentó Julia.

—¿Salir de dónde?

—Salir de Egipto. ¿No te has enterado de las noticias?

—¿De qué estás hablando?

—Mister Bush y sus amigos están a punto de invadir Irak y esta vez va en serio. Puede que mañana mismo.

Mariana exhaló un gemido bajo el agua. Julia se recostó a un lado de la puerta, cruzada de brazos.

—Lo que oyes. Y nosotras en medio.

Mariana cerró el grifo, recogió una toalla del toallero que estaba en alto, frente a ella, se la enrolló al cuerpo y salió de la ducha.

—O sea, que han decidido atacar por su cuenta y riesgo —dijo mientras se buscaba su ropa en el armario. Luego volvió con ella al baño dejando la puerta entornada—. Así, sin encomendarse a Dios ni al diablo —prosiguió al tiempo que se vestía. Julia se encogió de hombros y acabó por sentarse en la cama. Mariana regresó vestida del baño—. Es evidente que lo tenían decidido.

—Es evidente —confirmó Julia—. Pero, cuéntame, ¿qué historia es esa de la carpeta?

Mariana, que había elegido una blusa ligera de color azul y unos pantalones cortos, se sentó en la cama para calzarse las zapatillas. En medio de la operación, soltó los cordones y se quedó mirando a su amiga.

—Esto es una catástrofe —sentenció.

—¿Por qué? ¿Qué han encontrado ahora?

—Me refiero a la invasión de Irak. Me recuerda a Vietnam. Nuestro presidente estará en el ajo ¿no?, porque además de ser el mamporrero de Bush para romper la actitud europea de respetar el derecho internacional, nos va a meter en uno de esos líos de los que luego no se sabe cómo salir. Y, por cierto, espero que no tengas razón en tus temores y podamos salir de aquí antes de que se produzca la invasión.

—Yo me estaba refiriendo a nuestra desaparecida.

—Ah, pues no sé, creo que están por la labor de considerarla… no sé qué. La verdad, no sé en qué están pensando, pero me parece que va calando la idea de un accidente.

—Y tú sigues sin verlo así.

—Yo no he hecho un crucero en mi vida, pero, por lo que sé, no suelen desaparecer los pasajeros por las buenas. Y van dos, porque la espantada de Dolores me da en qué pensar.

—No sé qué decirte.

—Querrás decir que no tienes explicación, Julia, porque es decididamente extraordinario, reconócelo.

—Da igual que lo reconozca o no. Será la policía quien lo decida —concluyó Julia.