Notas

[1] C. Lutrell, el último investigador que intervino en la debatida cronología de las obras de Chrétien, ha propuesto retrasar la fecha de composición de sus novelas, situando El Caballero del León hacia los años 1186 y 1189.

[volver]

[2] La alusión figura en el prólogo del Cligès: Ceste estoire trouvons escrite, / Que conter vos vuel et retraire, / En un des livres de l’aumaire /Mon seignor saint Père a Biauveez; (vv. 18-21).

[volver]

[3] Entre ellos unas leyendas galesas que recogidas por los juglares, constituirían un modelo, tanto para Chrétien como para los mabinogion o cuentos galeses, que ofrecen coincidencias narrativas con las obras del novelista: Gereint = Erec, Owein = Yvain, Peredur = Perceval.

[volver]

[4] Verso 14 de Erec.

[volver]

[5] Véase H. Pirenne, Histoire économique et sociale du Moyen Age, pp. 87-88.

[volver]

[6] v. 167 «… el corazón coge en el vientre»: este curioso acercamiento anatómico no lo era tanto para el hombre medieval. Unas expresiones como avoir du coeur au ventre o en español con matiz ligeramente distinto «hacer de tripas corazón» atestiguan esta asociación para evocar lo más hondo del ser.

[volver]

[7] v. 197 «… un azor ya mudado,»: se trata del azor más preciado por los cetreros, porque en aquellos tiempos las mudas resultaban una enfermedad a veces mortal para aves como azores y halcones. Con cada muda iban oscureciéndose las plumas y adquiriendo mayor precio el ave cuando tenía el color ya fijado.

[volver]

[8] v. 209 «… valvasor»: era el vasallo situado en el último escalón de la jerarquía feudal. Sin embargo es frecuente que aparezca retratado en textos literarios como aquí, es decir, como modelo de caballerosidad, y así ocurre por ejemplo en el Erec del mismo Chrétien. En el prólogo se alude al papel que se atribuye a los estamentos más desfavorecidos y el nuevo código de valores que surge en el último cuarto del siglo XII.

[volver]

[9] v. 217 «… sobre aquel disco dio el valvasor tres golpes»: aunque aquí sea otra la finalidad de la llamada, pues se trata de avisar de la llegada del caballero a la «mesnada», es decir, a la gente del castillo, parece que su función primitiva en los hipotéticos relatos anteriores que utilizara Chrétien sería reminiscencia de ritos propiciatorios para hacer llover. Así, disco, fuente, escalón y vasija formaban parte del mismo motivo de la tormenta desencadenada, pues discos de cobre y/o tambores cuyos redobles imitan el ruido del trueno, constituyen un rito ancestral para atraer la lluvia (cf, C. B, Lewis, «The function of the gong in the source of Chrétien de Troyes’ Yvain» in Zeitschrift für romanische Philologie, t. XLVII, 1927, pp. 254-70).

[volver]

[10] v, 231 «… escarlata azul como pavo real, ribeteado con piel de petigrís»: la escarlata, de lana o seda, no era necesariamente roja. En cuanto al petigrís era una piel muy apreciada, de una ardilla nada común traída de Siberia y moteada de gris y blanco, de ahí su calificativo de «variada» en el antiguo francés vair.

[volver]

[11] v. 371 «… sin haber cumplido con su costumbre»: sobre el papel fundamental de la costumbre en la obra, véase el epílogo y sus referencias a los estudios de E. Köhler.

[volver]

[12] v, 424 «… era de esmeralda… y con cuatro rubíes»: la virtud de hacer llover atribuida a ciertas piedras como la esmeralda, figura en lapidarios de la época, tal como lo señaló P. Meyer (en Romania, t. XXXVIII, 1909, citado por Nitze, v. bibliografía). Ahí se encuentran los mismos elementos que en el relato de Chrétien: fuente y vasija, esmeralda y rubíes, sol, hervir del agua y aguacero. No cabe duda que como en el caso del disco (v. nota 4), se trata de una cristianización de los antiguos ritos propiciatorios, que subyacen en toda la mitología clásica. De ahí que defensores de las fuentes celtistas de Chrétien y partidarios del legado clásico hayan podido polemizar durante más de medio siglo.

[volver]

[13] v. 544 «… cuál era mi papel»: está desconcertado porque su adversario no ha actuado según el código de caballería, que manda tomar juramento al vencido en el mismo lugar de la derrota. El vencido debía reconocerse como tal, jurando que se constituía preso, lo que no llevaba confinamiento sino obligación de aceptar las condiciones del vencedor y dar a conocer su derrota ante la corte más próxima. Así sucede cuando Yvain toma juramento al conde (vv. 3274 y sig.) y le lleva hasta el castillo de la dama de Norisón, que le dictará sus condiciones (vv. 3288 y sig.). En todas las victorias de Yvain que no se saldan con la muerte del enemigo, sus derrotados contrincantes se ponen a su merced. Tras la justa final que opone Yvain a Gauvain, ambos caballeros pugnan por proclamar cada uno su derrota en un largo debate, al que pone fin el rey muy hábilmente, pero sólo entonces pueden dejar los combatientes que les quiten sus armas (vv. 6439-46), Por tanto, la conducta de un vencedor huyendo es del todo anómala, y se puede pensar que Chrétien ha querido con ello conferir a la aventura un carácter extraño, rayando en lo fantástico.

