UN DUQUE DE ALBA

A Lezama

Por más de veinte años

un duque de Alba

permaneció echado en su cama.

Entre la mugre de sus detritus

y la lepra de un amor desdichado,

veía salir el sol y ponerse,

veía, como una tumba más, la noche.

El aire mefítico que respiraba

mezclado venía con la fragancia

de los azahares de su amada.

A este duque de Alba, tan feliz,

lo envidiamos noblemente,

nosotros, en edad asolada

por la tecnocracia y la desconfianza.

Este duque de Alba tenía un solo

pensamiento, una idea, pero suya.

Lo iba gastando,

y al mismo tiempo enriquecía.

Pero nosotros, en varias camas,

con mugres y millones de lepras,

entre tecnologías dictatoriales,

planes y simulaciones,

ya no sufrimos nada.

Nos permiten tomar pastillas,

y callar.

1972