CANTANDO CON GUITARRA

Este muchacho se pega a mis faldas todo el día.

En tu tumba te reverencio por tu inocencia. No pudiste saber

que, desde los diez años, era un solo. A esa edad, tampoco yo lo

supe. Pero buscaba tu calor, pegado a tus faldas.

No lo elegí. En tu vientre, sin boca para gritar, me decía: cuando

nazca no quiero ser un solo.

Tú me dabas pataditas de alegría.

No eran, mamá, de alegría. Después lo supimos los dos.

Como las camas históricas en los museos, con sus muertas

memorias y sus glorias marchitas, ave sin alas en un crepúsculo

húmedo, soy un solo.

Abro mi puerta solo.

Solo prendo mi luz.

Y tanto es el miedo, que quisiera ser una cama histórica. Al

menos, entre cuatro paredes, goza de pública estimación.

Pero no soy histórico, tan sólo un solo. Nadie ha de salvarme

contemplándome como un mueble.

1977