UN HOMBRE ES ASÍ

Por los brazos, y también por las piernas

y, si no, por la cabeza,

la cámara capta el momento.

¿Qué te pasa que ya no me miras?

Con golpes y audacias

cae en lo que te pasa, cae y arrástrame.

Desde este ángulo,

en la encantadora superficie,

siguiendo el contorno cruel, cae y pasa.

La cara es el espejo de la cara,

cara con cara hasta caer en la cara.

No por cuidar lo improbable se hace el día,

los pies se te enredan en la cara

y golpes de cara entre los ojos

se encaminan tumultuosos,

a la gran carrera del premio universal.

Siempre, en esta tarde sangrienta, tiembla y cae:

tu retrato se aproxima a pasos agigantados

hasta meter por la nariz tu cara indescifrable.

Golpea y raja.

Dale en la cara

—sin un tajo no sería perfecta:

la muerte no podría ajusticiar lo que la vida no paga.

Por los brazos y hasta por los oídos se ejecuta

entre gritos y maldiciones que la cara desata.

Da la cara entre tantas caras estrujadas,

pon la luna de tu cara en el sol de tu cara,

los muertos en sus tumbas sin caras ennegrecen,

aproxímate con lentos pasos del universal delirio.

Ahora mira tu cara en la perfección del retrato,

móralo dando la nota aguda de tu malentendido,

pero no apoyes la cara en la mitad de tu alma,

pásala a ojo, pínchala y descárala.

Así estarás perfecto en la gran desolación,

con gestos de caras, con caras estiradas,

con muecas de recuerdos, con caras acopladas en lo atroz,

con las caras cayendo entre una lluvia de gritos

que llevan por delante tu cara retratada.

1961