16
Stormburg

Incluso mientras la tormenta acecha más allá de la tierra

y bajo las nubes la montaña de Loh duerme profundamente,

Stormburg sigue siendo un vestigio de roca y arena,

la fortaleza envuelta en un remolino de magia y encantamientos.

Incluso cuando la cubre el manto de la niebla

cuando el granito negro queda oculto,

la realidad se borra sin un ruido

y el misterio sigue teniendo carácter prohibido.

Incluso cuando el ralo y desvaído sol

acaricia las piedras negras,

la casa oscura se cierra, tranquila,

mientras el mar susurra y gime.

Pues la montaña de Loh es su propia isla,

y Stormburg es su propia roca.

GYRDE KULMSON DE LOH CENTRAL,

Poemas procedentes del oleaje

Los altos mysters se reunieron en Pico de Loh, un islote rocoso situado al norte de Loh. Berre y Wyl habían convocado la reunión. Ambos magos habían enviado palomas mensajeras, animales embrujados capaces de seguir el rastro que dejaba el aroma común a todos los altos mysters.

Harkyn, el más joven de los altos mysters, y el calvo Balmir llegaron en un barco de cabotaje chato con el sorprendente nombre Hoja del Viento del Norte. Habían zarpado del pequeño puerto situado en las proximidades de los templos de Wackburg, en Loh del Norte, medio día antes. El viejo Gezyrah se había unido a ellos cuando desembarcaron del bote en el único espigón de Pico de Loh.

—Os he visto arribar. Yo acabo de llegar de Fernion —dijo señalando una galera negra, la otra nave que podía verse en la bahía de Storm—. Hemos necesitado menos de un día de navegación a bordo del Faenich de Hemthora, a pesar del fuerte viento del oeste. Conozco a su capitán, Richter de Loh, un hábil maestro hechicero. Llegó a la ciudad de Romander con la intención de partir hacia Fernion y pasar allí el invierno, pero le convencí para que me trajera hasta aquí. Esperará hasta que finalice la reunión y después nos llevará hasta el puerto de Loh; podéis despedir a vuestro navío.

Tras informar al remero, los tres hombres ascendieron por las escaleras excavadas en la roca que se prolongaban durante casi dos kilómetros y medio hasta Stormburg, cuyos angulosos muros de granito negro descollaban por encima del entorno rocoso. Balmir comentó que el capitán del barco de cabotaje había tenido sus dudas a la hora de atreverse a acercarse a Stormburg.

—Sólo se sintió seguro de traernos hasta aquí cuando Harkyn y yo desplegamos el hechizo del Reflectante Regreso del Viento alrededor del navío.

Gezyrah sonrió.

—A mí me sucedió lo mismo. Existe un miedo profundamente arraigado en la conciencia de la mayoría de la gente respecto a Stormburg. Incluso Richter, nativo de Loh, y por tanto dotado de ciertos poderes mágicos, se mostraba reticente. Elegí la Exclusión Definitiva de Ráfagas Volátiles, el hechizo puesto a prueba por Karn. Da un aspecto brumoso al entorno, pero el oleaje es menos molesto, una gran ventaja para mis viejos huesos en medio del fuerte viento del oeste y el agitado oleaje del estrecho de Fernion.

Durante unos instantes, aguantaron en silencio el embate del viento, sujetando sus formas con una mano.

—¿Tenéis idea de por qué nos han convocado? —preguntó Harkyn.

Gezyrah se encogió de hombros un momento.

—Probablemente, tenga algo que ver con la magia incolora en las Rompientes Exteriores.

Balmir y Harkyn asintieron con grave semblante.

—Creo que Matei no ha acudido —dijo Balmir—. Se dirige desde las islas Espejo a las Rompientes Exteriores en compañía del No Mago para comprobar la gravedad de la situación.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Gezyrah en un tono que denotaba cierta sorpresa.

Balmir se sonrojó.

—Hace dos semanas estuve en Haramat, visitando al myster Dignor. Hablé con alguien que había visto zarpar a Wedgebolt en el Astuta Cuchilla de los Nueve Mares. Ése es el barco en que navegan Matei, Lethe y unas cuantas personas más.

Gezyrah observó pensativo a Balmir mientras subían pesadamente la escalera, pero el viejo alto myster guardó silencio.

Harkyn miró hacia atrás, oteando el horizonte.

—Todavía no aparece ningún otro barco a la vista. Tendremos que esperar a los demás.

Poco después comprobaron que no estaban en lo cierto. Al aproximarse a Stormburg, el ancho portalón de madera de gorfyt gris se abrió con un chirrido y Karn salió a recibirlos. Con ocasión de ese encuentro, llevaba una toga de color verde oscuro confeccionada con un tosco y grueso satén de Handera. En la pechera aparecía bordada una runa de color rojo oscuro sobre un campo verde. Como de costumbre, su rostro flotaba en un Campo Borroso No Focal.

