SOMBRAS CHINESCAS

Pasa —digo—. Has cambiado tanto

que de pronto pensé que no eras.

¿Cómo dices? Soy yo quien te habla.

Sólo que… no estoy seguro de que seas.

Quizá la penumbra de la tarde… Haré luz.

¿Dices que no me reconoces? Pues

será mejor tocarnos como los salvajes.

¡Oh, mi mano pasa a través de tu cuerpo!

¿Y dices que a tu mano le ha ocurrido lo mismo?

¿Somos ya sólo sombras con una luz detrás?

¿Divertido espectáculo de infinitas miradas,

miradas que nos traspasan como dagas crueles?

Habrá que convenir en que es todo un suceso.

1977