SOLICITUD DE CANONIZACIÓN DE ROSA CAGÍ

Por la presente tengo a bien dirigirme a usted

para solicitar una plaza de santa laica

en la Iglesia del Amor.

Un hombre me juró amor eterno,

y su amor fue el infierno en la tierra.

Poseo en mi cuerpo más estigmas

de los exigidos por su Iglesia,

mayor cantidad de lágrimas

que las expresadas en centímetros cúbicos

en las planillas de las aspirantes a ser canonizadas,

mayor número de horas de insomnio,

y en mis rodillas callosidades tan elocuentes

que mis amigas me dicen:

Rosa la genuflexa.

Una noche

me hizo caminar como perra,

maullar como gata,

llorar como niña

y cantar como anciana.

Otra noche,

me obligó a besar el retrato de su amada,

y yo pensé que a lo mejor

obligaba a su amada a besar mi retrato,

y esa misma noche

—no sabe cuánta pena me da escribir esto—

me gritó degenerada.

En cuanto al requisito exigido por su Iglesia:

«Amarás aunque te muelan a palos»,

puedo asegurarle

que mi amor es inconmensurable,

a tal extremo

que ese hombre es mi Sumo Bien,

Mi Todo y mi Nada.

Por tanto,

habiendo sido humillada,

ofendida, vilipendiada,

postergada y vejada;

habiendo sido configurada en esa extraña latitud

que es ser muerta en vida,

Yo,

Rosa Cagí,

en pleno disfrute de mis facultades mentales,

pido humildemente ser canonizada como santa laica

con derecho a figurar en los altares del horror.

1967