—¡Ah, ya estáis aquí! —dijo. Se le veía un humor excelente. Se hizo a un lado para dejarles paso—. Berre ya ha llegado, así que sólo falta Wyl. Matei no acudirá; una de sus palomas llegó esta mañana. Se encuentra de camino hacia las Rompientes Exteriores. Ya estáis al corriente de la situación allí. Supongo que Matei y sus acompañantes seguirán ocupados durante bastante tiempo.

Entraron en una sala dominada por una mesa de gran tamaño, con cabida para veinte personas, como mínimo. Del techo en forma de cúpula, de por lo menos treinta metros de altura, pendían dos candelabros dorados. Todas las velas estaban encendidas; eso era necesario porque, aparte de unas cuantas aberturas estrechas, Stormburg no tenía ventanas. En una enorme chimenea crepitaba un fuego de agitadas llamas.

Berre, que presidía la mesa, estaba leyendo un pergamino. Saludó calurosamente a sus colegas altos mysters cuando éstos hicieron aparición. Acababan de tomar asiento cuando de nuevo se abrió la puerta para dejar paso a Wyl.

—¿De dónde sales tan de repente? —preguntó Balmir, con gran asombro.

Wyl suspiró, agotado; depositó su bolsa en el suelo y apoyó el báculo cuidadosamente en el borde de la mesa. Después se desprendió del forma azul y de su capa negra. Bajo ella llevaba una túnica de color rojo vivo y unos pantalones bombachos gris oscuro.

—Estaba en el puerto de Ynystel —respondió—. Tenía una audiencia con el regente y visité al myster Cuver. El patrón de la barca de pesca que me había llevado hasta allí se negó a atravesar el estrecho de Loh con el viento del oeste en contra.

Suspiró y tomó asiento.

—Creo que tenía razón porque se hubiera visto obligado a hacer bordos durante media jornada. Por otra parte, no resulta fácil rodear el antiguo acantilado de Buró, en el cabo suroeste, y salir indemne. Me dejó cerca de los templos de Ym Alto, el único lugar de la costa este de la isla al que es posible llegar con un bote de remos. He caminado por lo menos durante tres horas.

Kara se puso en pie. Rozó levemente con un dedo un volumen superpuesto sobre otros dos libros que tenía ante él. Después se giró y realizó unos cuantos movimientos con sus dedos. Parecía que el resplandor del fuego, de súbito, provenía de otra habitación.

—Volvemos a reunimos antes de lo previsto —dijo mientras miraba uno a uno a los demás altos mysters. Apoyó los puños en el borde de la mesa dejando caer el peso de su cuerpo sobre ellos—. Fueron Berre y Wyl quienes convocaron esta reunión, pero antes tengo algo que deciros. Ha sucedido lo que Matei tanto temía: la bestia se ha liberado. V'ryn del Norte, la isla más septentrional de las Rompientes Exteriores, ya no existe. Tan sólo transcurrió una semana entre el descubrimiento del primer indicio de pulverización y la destrucción de la isla. ¡Una semana!

Dejó un tiempo para que los demás pudieran asimilar sus palabras.

—Tenemos una gran responsabilidad. Los habitantes del reino esperan que seamos nosotros quienes detengamos el avance de la magia incolora, puesto que somos los magos más poderosos. Pero ahora sabemos que no tenemos capacidad para ello. Nuestros poderes no afectan a las acciones del Oscuro; por el contrario, cualquier intento sería contraproducente. La fuerza destructiva de la magia incolora aumenta considerablemente en presencia de la más mínima manifestación mágica.

»A petición de Matei, me dirigí a la biblioteca imperial de la ciudad de Romander en busca de referencias de lo sucedido hace nueve mil años.

Con su mano derecha dio unos cuantos golpecitos sobre los tres volúmenes; se levantó una polvareda que finalmente se posó sobre la mesa. Bajó el tono de voz hasta hablar en un susurro.

—Y he encontrado algo.

Los altos mysters desviaron su mirada hacia los libros, fascinados.

—Tres referencias —continuó Karn—. Las tres contienen la misma advertencia. No os aburriré con los detalles. Lo esencial es que el ritmo al que avanza la magia incolora aumenta a medida que va ganando terreno. Yo no lo consideraría como una amenaza, sino más bien como un peligro de carácter letal para el reino entero. Pico de Loh podría desintegrarse bajo nuestros pies en cuestión de días.

—Y ni siquiera el Entrelazado de Exclusión Duradera puede servir de ayuda —añadió Balmir.

Harkyn se levantó de su asiento con los brazos cruzados por encima del pecho.