[volver]

[14] v. 594 «… el sultán Loradín»: se trata del sultán Nur-ed-Dîn, al que combatían los Cruzados en Tierra Santa. El año de su muerte, 1174, sirvió a algunos autores como G. Cohén para situar la fecha de composición de Yvain, anteponiéndola a dicho año y, por tanto, a la del Chevalier de la Charrette (Lancelot), pero esta alusión histórica en ningún caso puede servir de referencia, pues como apuntó J. Frappier, es evidente que la muerte del sultán no impediría que se siguiese aludiéndole.

[volver]

[15] v. 614 «… amarga como la escamonea»: se trata de una planta de la familia del volubilis, traída de Asia Menor y utilizada como medicina purgante, por tanto, la comparación que hace la rema no deja de ser humillante para el senescal.

[volver]

[16] v. 661 «… Uterpendragón»: padre del rey Arturo, emprendió con la ayuda del profeta Merlín una larga gesta. Varios episodios protagonizados por gigantes, meteoros y dragones figuran en la Historia regum Britanniae que compuso Geoffrey de Monmouth hacia 1135.

[volver]

[17] v. 1180 «… prueba manifiesta»: es una alusión a la creencia de que las heridas de un hombre muerto violentamente volvían a sangrar para delatar si se le aproximaba el autor de su muerte.

[volver]

[18] v. 1885 «… aún espolvoreada con tiza»: se trata de una prenda nueva aún sin estrenar, pues se utilizaba la tiza como apresto y para la conservación de las pieles (cf. nota de W. Foerster al v. 1885 «a tot la croie»).

[volver]

[19] v. 3698 «… a la reina se la ha llevado un caballero…»: Chrétien alude a las aventuras de Lanzarote y Gauvain tras el rapto de la reina Ginebra que constituyen la materia de su Chevalier de la Charrette, alusión que ha desencadenado conjeturas opuestas en cuanto a la composición de ambas novelas: para unos se demuestra así su simultaneidad, para otros la anterioridad del Yvain. La complementariedad de las dos novelas no reside sólo en la implicación de la trama narrativa, sino en intrincados lazos familiares. Así, más adelante en el relato, el castellano huésped de Yvain, que resulta ser cuñado de Gauvain (vv. 3910 y sig.), vuelve a contar lo que será la trama de Lancelot. Pero la interdependencia de ambos relatos no sólo se debe a que son obra de un mismo autor, sino a la imbricación de todas las aventuras protagonizadas por los mismos personajes en el ámbito del ciclo artúrico, de ahí que resulte tan arriesgado establecer una cronología.

[volver]

[20] v. 4069 «… ni por el reino de Tarso»: «que por le rëaume de Carse» reza el manuscrito 794. Mario Roque sugiere que C a r s e podría leerse T a r s e («peut-étre Tarse», op. cit. p. 215), es decir, Tarso, la patria de San Pablo. En cuyo caso no queda clara la relación con la expresión común, equivalente a «ni por todo el oro del mundo», a la que aludía en la primera edición. En cambio las proverbiales riquezas del reino de Tarsis, para los semitas, Tartesos, para los grecorromanos, responderían perfectamente al contexto. Figura en Anacreonte, citado por Estrabón (III, 2, 14) el mismo tipo de locución proverbial; «Yo mismo no desearía ni el cuerno de Amaltea, ni reinar ciento cincuenta años en Tartesos». (Véase A. García y Bellido, «Protohistoria: Tartesos», en la Historia de España de Menéndez Pidal, I, 2, 1952, pp. 281 y sig.) Ello hace pensar que la alusión a míticas riquezas, hoy confirmadas por descubrimientos arqueológicos (véase en especial J, Mata Carriazo, Tartesos y el Carambolo, Madrid, 1973) llegaría a ser una expresión común en la Edad clásica, y que luego la Edad Media, que había perdido la referencia a Tartesos, pero se encontraba familiarizada con Tarso a través de la Biblia, haya sustituido al remo de Argantomo por la patria de San Pablo.

[volver]

[21] v. 5300 «… cuatro denarios por libra»: hay que entender cuatro denarios por libra de mercancía entregada. El trabajo de las tejedoras produce una ganancia de veinte sueldos por semana (vv. 5303-11), pero la relación entre esa cantidad y lo que perciben las obreras da la medida de la explotación a la que están sometidas. Ha sido calculada de la siguiente manera por J. Frappier (Yvain ou le Chevalier au Lion, p, 63): una libra (= 20 sueldos, 1 sueldo = 12 denarios) se divide en 240 denarios, por tanto, un salario semanal de 4 denarios, es decir, la tercera parte de un sueldo, sólo representa la sesentava parte de la ganancia que produce su trabajo, mientras que el dueño del taller gana 300 veces (= número de sus obreras) veinte sueldos por semana, o sea, seis mil sueldos, de cuya suma sólo revierte cien (un tercio de sueldo para cada una) en salarios. De ahí la exclamación del verso 5308 aludiendo a una ganancia «¡para hacer la fortuna de un duque!». Resulta una tentación ver despuntar en el siglo XII el enriquecimiento de una clase social, que unos siglos más tarde empezaría a llenar las arcas del remo comprando a la monarquía privilegios y cargos abandonados por una aristocracia acorralada por problemas económicos. Pero no está nada claro que el dueño del taller pertenezca a la incipiente «burguesía», pues dichos talleres, llamados gineceos, dependían del castillo (cf. H. Pirenne, La Civilisation occidentale au Moyen Age, pp, 14, 58, 75).

