La historia menciona largos períodos de silencio. Podría dar la impresión de que durante años, incluso siglos, no ha sucedido ningún acontecimiento relevante. Todos esperan. Todos saben que algo está a punto de acontecer. Pero nadie sabe cuándo.
TRYGBALD DE GRAN MELISA,
Réplicas y premisas de la historia del reino de Romander
En el transcurso de los siglos, el marco de silencio que antaño había albergado a las voces sufrió de nuevo una transformación. De repente, sin previo aviso, la desolación fue reemplazada por la presencia.
El lugar, una sombría hondonada situada bajo un enorme roble, pareció cobrar vida. Una suave brisa descendió de la copa del árbol centenario. Se oyeron susurros entre el follaje. De una rama ahorquillada salieron unos cuantos pájaros, gorjeando a lo largo de la corteza surcada de estrías. Alrededor del árbol, pequeñas bestias se arrastraban en busca de la protección de las raíces, los helechos y el tupido barrón.
Poco después, la voz grave retumbó, ronca, tal vez debido a la falta de uso.
—¡Randole!
Pasó un buen rato antes de que llegase la respuesta, como si la otra voz viniera de lejos.
—¿Sí? —respondió la voz aguda.
—Randole, todo este tiempo mi mente ha estado atormentada por las variables. Conocemos las constantes, puesto que en su mayoría son obra nuestra, pero las variables…
—Las variables.
La voz aguda parecía distraída.
—En lo que a las Inscripciones y los Escritos concierne, éstas no son dignas de consideración. Su pervivencia está garantizada por el linaje de los Nibuüm. Las Inscripciones pueden deteriorarse o quedar completamente erosionadas en un período de nueve mil años, pero su huella y su estructura permanecerán grabadas en el granito, incluso muchos siglos después, de modo que todas las marcas seguirán siendo legibles, y sus secretos permanecerán ocultos y a buen recaudo. En cuanto a las demás pistas, hemos intentado crear la máxima cantidad de constantes. Es todo lo que podemos hacer. Sólo cuando nosotros…
—En el lenguaje de la mente —advirtió la voz grave.
—Es que requiere tanta energía… —se quejó la voz aguda.
Sin embargo, se hizo el silencio, aunque ambas voces seguían activas.