Logra que Dios de mí se posesione
para que de tu posesión me desentienda;
y si esto logras ya no habrá contienda:
Dios tendrá sólo mis adoraciones.
Libértame de todas tus prisiones,
pero de una déjame cautivo:
la de tu corazón, en donde vivo
aspirando a que de Dios me posesiones.
Para esto hazte Dios, y más, hazte prisiones
divinas, en las que libre al fin yo esté;
así podré yo verte igual que tú me ves:
el que libraste de tus tentaciones.