Los buenos enigmas, los auténticos, presentan varias capas. Detrás de la primera solución, se esconde la segunda. Y por debajo de ésta, puede ser que se encuentre el verdadero enigma. Tanzer de Ynystel era experto en la creación y resolución de enigmas. En una ocasión dijo: «Un enigma es su propia solución invertida». En efecto, su atención no se centraba en el mismo enigma, sino en las posibles soluciones. Buscaba la solución desde el otro lado del problema, en sentido inverso.
WETTERINK DE FANG,
La respuesta y la pregunta
Pit subrayó todas las palabras que coincidían con las diecinueve ya descifradas. El quinto pliego contenía dieciocho palabras, pero tan sólo seis de ellas se correspondían con conceptos conocidos. Matei y Llanfereit empezaron a interpretar las demás marcas. Lethe observaba, de momento sin pronunciar palabra. Consiguieron descifrar unas cuantas marcas más. Anotaron los posibles significados en varios pergaminos, para descartarlos de nuevo en su mayoría. Después de unas cuantas horas, Llanfereit intentó interpretar una frase.
—Hemos sido capaces de descifrar la mayoría de las marcas —dijo, meditabundo—. Creo entender que esta frase significa lo siguiente: «Las estrellas y el sonido de los pensamientos palabra desconocida hablan, el aire en movimiento se detiene y alcanza a través de la oscuridad los límites del otro lado palabra desconocida, el mar».
—La palabra sonido también puede significar «nota» o «música» —intervino Matei—. El aire en movimiento puede que se refiera al «viento», pero no estamos seguros. Alcanza podría ser «parece tocar» o «encontrarse». Oscuridad puede ser también «oscuro» o «noche». Me pregunto por qué las marcas de esa palabra son de mayor tamaño que las demás.
Pit tomó nota de todo, incluidas las posibles alternativas. Los cuatro observaron las palabras.
—Incomprensible —masculló Llanfereit, que se desplomó sobre su asiento, con la cabeza entre las manos.
—Tal vez es necesario cambiar el orden sintáctico —comentó Pit—. No debemos olvidar que los Escritos nos advierten de que Randole temía que el Oscuro del mar de la Noche pudiera descubrir las pistas.
—Y esa advertencia consta en los Escritos —comentó Matei—. Randole parece intuir que los Escritos podrían caer en manos del Oscuro. Es como si Randole se dirigiera directamente a él.
—¿Quizá pretendía que el Oscuro tuviera acceso a ellos? —Pit formuló su pregunta en tono de sorpresa.
Matei adelantó el labio superior.
—Quizá.
Lethe se inclinó hacia adelante mientras cavilaba en las palabras, que daban vueltas en su mente. Llegó a una conclusión.
—No es posible extraer una frase comprensible de estas palabras. —Dejó que su mirada vagara por encima de los demás pliegos—. Quizá no se trata de una frase —murmuró para sí. Parecía haberse olvidado de la presencia de los demás—. Tal vez el enigma tiene un ámbito más global.
Matei siguió con atención la mirada de Lethe. Cuando Llanfereit se disponía a hablar, Matei le hizo señas de que no lo hiciera.
—Mirad —dijo Lethe con aire reflexivo, y deslizó su dedo índice sobre los pergaminos—. Hay otra posibilidad.
Se hizo con un pliego de papel y una pluma, y empezó a hacer anotaciones después de extender todos los pergaminos. Pit, Llanfereit y Matei lo observaban. Todos ellos presentían que Lethe estaba a punto de desvelar el enigma, o por lo menos parte de él. Nadie se atrevió a interrumpirlo para no desconcentrarlo. Seguía cavilando, escribiendo, tachando y volviendo a organizar las palabras. Después de un rato, se volvió hacia sus compañeros.
—Necesito ayuda —dijo en un tono que sonó como una orden—. La clave radica en la primera palabra de cada pared. Tenemos cinco de ocho. Si conseguimos descifrar las otras tres, creo que entenderemos parte de la frase. La cuestión será, entonces, descubrir qué pared alberga la primera palabra de esa frase. Después deberemos dilucidar a qué muro corresponde la segunda palabra, y así sucesivamente.
Matei miro a Lethe, estupefacto.
—¿Cómo…?
Lethe se encogió de hombros.
—Hablaremos de eso más tarde.
