A Ana María Muñoz
Ana María, Mariana…,
mi amiga, que peina canas,
y de elección es mi hermana.
Que se asoma a la ventana
con sus ojos insondables
en la noche fulgurando,
con sus ojos anunciando
a la vida perdurable.
Ana en su sueño despierta,
Ana en su hipnosis alerta,
Ana va abriendo la puerta
como si estuviera muerta.
La puerta reveladora
con su leyenda empotrada:
«Aquí cada cual es nada.
Pasen, señor y señora».
Ana María, Mariana,
Eva de agua lustral,
lávanos de culpa, hermana,
danos la vida inmortal.
1973