Lo que resulta extraordinario de este pasaje es la mezcla de realidad social minuciosamente observada por Chrétien en los talleres de Champaña, y el valor simbólico que confiere al episodio a nivel narrativo.

[volver]

[22] v. 6433 «… y sea nuestra vasalla»: según los documentos jurídicos de la época (véase Jonin, op. cit, pp. 49-50), se trata de un régimen de sucesión que establece la enfeudación del hermano menor al mayor. A cambio de beneficiarse de parte del feudo, debe obediencia a su hermano o señor, a quien sirve como hombre ligio: «qui homo meus est feodalis» es la fórmula que figura en un texto sucesorio, en el cual una hermana menor acepta su parte de la herencia, de mano de la mayor que la recibe como vasalla, «in hominem eam recipiens». Aquí es interesante observar cómo emplea Chrétien la palabra «fame» con la misma significación de vínculo de vasallaje que tiene «hominem» en el documento citado. Dice así el texto original:

«Revestez l’an tot or an droit,

Fet lis rois, et ele deveigne

Vostre fame et de vos la teigne;

Si l’amez come vostre fame,

Et ele vos come sa dame» (vv. 6430-34)

Se trata de un ejemplo más de la exactitud con que describe el canónigo de Troyes ciertos rasgos de la realidad que le rodea, a los que va insertando en una aventura fantástica.

[volver]

[23] Douglas Kelly en Réception critique de l’oeuvre de Chrétien de Troyes, pp, 34-35.

[volver]

[24] En el prólogo de sus Lais dice así: «… Que peüssent gloser la letre/E de lur sen le surplus metre».

[volver]

[25] Dice W. Küchler (en «Uber den sentimentalen Gehalt der Haupthandlung in Crestien’s Erec und Yvain», Zeitschrift für romanische Philologie, XL, 1920, pp. 83-99): «Im Ivaín ist keine Spur von These, Tendenz, Moral. Der Ivaín ist von Anfang bis zu Ende eine leichtbeschwingte Komödie» (p. 92).

Hoy F. Whitehead y D. D. R. Owen (vid. bibliografía), han vuelto a estudiar este registro cómico, apuntando hacia una significación profana de las obras del canónigo.

[volver]

[26] Entre los primeros el de M. N. Lefay-Toury, «Roman breton et mythes courtois. L’évolution du personnage féminin dans les romans de Chrétien de Troyes» y entre los segundos J. Frappier (vid. bibliografía).

[volver]

[27] Unos la incluyen en la primera parte, como final de la feliz relación de Yvain con su dama, otros la sitúan como principio desencadenante de la serie de aventuras que constituyen la segunda parte. En ambos casos se trataría de una composición bipartita, mientras que han optado por la tri-partición de la novela J. Frappier, T. B. W. Reid y J. H. Reason, haciendo de este episodio una parte independiente. Sea como fuere, queda patente la situación de nexo narrativo de la locura de Yvain.

[volver]

[28] Cf. J. Le Goff y P. Vidal Naquet, «Lévi-Strauss en Brocéliande», p. 281.

[volver]

[29] G. Duby lo sitúa durante el período que va de 1075 a 1180 (cf. Guerriers et paysans, p. 228) y documenta el cambio hacia una mentalidad de provecho que generó esta nueva técnica, en la denominación de estas nuevas tierras como «ganancias» (op. cit., p. 227).

[volver]

[30] Cf. M. N, Lefay-Toury, op. cit., p, 199.

[volver]

[31] Está demostrado el papel de las órdenes monásticas en estas tareas, a menudo encomendadas por la nobleza, cf. G. Duby, op. cit., pp. 229-33.

[volver]

[32] El carácter fantástico de la novela merece un estudio aparte, especialmente el episodio de la Pésima Ventura, cuyos moradores no se atreven a revelar el siniestro secreto e intentan espantar al caballero con gruñidos de mal augurio, papel avisador que se podría comparar con el de los habitantes de la posada del castillo del conde Drácula.

[volver]

[33] E. Köhler se ha valido de esta observación para llevar a cabo un análisis del papel de Yvain como defensor del derecho consuetudinario: la costumbre puede ser buena o mala, según pertenezca o no al círculo artúrico. Así Yvain, como representante de la corte artúrica, estaría destinado a asumir la defensa de la fuente matando a Esclados, personaje ajeno al universo caballeresco. Cf. «Le rôle de la “coutume”».

[volver]