Dispersos a lo largo
de una playa imaginaria,
el día que naciste
y los que vas viviendo,
son monumentos funerarios.
Si los miras atento verás
la verdadera imagen de tu imagen terrenal.
Escapada del Tiempo
—hazaña portentosa—
eternizándote, te salva del fluir.
No vives, pero duras,
no hablas, pero escuchas la duración
que vuela como un pájaro sin alas,
un pájaro al que ninguna flecha puede herir.
Eres más que la Esfinge:
no necesitas compartir
el paisaje con el viajero,
ni escuchar sus preguntas.
Rescatado de la otra ribera,
intocable
—moneda sin valor, objeto depreciado—,
aquello terminaste para comenzar esto.
1972