Viene por ti la oscura, la intratable.
Una risa te ciñe a su dibujo
comenzado en la máscara. El influjo
sobre la ruina así. Gris miserable
en lo que se diluye. Y fin morado
tiñe la arena antigua. Era su lujo
mejor, su despedida. No condujo
el amarillo hueso al coronado
osario navegable. Río entrado
entre sus dedos. Y su cabellera
pasando a ojo al pez vertiginoso.
Y aún más oscuro, menos asomado
en la violenta luz de su gorguera.
Así se hundió en el agua. Era su modo.
1945