ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Entre la espada y la pared

a nadie le gusta situarse;

cuando se está en ese trance

la vida sabe a vinagre;

cuando tocas a una puerta

es la espada quien te abre,

si la palabra socorro profieres

su filo la despedaza,

formando con sus fragmentos

un monstruo incalificable.

Estás vivo y estás muerto,

estás despierto y soñando,

tiras para el lado vivo,

y el lado muerto te arrastra;

miras a tu antagonista

—que es el fiel de tu balanza—,

clamas por que no te pese,

pero él te pone en el plato.

Ya tu corazón es polvo

y tus entrañas espanto,

y mientras el cielo brilla

se oscurece tu retrato.

Después la pared se cierra

como un telón de teatro.

Ya tu acto se acabó.

Me voy a tomar un trago.

1962