Va viajando por el cuello,
no pregunta por las calles,
si se asoma en las entrañas
cae un aerolito en el páncreas.
Mientras se besan las bocas
las estrellas se deshacen en los riñones
de pelados paisajes.
En medio de tal fragor
un ave se para y canta.
Entre los huesos los árboles
y de los árboles al talle
se enreda, y saca un volcán
con sus humos en la cara,
de tal modo que los negros
sollozan y se entrelazan,
piden las copas, y tanto vidrio
vuelve a los astros.
Las damas, de blanco,
entre vísceras,
con la luna desordenada.
No pregunta por las calles,
amasijo es con la mano,
por infinitas ventanas
que dan a cabellos erizados.
1945