Como ayer no viniste me moría,
como tus ojos no vieron los míos,
como tus pasos no sentí en el día,
como el calor se convertía en frío…
A soñarte empecé por no perderte:
y soñé que tus ojos me veían,
soñé tus pasos y alejé mi muerte,
y soñando soñé que te veía.
En ese sueño tus labios me decían
mis ojos a los tuyos están viendo,
mis pasos son los que tú estás sintiendo,
y tus ojos en mis ojos se confían.
Fue entonces que soñé que despertaba,
fue entonces que tus ojos me veían,
fue entonces que tus pasos yo sentía
y entonces fue que tú te aproximabas.