Juntas, Ada y Mariana llegaron ante la puerta del camarote de la primera y entraron. Era una especie de cabina adyacente al camarote de Carmen, aunque no se comunicaban interiormente, pero sin duda estaba concebida para el acompañante de quien ocupara la estancia contigua. Se hallaba perfectamente en orden, nada había fuera de lugar. Las dos mujeres tomaron asiento en la cama, pues aunque la cabina disponía de espacio, éste no era mucho y la única silla que había en la estancia estaba ocupada por una ropa cuidadosamente doblada. Ada hizo ademán de ir a retirarla para ofrecer la silla a su acompañante, pero Mariana se había negado señalando la cama con un claro ademán. Así se sentía más en confianza.

—Es pequeño y un poco incómodo —comentó Mariana.

—Enfrente hay otro igual. Lo iba a ocupar Ricky, por estar junto a su padre, pero al final se quedaron con el más grande para los dos.

—Y el equivalente al de usted, ¿no lo ocupa nadie?

—No, que yo sepa.

—Pero alguien tendrá la llave.

—Sí, supongo que sí… —Ada la miró de hito en hito—. ¿Usted cree…?

—¿Y por qué no? Aunque supongo que al registrar el barco habrán mirado ahí adentro.

Las dos mujeres se miraron en silencio.

—Sea como fuere —continuó Mariana— mañana preguntaré a nuestro anfitrión. Él también está muy fastidiado con todo este asunto. Supongo que debe de ser una contrariedad para sus intenciones de negocio en este crucero un asunto como el de la desaparición de Carmen.

—Él se ocupaba mucho de ella, aparte del hecho de ocuparse también de muchas de sus inversiones. Y, desde luego, la mimaba. Incluso tuvo que mover a alguien y traer a Tati al camarote de enfrente al de Carmen para que los Llano consiguieran el suyo, una puerta más allá.

—Tenía entendido que era su ex esposo el que se ocupaba de asesorarla.

—Los dos, en realidad. Pero el señor Guzmán es el que tiene una dimensión más internacional y don Ignacio opera dentro de España. La fortuna de Carmen está muy diversificada y sus operaciones son bastante complejas, por lo que yo sé, que no es mucho, pero, claro, como secretaria suya… Y no son sólo ellos los que participan; hace unos meses que Carmen entró en contacto, por medio de la firma de abogados que la representa, con una importante asesoría perteneciente a una banca privada que se dedica a captar capital de clientes selectos. La verdad es que… —titubeó— bueno, ha habido cosas raras… no sé… son cuentas complicadas de manejar…

—¿Cuentas complicadas, eh? Entiendo. Por cierto —dijo Mariana cambiando de conversación—, tiene usted una llave del camarote de Carmen ¿no es así?

—Sí. Aquí la tengo —dijo buscando en su bolso.

—Perfecto —dijo Mariana poniéndose en pie con resolución—. Vamos a entrar ahora mismo, aprovechando que todos duermen. Ah, y ya va siendo hora de que nos hablemos de tú ¿no te parece?