RUDO MANTEL

Rudo mantel,

no puedes sino maravillarte,

dispón tu omóplato

que el ángel de las calabazas

quiere emprender el viaje.

Rudo mantel.

Nada sino esta ruda melancolía que es un ave.

Quizá si ella ordenaba el pico entre dos nubes

cuando para no ver el cielo los negros se lanzaban al agua.

Rudo mantel,

más blanco que el pañuelo de las garzas.

Hoy nacieron cinco monstruos con sonido de arpa.

Si alguien está triste puede sentarse en el estrado.

Rudo mantel,

me persigue el borde de tu vestido ferozmente desvelado,

me persigue la risa de la negra in extremis,

el olor de la calle donde un caballo no llevaba a nadie.

Rudo mantel,

este zapato podría interrumpir tu soledad,

pero yo estoy vigilando la luz

desde el pecho de una dama acostumbrada a los halagos.

Rudo mantel,

furioso y con un golpe sabías

toda la cantidad de lepra que traes

para obsequiar a los vendedores de estampas.

Tu pobre espinazo haciendo reverencias

a los frutos podridos en el suelo

que jamás osarán subir hasta el pecho del rudo mantel.

Rudo mantel,

casi un sollozo ahoga esta hora solemne

de los pedos y la soledad que aprieta.

Ni la más ligera brisa perdonaría este cuello de cisne

o la trompa de elefante

que nocturnamente se enrosca al cuello de una orquídea.

Rudo mantel,

la tristeza de un casco suspendido en el aire

puede desatar una guerra entre los girasoles

e instaurar el tremendo reino de la luna.

Rudo mantel,

estalla blanquecinamente para olvidar los místicos.

Otra cosa no puedo ofrecerte,

mantel con garras.

Y el espantoso seno de la negra

manche eternamente tu purificada dimensión,

mientras yo río después de arrojar mi boca al fango.

1944