HIMNO A LA VIDA MÍA

Loco de contento

me echo por esas calles,

huelo el perfume de la noche,

y grito: ¡Estoy vivo!

¿Acaso no se percatan?

Abro mi camisa, llevo la mano al corazón:

Oigan cómo late… No importa hasta cuándo.

Ahora vivo en medio de la calle,

y estoy de fiesta.

Mientras viva seré inmortal.

Si toco mi corazón,

es como si lo tocara eternamente.

Tan vivo estoy, que la historia

desfila ante mi vista,

y puedo acompañarla en su incesante marcha,

haber sido, ser y llegar a ser.

La sangre bulle en mis venas.

Cumple una y otra vez su ciclo,

y a la vida me aproxima más el tiempo.

Mía solamente, eterna en su bóveda celeste.

A este brazo que alzo, a esta boca que sonríe,

poder humano ni divino podrán darles

cristiana o pagana sepultura.

Desafían el negro boquete del sepulcro.

Aves de una especie desconocida,

sobre el polvo se encaminan intrépidos

hacia los mágicos espejos

donde la infinitud del tiempo

al hacerlos temporales, los reflejará en su pura esencia:

un brazo y una boca en mitad del planeta.

Obtener esta victoria

es la confirmación de estar vivo,

vivo siempre, abandonado

mi cadáver futuro,

para hablar con mi cuerpo y decirle: ¡Aleluya!

1976