BALADA DE TU MUERTE

Qué júbilo en tu cara

al llegar la quietud del soplo grave.

La casa, las vidrieras, las pinturas…

No hacían falta los ojos.

Las luces eran tintas negras

que no alumbraban nada.

Cantaba la alegría su canto ancho.

En escalas de risa

el viento nos besaba el alma.

Lo que es y será siempre;

final que torna a ser principio

de un final que se nutre de muerte,

vino hecho de luz

a plegar dulcemente su armonía,

ofrecimiento inmenso de mensajes lejanos.

Qué alborozo de voces

en tu muerte jocunda y diáfana,

sin convulsión de lágrimas

ni gentes aspirando tu aliento.

Ahora corremos en la ola que canta,

en un vuelo de alas, espiga en flor,

candor de niño y suavidad de nardos.

La única oración lanzada a la noche

en misterio, es ésta del retorno

al barro y a la arcilla, en forma humana.

1937