Los cuatro se dispusieron a descifrar las marcas que todavía eran una incógnita. Cuando empezaban a vislumbrar parte de una frase coherente, resultaba mucho más fácil interpretar y descifrar el resto. Siguieron trabajando, encendieron más antorchas, comieron pan con carne y bebieron de una cantimplora, sin apenas darse cuenta de que Artod se acostaba después de que Gaithnard lo reemplazara. Ni siquiera los ronquidos de Domre pudieron distraerlos.
Finalmente, consiguieron descifrar todas las marcas, aunque algunas se prestaban a múltiples interpretaciones.
Tres horas más tarde, Matei se irguió.
—Creo que podemos hacer un intento.
Se hicieron con papel en blanco y anotaron las frases. Entretanto, insistieron en la interpretación de las marcas de cuyo significado no estaban seguros. Por fin, parecieron sentirse satisfechos con el resultado.
Matei leyó en voz alta:
Éstas son las palabras (o pensamientos) de aquel que dispuso las pistas.
Cada una de las marcas (o escritura) habla de lo que está envuelto por (o en) la oscuridad y se abalanza (o ataca) los territorios (o islas).
Aquello que parece tocar las estrellas oculta su significado en el regazo (o el interior) de la isla más antigua.
No está aquí, sino allí, al otro lado (o en el lado del espejo) del mar, donde el aire en movimiento casi se ve atrapado por el sonido (o la música).
En su regazo (o en el interior) reside la respuesta (o el significado).
—Eso es —murmuró Llanfereit—. Ahora tenemos las frases, aunque su significado sigue siendo un acertijo. Esto se debe en parte a nuestras múltiples interpretaciones, pero también al hecho de que estas Inscripciones fueron esculpidas en los muros hace nueve mil años.
—Además, Randole deseaba, por supuesto, mantener oculto su verdadero significado —agregó Matei—. Sigo sin entender por qué oscuro y regazo están representadas, hasta en dos ocasiones, por marcas de mayor tamaño.
Pit propuso estudiar las frases una por una. La primera parecía la más sencilla de todas.
—La traducción aproximada sería: «Éstas son las palabras de Randole» —dijo Llanfereit con una sonrisa—. Siguiente frase.
Lethe se inclinó de nuevo hacia adelante y siguió las palabras con el dedo índice.
—Creo que dice lo siguiente: «Cada una de las marcas habla de lo que está envuelto en la oscuridad y ataca las islas».
Matei asintió. Siguieron observando las palabras.
—De lo que está envuelto en la oscuridad —repitió Matei—. Del resto de la frase, podemos deducir que se trata de la magia incolora, pero ¿qué quiere decir Randole con «lo que está envuelto en la oscuridad»?
Hubo varias propuestas, pero no hicieron ningún progreso. Entonces, Lethe propuso asignar primero un significado a cada frase.
—Tal vez la solución se desprenda de la cohesión de todas las frases —explicó—. La siguiente frase me parece más clara: «Aquello que parece tocar las estrellas oculta su significado en el regazo de la isla más antigua». Yo diría que habla de algo oculto bajo la superficie terrestre.
—O que ha sido colocado allí —continuó Pit.
—En la isla más antigua —murmuró Lethe—. Habla de esta isla, de la isla oriental, ¿no es cierto?
—Y de la isla occidental —añadió Pit.
—Sólo falta por descifrar el principio de la frase —dijo Lethe.
—«Aquello que parece tocar las estrellas» —repitió Pit, obviamente inspirada por la interacción con Lethe—. ¿Podría referirse a una colina, o a una montaña? ¿O a una nube? ¿Tal vez a una ave?
—O a una torre.
—Nuestros aprendices —dijo Matei con una sonrisa— parecen trabajar a toda velocidad.
—Una torre —masculló Lethe. Observó de nuevo el texto descifrado—. El aire en movimiento podría muy bien ser el viento. Tal vez aquello que parece tocar las estrellas sea la Torre del Viento, en la isla occidental. Y el sonido…
Lethe tomó una silla y volvió a sumergirse en el texto. Pit lo imitó con entusiasmo. Matei y Llanfereit observaban por encima de sus espaldas.
Por fin, Lethe apartó la silla y se incorporó. De repente, el cansancio se hizo patente.