—Me pregunto por qué no sabemos más sobre la magia incolora. ¿Cómo es posible que apenas supiéramos de la existencia de este peligro desaforado? ¿Qué es exactamente la magia incolora? ¿Lo sabe alguien? Empieza a correr el rumor de que V'ryn del Norte ha desaparecido bajo las olas, y la gente comenzará a hacer preguntas para las que no tenemos respuesta.

Harkyn observó alternativamente a cada uno de sus colegas y al llegar a Karn su mirada se posó sobre el rostro del alto myster durante unos momentos, antes de volver a sentarse.

Karn suspiró y tomó asiento.

—El tabú, Harkyn. Tras la muerte de Raïelf, la magia incolora quedó terminantemente prohibida en todo Romander. Ésa es la razón de nuestra ignorancia. Si conseguimos detener su avance —y al decir eso su voz contenía un dejo de incredulidad—, será gracias a que Matei investigó sobre ella, a pesar de la prohibición. Considero que los altos mysters tal vez deberíamos ignorar semejantes proscripciones a partir de ahora.

Wyl se levantó como impulsado por un resorte. Los altos mysters esperaban una réplica contundente, pero su intervención les sorprendió.

—Por supuesto, Karn tiene razón. Maldije a Matei por haberse dedicado a su estudio, pero la experiencia ha demostrado que era absolutamente necesario conocer los entresijos de la magia incolora.

—¿Así que Wyl ha cambiado de opinión? —dijo Balmir en tono burlón.

—¿Acaso es eso una debilidad, Balmir? —replicó con cierta rudeza, pero todavía considerablemente sereno—. Existen buenas razones y hechos convincentes, como la destrucción de V'ryn del Norte, para hacernos reflexionar sobre este tema. He cambiado de opinión, sí, y lo considero una virtud.

Balmir se sonrojó levemente y se apresuró a rectificar.

—Tienes razón, Wyl; lo siento.

Para su sorpresa, Wyl sonrió.

—La cuestión que nos ocupa hoy es si somos capaces de subsanar nuestra falta de conocimientos. ¿Hay alguien, aparte de Matei y Karn, que pueda hacer alguna aportación?

Berre se puso en pie mientras buscaba a tientas el pergamino en cuya lectura había estado ocupado.

—Wyl y yo hemos convocado esta reunión —dijo a modo de introducción.

»Creernos que debemos compensar nuestra ignorancia con la mayor prontitud. Quizá no podamos acercarnos al fenómeno, pero con nuestros poderes deberíamos ser capaces de organizar algún dispositivo defensivo contra la magia incolora.

Los demás asintieron con un movimiento de cabeza.

Durante la hora siguiente se distribuyeron diferentes tareas. Cada alto myster visitaría alguna de las islas más importantes y tomaría las medidas necesarias para movilizar a la población.

Por fin los altos mysters pudieron reclinarse en sus asientos, satisfechos.

—Hay algo más —dijo Karn con voz suave.

Había algo en su voz que exigía la atención inmediata de todos los asistentes. Permaneció sentado y, apoyándose sobre la mesa, miró a los demás altos mysters atentamente.

Harkyn se percató de que el más anciano alto myster estaba enviando una Señal Concéntrica de Coacción Penetrante a través de la máscara de su Campo Borroso No Focal.

—Estuve en la ciudad de Romander —susurró Karn.

Dejó que su mano se deslizara hacia los tres libros. Rozó con la punta de sus dedos el lomo del libro sobre el que se apilaban los demás. Las Leyes de la Sexta Era, rezaba su título. Acto seguido, sus dedos se curvaron hacia dentro para cerrarse en un puño.

—Durante mi estancia, utilicé la magia del tiempo doble en busca de indicios de magia. De ese modo, percibí la presencia de un segundo alto myster.

Se oyó una respiración entrecortada. Karn prosiguió.

—Pero parecía querer disimular su presencia; aparentemente no se encontraba allí en calidad de alto myster. Además, ocultaba su identidad con un Velo de Tejido Impenetrable. En un principio, simplemente me sorprendió, pero después oí algo que me hizo sospechar la presencia de ese otro alto myster.

Los cinco altos mysters escuchaban conteniendo la respiración.

—En la corte corren rumores —continuó Karn— de que un grupo de personas intenta hacerse con el poder. Y se dice que uno de ellos es un alto myster.

Las últimas palabras cayeron sobre los asistentes como una roca. Nadie se movió. En el aire se respiraba consternación. Cinco de los seis se dieron cuenta de que había sucedido lo inimaginable. Y el sexto sabía entonces que había caído la primera capa de su tapadera.

—Un traidor —susurró Balmir con absoluta incredulidad—. ¡Un alto myster!

—Sí, Balmir, Gezyrah, Wyl, Harkyn y Berre; uno de nosotros. No puede haber sido Matei. No fui yo. Así pues, uno de vosotros ha violado el juramento de la peor forma posible.

