PRÓLOGO A LA PRIMERA PARTE

En la perspectiva global de la segunda guerra mundial, el asalto de la 1.ª División de marines contra la isla de Peleliu en el Pacífico central hace treinta y siete años fue una batalla relativamente menor.

Después de que una guerra concluye, resulta aparentemente fácil establecer qué batallas fueron fundamentales y cuáles no hubiera hecho falta librar.

Así, a posteriori, la contribución de Peleliu a la victoria total fue discutible. Además, la propia segunda guerra mundial ha ido cayendo en el olvido ante los combates más recientes en Corea y Vietnam.

Para los hombres de la 1.ª División de marines que llevaron a cabo el ataque contra Peleliu (de los que los más jóvenes ahora tienen alrededor de cincuenta años), no fue en absoluto una batalla menor.

Para aquellos que estuvieron allí, fue un combate sangriento, agotador, doloroso e interminable. Para tratarse de una operación de una sola división, las bajas fueron extraordinariamente numerosas.

Eugene B. Sledge sirvió en la Compañía K del 3.er Batallón del 5.º de marines a lo largo de toda la batalla. Yo tuve el privilegio de estar al mando de la Compañía I del mismo batallón en la misma época. Su relato me despertó vívidos recuerdos que habían permanecido latentes durante años.

No lean esta narración personal buscando la trascendencia de la batalla ni de una gran estrategia. Más bien léanla por lo que es: el intenso combate desde el punto de vista de un fusilero de marines en particular. Para aquellos que hayan experimentado la batalla en otro lugar, las similitudes resultarán obvias.

John A. Crown, teniente coronel del cuerpo de marines de Estados Unidos, Atlanta, Georgia.