De bronce estaba sobre pies veloces,
tensa la piel de rastro luminoso;
cuerdas pulsando su metal glorioso,
dando al viento la estatua de sus voces.
Elástico soñando espejos vivos,
sueña del eco mágicos espejos;
y musical incendio de reflejos
prende a la tierra su tronar altivo.
Sinfónica persona, se enamora
de su alado instrumento cristalino:
horno celeste donde cantan aves.
¡Qué profunda embriaguez fuera, señora!,
si emperador silencio mortecino
no despertara su persona grave.
1940