Cuando me arrepienta
de mis crímenes
te enviaré un telegrama.
Vendrás vestido de blanco,
darás lechada a mi alma.
Lloraré sobre tu hombro
para constelar tu traje;
negros diamantes en tu pecho
y negro de humo en tus entrañas.
Enfundaremos el puñal
en un sueño desorbitado:
tomará la forma del cordero
que surge del tigre desatado.
Con las heridas haremos rimas
y con los gritos charadas;
la expiación será un pasatiempo
en la eternidad que me aguarda.
Después me sentaré a la mesa
para comer del pan sagrado:
yo lo partiré negro,
tú me lo darás blanco.
1962