BUENO, DIGAMOS

A Lezama

Bueno, digamos que hemos vivido,

no ciertamente —aunque sería elegante—

como los griegos de la polis radiante,

sino parecidos a estatuas kriselefantinas,

y con un asomo de esteatopigia.

Hemos vivido en una isla,

quizá no como quisimos,

pero como pudimos.

Aun así derribamos algunos templos,

y levantamos otros

que tal vez perduren

o sean a su tiempo derribados.

Hemos escrito infatigablemente,

soñado lo suficiente

para penetrar la realidad.

Alzamos diques

contra la idolatría y lo crepuscular.

Hemos rendido culto al sol

y, algo aún más esplendoroso,

luchamos para ser esplendentes.

Ahora, callados por un rato,

oímos ciudades deshechas en polvo,

arder en pavesas insignes manuscritos,

y el lento, cotidiano gotear del odio.

Mas, es sólo una pausa en nuestro devenir.

Pronto nos pondremos a conversar.

No encima de las ruinas, sino del recuerdo,

porque fíjate: son ingrávidos

y nosotros ahora empezamos.

1972