Karn se puso en pie de repente; su silla cayó al suelo con estrépito.

—¡Un traidor! —bramó—. ¡Alguien que ha roto su juramento! ¡Que haya tenido que vivir para presenciar esto! ¡Mi corazón se rompió al descubrirlo!

Dio media vuelta, furibundo, y se dirigió hacia la chimenea. Con un brazo hizo un brusco movimiento para arrojar unos polvos imaginarios sobre las llamas, que se alzaron airadas. Estupefactos, todos observaron su espalda encorvada.

Tras un largo silencio, Harkyn se atrevió a decir algo.

—Karn, es terrible, pero es un hecho. Hablemos de ello. Se me ocurre cómo podemos, cuando menos, neutralizar a ese traidor.

Karn se volvió lentamente. Las llamas cayeron de nuevo sobre la leña ardiendo. Sus ojos perforaron el escudo de su Campo Borroso No Focal como carbones encendidos e inmovilizaron a los altos mysters en sus asientos.

—A menos que el traidor se identifique ahora mismo —susurró.

Las miradas se cruzaron sobre la mesa. Un alto myster había quebrantado su juramento y había creado un vacío. Durante largo tiempo, nadie habló.

—Es lamentable —dijo Karn por último, todavía en un susurro— que hayamos llegado a esto. ¡Y una vergüenza! El traidor nos ha mancillado.

—Me pregunto… —empezó a hablar Harkyn.

—Adelante —dijo Karn, animándole a seguir.

—¿Hay algún método mágico que nos ayude a descubrir a aquel que ha rebasado los límites? Recuerdo que los altos mysters hicieron algo similar el siglo pasado; era por razones completamente distintas, pero funcionó.

—Eso ocurrió en los tiempos de Barndel de Loh Oriental —intervino Balmir—. Era mi bisabuelo. Fue una época extraña…

Karn se colocó al lado de Balmir y le miró desde lo alto. El mago guardó silencio. Karn se apoyó en el borde de la mesa y se inclinó hacia adelante.

—Una reunión de voluntades —dijo con un suspiro—. Es una verdadera desynsiave; una acumulación de magia doble. ¿Os dais cuenta de la cantidad de energía que requiere un método de estas características? —Alzó su copa de aguamiel—. Ninguno de nosotros será capaz de levantar una copa como ésta durante una semana. Una desynsiave absorbería toda nuestra magia. Sólo en casos extremos…

Titubeó. Sus ojos describieron círculos en sus órbitas.

—Sin embargo, la gravedad de la causa bastaría para justificar su aplicación.

—¿La gravedad de la causa? —repitió Harkyn con algo más que sarcasmo en su voz—. ¡La hermandad de los altos mysters está en juego! ¿Qué otra cosa puede revestir, en nombre del Creador, mayor gravedad? Si el pueblo de Romander llegara a enterarse, ¿qué nos pedirían? Mejor dicho, ¿qué nos exigirían?

La mirada de Karn era cada vez más fría. El tamaño de sus pupilas disminuyó hasta parecer dos alfileres. Enderezó la espalda y avanzo la barbilla.

—El más joven regaña al más anciano —sonrió con suficiencia. Y reprimiendo su ira, añadió—: ¿Tienes idea de los efectos secundarios de una reunión de voluntades? Si todo va bien, algo imposible de garantizar, sobreviviremos. ¡Ni más ni menos! La reunión de voluntades tiene una aura mítica entre los medios mysters, pero es un combate al límite de nuestros poderes. Como sabéis, hice un curso adicional sobre la historia de la magia en mis años de estudio. Puedo daros los nombres de como mínimo cuatro altos mysters que perecieron durante una reunión de voluntades. Mis dudas son fundadas, Harkyn. En el futuro, piénsatelo dos veces antes de cuestionar mis motivos.

Curiosamente, Balmir agachó la cabeza ante la furiosa invectiva de Karn; incluso Berre parecía apabullado. Harkyn no se inmutó y le devolvió la mirada a Karn sin siquiera pestañear. Sus ojos chocaron como rocas de mangiet sin pulir. Ya antes habían tenido sus diferencias, pero nunca de semejante envergadura.

Pasó un buen rato antes de que Karn regresara a su asiento.

—Votemos —dijo en un tono cansino—. ¿Quién está a favor de una reunión de voluntades aquí y ahora?

Harkyn alzó una mano. Balmir le imitó no sin cierta vacilación. Berre y Gezyrah cruzaron miradas y alzaron las manos a la vez. Wyl lanzó una mirada sombría a Karn. Ninguno de los dos hizo el menor movimiento.

—Está decidido —concluyó Karn. Sacudió la cabeza, meditabundo—. Sea. Esperemos que la reunión de voluntades nos aporte lo que deseamos. Preparémonos. Propongo que comamos y bebamos primero, puesto que quizá dure toda la noche.