Qué silenciosa la carretera
cuando sin eco
la van cruzando
los dos cencerros de la paciencia.
Qué triste el agua
cuando la sombra
pinta dos lomos sobre su tela.
Con su silencio la carretera
borda la angustia,
la angustia mansa
de los cencerros de la paciencia.
Un punto al aire
canta de pena,
y los dos belfos
arando soles,
el gesto inician de la paciencia.
Se abren caminos
de adormideras,
lunas de sueño,
rutas de estrellas.
Cinta de viento sus lomos atan,
y van volando
como luceros
los dos cencerros de la paciencia.
Camagüey, 1937