Como una grulla, parado en una pierna,
me corto la otra
y te la ofrezco, hermano,
para que al fin conozcas el sabor de mi carne.
Como los de la vaca o el cordero,
sirven mis sesos para hacer frituras.
En las noches intelectuales,
son afrodisÃaco del idiota.
No es mi lengua
bocado de cardenales,
sino de legos. Ellos
la preparan a su gusto.