—Creo que sabemos bastante, aunque no todo tenga sentido; por ejemplo, no sabemos por qué las marcas oscuro y regazo son más grandes. «De lo que está envuelto en la oscuridad» sigue siendo un enigma, pero creo que más tarde se revelará su importancia. Estoy seguro de que parte de las respuestas se encuentran en la Torre del Viento. El lado del espejo del mar se refiere a la isla occidental. Creo que el aire en movimiento atrapado por el sonido o la música también hace referencia a la Torre del Viento. De acuerdo con las anotaciones de Mano Firme, el aire, en su encuentro con la Torre del Viento, emite extraños silbidos que pueden oírse desde una gran distancia.
—¡Fantástico! —exclamó Pit, sonriendo a su maestro—. Quizá Lethe no sea un mago, pero con toda seguridad puede hacer magia con las palabras y los conceptos.
—No subestimes tu propia contribución, Pit —replicó Llanfereit—. Ambos formáis un equipo excepcional.
—Debemos dirigirnos a la isla occidental lo más pronto posible —intervino Matei—. Despertemos a los demás. Domre debe conocer la ruta más rápida hacia la Torre del Viento. Recuperaremos el sueño durante la travesía.
Domre ofreció una alternativa.
—Mi tío Jinkel es pescador. Vive en Zarpa de Gato, una aldea cercana. No le gusta hacerse a la mar en invierno, pero creo que podré convencerlo.
—Hacia Zarpa de Gato, pues —dijo Matei.
Recogieron el equipaje y se pusieron en marcha.
Jinkel, el viejo pescador calvo, no parecía entusiasmado con sus clientes, pero el poder de persuasión de Domre, sumado a los speets de Matei, acabaron de convencerlo. Se encargó de las provisiones de alimentos y agua.
—Si nos damos prisa, podemos llegar a Winde antes del anochecer —farfulló—. Mañana a primera hora podremos cruzar hacia la isla occidental, siempre que no se presente una tormenta, por supuesto.
Domre se despidió del grupo y emprendió la marcha hacia Dal Rynzel para visitar al padre de Gyndwaene. Jinkel era propietario de una destartalada barca de pesca, bautizada con el nombre Cuervo Negro de la Tormenta. Había arrastrado la barca hasta la estrecha playa de arena próxima a su casa. Todos juntos la empujaron hasta la orilla. Jinkel saltó a bordo y los ayudó a subir uno por uno.
Escrutó el horizonte, en dirección al norte, cubierto de nubes.
—Parece que se avecinan dos tormentas —murmuró—. Llegaremos a Winde. Allí deberemos esperar a que pase la primera antes de navegar hacia el norte en dirección a Rint. —Dio unos golpecitos en el casco—. Mi barca puede parecer vieja, pero la cuido con esmero y me lleva a donde quiero.
Jinkel izó la vela latina y ocupó su puesto al lado de la pequeña rueda del timón. La travesía hasta Winde fue rápida. Jinkel maniobró para dirigir la Cuervo Negro de la Tormenta a una pequeña bahía. Echaron ancla al abrigo de una gran roca. Después, Jinkel alzó la vista e inspeccionó el cielo, en parte cubierto. Las primeras ráfagas de una tormenta que azotaron Winde precedían a las nubes negras como la tinta.
—Esta noche se desatará un infierno —masculló, ceñudo—. Quizá sea el peor temporal de este invierno. Hay pocas posibilidades de que podamos partir mañana.
Arriba, en el cielo, Lethe vio una ave de gran tamaño que volaba hacia el noroeste. Pensó en Mirada Rasuradora. Tenía la esperanza de volver a encontrarse con el águila imperial. Poco después, sintió un hormigueo en su mente. Miró a su alrededor, pero ninguno de sus compañeros parecía estar observándolo.
Se acomodaron lo mejor que pudieron en el pequeño comedor. Lethe y Pit se acurrucaron en una manta en el suelo de la cocina. A medianoche, cuando la tormenta estaba en su momento culminante, y la Cuervo Negro de la Tormenta se balanceaba sin descanso, Lethe chocó bruscamente con Pit. Se volvió hacia ella, asustado, y su mirada se encontró con los enormes ojos de la muchacha. Su sonrisa le provocó una extraña sensación de mareo en la boca del estómago.
—Deberíamos estar más juntos —susurró Pit—, así evitaríamos magullarnos.
Pit lo abrazó. La calidez de su cuerpo volvió a desencadenar la sensación de mareo. Suavemente, puso sus brazos alrededor de la esbelta cintura.
El viento ululaba alrededor de la barcaza, pero Lethe cayó en un sueño profundo con una sonrisa extasiada en los labios.