Después que me lo dijeron
perdí el sueño, perdí el habla;
yo siempre voy a ese bar
a darme unos cuantos tragos.
Si no me pasó a mí
es porque llegué tarde.
El tipo se colocó
en el sitio en que me paro
cuando tomo mi cerveza
pensando en las musarañas.
La bala le dio en el pecho
—de casualidad la bala—
mientras el disco decía
que la vida es un carajo.
Después, como hay que vivir,
me fui al cine a anestesiarme;
todo terminaba bien.
Sin embargo, sin embargo…
1962