EL DESVALIDO

Si yo dormido,

sin el temor que impone al desdichado la violenta luz

de la existencia, me acercara a confiarte mi condena:

remar solo en un lago.

Si a ti, dormido,

pudiera confiar que el lago es infinito: sus aguas más extensas

que el tiempo de mi vida, nunca me llevarán hasta tus playas.

Si yo, dormido,

mi condena confiara

a ti, dormido:

¿acaso al juez mi gracia pedirías?

1955